Carmen Martín Gallo (3-5-1999, Valladolid) y Paula Mallo Martínez (23-3-1997, Barcelona, aunque burgalesa y vallisoletana de adopción), regresaron el pasado 19 de junio a España tras dos meses como voluntarias en comunidades indígenas de Bolivia, donde a través de un programa financiado por la Junta de Castilla y León y la ONG burgalesa de Amycos pudieron colaborar con distintos proyectos en favor del desarrollo de estas poblaciones. "Nos llevamos más de lo que dejamos aquí", concuerdan ambas tras esta experiencia.
Carmen estudió ingeniería, mientras que Paula es periodista. Ambas se apuntaron a estos programas por vocación a la espera de que fueran seleccionadas para vivir la experiencia. Por su parte, la comunicadora dio con el programa a través de LinkedIn, justo en el momento en el que el "voluntariado al uso" no le valía y quería algo más. La ingeniera, preocupada ante un futuro laboral inmersa en una oficina, no quería que su "vocación innata por lo social" se perdiera.
Además de periodista, Paula cuenta con un Máster en Cooperación Internacional y Ayuda Humanitaria, algo que le hizo tener "clarísimo" que esto era a lo que se quería dedicar. "Desde pequeña siempre he vinculado el periodismo a lo social", señala. Carmen reconoce salirse "un poco del perfil" de lo que es una voluntaria por sus estudios, pero tras una "búsqueda existencial" de qué hacer con su vida, el tener conocimientos en telecomunicaciones le hizo ver que podía tener cabida en este tipo de proyectos, pues este es un asunto que es una "lacra sobre todo en espacios rurales y en comunidades que no tienen acceso a internet o servicio móvil".
Aunque su perfil todavía no es "fuerte" de cara a los voluntariados, ella quería visibilizar que la ingeniería y lo social "sí que compaginan". Algo que al final se ha demostrado que "encaja a la perfección", puntualiza su compañera Paula. El programa en concreto en el que han participado estas dos jóvenes castellanas y leonesas está impulsado por la Coordinadora ONGD Castilla y León (COODECyL) y además del propio trabajo en terreno tiene como principal objetivo su visibilización posterior.
En Bolivia, su trabajo fue en colaboración con Anawin, la contraparte local de Amycos en el país sudamericano. Estos dos meses los han pasado en el Cochabamba, realizando distintos proyectos relacionados con la igualdad como aspecto transversal, el acceso al agua potable como un derecho, el impulso de una radio comunitaria o la mejora de la economía de las familias indígenas a través de la mejora de las variedades de palta y chirimoya, entre otros.
Entre todos estos proyectos, hubo uno en el que coincidieron ambas, que fue el de la radio comunitaria. Carmen, por su perfil más técnico, que estuvo orientado también a la capacitación de la comunidad indígena de Chapirisca. Paula, por su parte, aportó más en el aspecto comunicativo y periodístico. "Esta radio nació en el Covid porque era una buena forma de realizar la educación que no podían presencialmente", explica Carmen.
Pero con el paso del tiempo y dejando el Covid atrás, "quedó un poco parada" y por eso ahora están "intentando volver a impulsarla" porque para la ONG es "importante que tenga sostenibilidad en el tiempo". "Mi labor ha sido un poco ver cómo estaban los equipos, realizar un informe técnico básico, pero sobre todo capacitar a la comunidad para que ellos autónomamente puedan utilizarla", añade la joven ingeniera de telecomunicaciones.
Paula, que aunque ha participado en más proyectos ha coincidido con Carmen en el de la radio comunitaria, explica que se ha encontrado con que allí el nivel es "bastante bajo en cuanto a educación". A pesar de que es uno de los países latinoamericanos con menos analfabetismo, se encontró con que "leían y escribían mal". También otras barreras como el miedo a hablar en público porque piensan que "se les está juzgando mucho".
El trabajo se dividió en tres grupos: comunarios, profesores y alumnos
El trabajo se dividió en tres grupos a la hora de realizar las capacitaciones. Comunarios, profesores y alumnos. En el caso de los primeros, hombres y mujeres de familia, se "desentendió". "Únicamente acudieron a la primera reunión porque era obligatoria, pero al final su vida hay que entender que no se puede compaginar bien. Se buscaba principalmente intentar un éxito con los alumnos y profesores, donde más vimos que podía funcionar fue con los alumnos", matiza Carmen.
Es en este punto donde Paula hace énfasis en que "nosotros juzgamos desde nuestra realidad inconscientemente", pero añade que hay que hacerlo "desde la suya" y "adaptarse". "Ha sido una montaña rusa. Cuando estás en España lo coges con muchísima ilusión y más cuando es algo que has estado buscando durante tanto tiempo, llegas aquí con muchísimas ganas, empiezas a absorber de todos los proyectos, pero llega un punto en el que caes", reconoce. Un contexto donde empiezan a ver "la realidad" y los problemas que "no se pueden solucionar o no se intentan solucionar", puntualiza Carmen.
Además de la radio comunitaria, Paula también pudo participar en un programa de mejora de la economía de las familias indígenas a través de las variedades de palta y chirimoya y uno sobre el acceso universal al agua potable. Y es que todos los programas de este voluntariado contaban con la transversalidad del agua, la soberanía alimentaria, la igualdad y el cambio climático.
Es precisamente la igualdad donde también han encontrado otras realidades a la nuestra. "Los hombres trabajan en el campo y las mujeres en casa. Hicimos un taller y les intentamos explicar por qué no se repartían las tareas del hogar. Es imposible cambiar esto", concluye Paula.
Todo ello sumado en el contexto de que eran "mujeres, blancas" y en el caso de Carmen "encima ingeniera, que es un mundo de hombres". "Muchas veces la acogida no ha sido buena", reconoce la joven de la ciudad del Pisuerga. Asimismo, clara que ellas tampoco fueron una figura "agradable" para las propias mujeres de allí que "no tienen ese empoderamiento". "No es como una amenaza, pero es otra vez lo mismo de tienen que venir aquí a intentar cambiar la vida o a generarme problemas familiares", aclara.
Paula señala que ese ha sido su mayor reto, el de intentar "cambiar la realidad de las mujeres y que haya igualdad", aunque admite no saber exactamente la solución para erradicar el problema. "Lo que hemos venido es a apoyar, a aprender de otra realidad. Esto nos aporta en positivo porque vamos a abrir la mente y nos va a hacer más sensibles con el mundo", recalca.
La joven ingeniera asegura quedarse con la "parte más negativa", dado que la positiva la "tenemos todos en mente y todos nos imaginamos lo bonito que ha sido conocer las comunidades". "Cómo hemos afrontado lo malo y cómo hemos aprendido de lo malo. Muchas cosas que uno tiene en su cabeza, pero cuando lo ves realmente y ves que no puedes hacer nada es una cosa que a mí por ejemplo me ha roto mucho la cabeza. Ese proceso es lo que más me llevo", señala Carmen.
"Yo lo que me llevo es positivo y es vivir de igual a igual con gente que ha nacido a miles de kilómetros con una cultura tan diferente. He estado como una más de la familia. Tenemos muchos prejuicios, yo también e intento no tenerlos, y es que hemos aprendido muchas cosas", añade la periodista mitad burgalesa, mitad vallisoletana y catalana de nacimiento.