Un acto cotidiano como el de abrir un grifo va camino de convertirse en algo extraordinario de aquí a los próximos quince años si no se adoptan las medidas oportunas.
"Creemos que siempre vamos a poder abrir el grifo y que salga agua potable, pero llegará un día en el que esto no sea así si no actuamos rápido y eficientemente".
Así de contundente se muestra José Martínez Fernández, catedrático de Geografía Física de la Universidad de Salamanca y miembro del Grupo de Investigación en Recursos Hídricos de esta institución académica, que lleva buena parte de su vida estudiando y trabajando cómo se relacionan los distintos elementos que intervienen en el ciclo del agua, su repercusión en la tierra y cómo aprovechar mejor este recurso natural que, nos recuerda, "no es infinito".
Absolutamente toda nuestra existencia depende de que se disponga de suficiente cantidad de agua. Para la industria, la alimentación de animales, la producción de comida, la preservación de los hábitats y hasta para completar la producción de energía eléctrica.
Sin embargo, España se asoma a un escenario complicado. El 70% de la superficie del país está en riesgo de desertización y Castilla y León no es ajena a esta realidad.
El profesor Martínez Fernández sostiene que "la tendencia es incuestionable: tendremos acceso cada vez a menos agua potable por muchas lluvias torrenciales que se produzcan".
Contrariamente a lo que pueda creerse, "las lluvias en España llevan siendo aproximadamente las mismas durante los últimos cien años, pero las temperaturas sí están subiendo, por lo que, al final, debido a la evaporación y a un mayor consumo de este bien, disponemos de él en menor cantidad", explica.
Uno de los problemas que la crisis climática más ha agudizado ha sido el de "la caída de la humedad en el suelo, lo que supone que los cultivos disponen de peores condiciones para su crecimiento".
"Vivimos a espaldas de la realidad, no queremos ver el problema. El panorama es muy preocupante, pero si no hay presión social, los gobiernos no hacen nada a largo plazo porque las decisiones políticas que no tienen una repercusión inmediata, no se convierten en votos".
La agricultura, destino prioritario del agua
En Castilla y León el 90% del agua se destina a la agricultura y en España ese porcentaje es del 80%, según indica este doctor en Geología de la USAL.
"Somos una comunidad autónoma muy agrícola, que necesita mucha agua para producir, pero no es verdad que sea incompatible tener un sector agrario fuerte con una gestión más eficiente del agua", indica, por lo que "el debate 'agricultor o agua' es perverso, porque es falso", concluye.
En Castilla y León, a su juicio, hay que cambiar el paradigma del sistema productivo agrario a largo plazo así como la gestión de los recursos naturales, y en ese sentido la Confederación Hidrográfica del Duero (CHD) "hace un trabajo magnífico generando datos muy rigurosos", indica Martínez.
"No es necesario construir más presas, porque hay que evaluar el impacto ambiental que también tienen. Lo importante es ser más eficientes en el consumo del agua, modernizando los regadíos y, lo que es más prioritario aún, la mentalidad del agricultor, la industria y la sociedad en general".
"Castilla y León tiene una conexión típicamente mediterránea y sufrirá las consecuencias del incremento de temperaturas y la escasez de agua, como lo van a hacer otras comunidades autónomas. Sólo en las zonas de alta montaña dispondrán de un escenario más halagüeño en el futuro".
Una escasez de agua que prevé pueda suponer el desplazamiento de hasta 1.200 millones de personas en todo el mundo en 2050. "La escasez de agua va a incrementar los movimientos migratorios de pueblos enteros que van a quedarse sin agua y que necesitan migrar a otros puntos del planeta para sobrevivir".
En este sentido, Castilla y León también padecerá las consecuencias de la escasez de agua "si no ponemos encima de la mesa los mecanismos para aprovechar mejor el uso que hacemos de ella, generando graves desequilibrios sociales y económicos también en esta región", concluye.
Eficiencia y sostenibilidad
Ante una climatología que actúa a su antojo, el principal reto al que se enfrentan las diferentes administraciones es a gestionar el exceso de agua cuando se producen lluvias torrenciales, y la escasez de ésta en las épocas más secas del año.
Con un año hidrológico en el que, contrariamente a lo que pueda parecer, ha llovido ligeramente por encima de la media de los últimos diez años, los embalses de esta Comunidad están al 50,6% de su capacidad, que supone 18 puntos por debajo de lo registrado el año pasado. Es decir: se consume más agua sin disponer de mayor cantidad de este recurso.
En este sentido, durante las últimas semanas el sector agrario ha estado en el foco de todas las miradas con un borrador del nuevo Plan Hidrológico del Duero (2022 - 2027) al que se han presentado algo más de 900 alegaciones entre organismos públicos y profesionales del sector. La gestión del agua y las reformas que marca la Unión Europea y el propio Gobierno de España para ser más eficientes en el uso de este bien, cuenta con posturas muy distintas.
Castilla y León dispone, según datos del MAPA (Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación), de un 12,10% de la superficie total regada de España, siendo la tercera comunidad autónoma en cuanto a esta superficie, tras Andalucía (28,31%) y Castilla-La Mancha (14,95%).
Sin embargo, la superficie propiamente de regadío en nuestra comunidad es solamente del 12,61% de la superficie que ocupan los cultivos, una cifra inferior al resto de regiones de España.
Según este borrador que ha presentado la semana pasada la CHD, una hectárea típica de regadío produce un margen bruto tres veces superior al de la hectárea promedio de secano.
Sin embargo, las líneas por las que atraviesa la política común van encaminadas a reducir el consumo de agua en la agricultura, a través de la modernización de regadíos y a acabar con la filtración de productos contaminantes en el subsuelo.
Confederación Hidrográfica del Duero
A pesar de los augurios, la CHD considera que, en el actual contexto de adaptación al cambio climático, es necesario mejorar el uso eficiente de este recurso finito. Fuentes consultadas por este periódico a esta confederación, aseguran que el abastecimiento de agua para el uso doméstico está garantizado, al gozar de prioridad este uso sobre los demás en la legislación sectorial del agua, pero no dice hasta cuándo.
Podría darse el escenario de que estuviera garantizada para el uso doméstico, pero limitada para la industria o la agricultura, lo que supondría una fractura social y económica de difícil solución.
Esta confederación trabaja actualmente, entre otros asuntos, en la construcción de dos presas en Palencia (Cueza 1 y Cueza 2), que pretenden garantizar el abastecimiento de agua a 58.000 hectáreas de regadío en el sur de Palencia y en Valladolid; y las presas de La Rial y Los Morales en León, que adapten la demanda a la realidad hidrológica actual derivada del cambio climático.
Ambos proyectos se encuentran recogidos en el borrador del nuevo Plan Hidrológico 2022 - 2027, a la espera de su aprobación, tras finalizar el anterior con un grado de ejecución del 63%.
Un nuevo Plan que establece como objetivos prioritarios garantizar el abastecimiento del agua dulce acometiendo las reformas necesarias para no depender de la cantidad anual que la naturaleza aporte cada año, sino, más bien, a través de una mayor eficiencia en su uso y la recuperación de la restauración fluvial para alcanzar los objetivos medioambientales del agua.