Manuel Sánchez Malmierca nos atiende desde Finlandia. Él es el director del Instituto de Neurociencias de Castilla y León ubicado en Salamanca, el único de su categoría en la Comunidad y en el que trabajan más de cien científicos de distintos países.
Lo acompaña pero desde Salamanca la subdirectora de este instituto, Arantxa Tabernero, una de las ponentes del último Foro que organizó EL ESPAÑOL-Noticias de Castilla y León y que tuvo como eje central el polo de innovación y desarrollo tecnológico en el ámbito de la salud que se está generando en la provincia charra.
El profesor Malmierca, doctor por la Universidad de Salamanca y presidente de la Sociedad Española de Neurociencia, es uno de los científicos de mayor prestigio no sólo en España, sino también en el resto de Europa.
Por su parte, la profesora Tabernero, doctora por la Universidad de Salamanca y embajadora de la FEBS Education (Federación de Sociedades Europeas de Bioquímica), es una investigadora de gran prestigio internacional en tumores cerebrales y células gliales del cerebro.
A través de esta entrevista profundizamos en la labor de un Incyl que trabaja para dar solución al sufrimiento. Si no es de forma definitiva, al menos, para conseguir ganar la batalla a muchas enfermedades, en este caso del sistema neurológico, que atormentan a millones de personas en el mundo.
La inteligencia artificial (IA) y el uso de macro datos están permitiendo a los científicos avanzar más rápidamente en el estudio y origen de enfermedades relacionadas con el cerebro, pero lejos de lo que se pueda pensar, estas herramientas innovadoras seguirían sin servir de nada sin el conocimiento previo que ha alcanzado el ser humano y el que continúa descubriendo. Aún estamos por encima de las máquinas.
Por eso ambos investigadores insisten en la necesidad de apostar por la inversión en Ciencia. Según la última estadística sobre el uso de la tecnología publicada por el INE, Castilla y León es la séptima comunidad autónoma que más invierte en esta materia, con 60,3 millones de euros en 2021 (un 16,4% menos que en 2020 mientras en España se incrementó un 10,2% la partida en este concepto en el mismo período).
Una inversión que según ambos investigadores es "clave" para avanzar en soluciones y terapias a enfermedades que afectan a buena parte de la población, como el cáncer, el Alzhéimer o el Párkinson. Enfermedades y pacientes para quienes se abre ahora una nueva esperanza con las aplicaciones de la IA y el big data. Pero ¿podrán las nuevas tecnologías acabar con estas graves patologías?
Hablemos de ello.
Cara y cruz de la IA y el big data al servicio de la ciencia
El profesor Malmierca advierte desde Finlandia de que la aplicación de la IA y del big data "no son el Santo Grial aunque su aplicación es evidente que van a servir muchísimo a la ciencia".
Lo que realmente permite la revolución 4.0 de las máquinas es "realizar operaciones matemáticas a una velocidad increíble que agiliza la toma de decisiones de los científicos y de los médicos, así como su investigación, filtrando y eliminando, además, muchos posibles errores, lo que permitirá ganar mucho tiempo para luchar contra estas enfermedades", explica el director del Incyl.
Como ejemplo de actualidad con el que argumentar que "para que las nuevas tecnologías sean eficaces siempre ha de estar detrás la inteligencia del ser humano", Malmierca recuerda que "Israel es uno de los países que más invierte en tecnología y no fue capaz de evitar o prever el ataque terrorista de Hamás" del pasado 7 de octubre en el que asesinaron a más de 300 civiles.
¿Significa esto que la IA y el big data no van a valer mucho para avanzar en el tratamiento de enfermedades tan letales? "En absoluto" -responde categóricamente el profesor Malmierca-, "pero será necesaria previamente la capacidad cognitiva del ser humano, que siempre será mayor y más lógico que el de las máquinas".
En este sentido, desde el Incyl se están llevando a cabo proyectos de investigación en colaboración con "otros muchos equipos de todo el mundo" porque la ciencia es eso: compartir esa información y trabajar conjuntamente para construir un batallón más sólido frente a la enfermedad. Un puzle formado "por muchas piezas de las que el Incyl es una más de ellas".
Avances que están permitiendo acotar el camino desde Salamanca para descubrir, por ejemplo, "la relación que hay entre el alzhéimer y la pérdida de audición, si bien aún no sabemos cuál es, pero acabaremos sabiéndolo".
Otra de las enfermedades en las que investiga a fondo el Incyl es la diabetes, enfermedad grave (sobre todo la Mellitus Tipo 1 o insulinodependiente), que afecta a cinco millones de personas en España y que sólo en nuestro país supone al año un gasto de 15.500 millones de euros, según datos de la Sociedad Española de Diabetes.
"En esta área se está trabajando juntamente con procesos de neuroendocrinología y sobre plasticidad y reparación nacional", añade. Los pacientes diabéticos tendrán que seguir inyectándose insulina y calculando diariamente la ingesta de sus hidratos de carbono, pero la investigación permitirá "mejorar su calidad de vida mucho más".
El cáncer en el cerebro, los tumores: hay esperanza
La subdirectora del Incyl, Arantxa Tabernero, explica a este periódico que trabajan con tumores cerebrales "y lo que más nos interesa es buscar estrategias para conseguir mejorar la esperanza de vida de estos pacientes".
La pregunta es inevitable: ¿conseguirá la ciencia ganarle la batalla al cáncer? Tabernero es clara al respecto: "Creemos que desde los conocimientos de las células del cerebro podemos entender mejor estos tumores y, en este sentido, la IA y las nuevas tecnologías son un clave para predecir el futuro del comportamiento de las neuronas y otras células del cerebro cuando crean sus redes con las células tumorales, por lo que ganaremos la batalla al cáncer tarde o temprano". ¿Cuándo? "Ésa es la pregunta de la cual no tenemos aún respuesta. Además, siempre se producen cambios que no podemos pronosticar y que podrían acelerar este descubrimiento antes de lo que imaginamos".
No obstante, y a pesar de que la tecnología y la investigación han avanzado mucho en este campo, Tabernero recuerda que "aún nos falta mucho en el conocimiento del cerebro".
Sin embargo, la IA y el big data, así como los avances en investigación, abren una puerta clara a la esperanza para los pacientes afectados con las patologías más graves. "A largo plazo el conocimiento mejorará la calidad de vida pero para ello es necesario invertir en investigación, que de hecho se ha demostrado recientemente lo eficaz que es cuando todos los países del mundo se pusieron manos a la obra para hallar una vacuna contra la Covid-19", recuerda.
Una vacuna que "no se habría podido descubrir si antes no se hubiera llevado a cabo una ingente investigación básica durante más de 25 años respecto al ARN (o ácido ribonucleico)", por lo que esa puerta de esperanza es real dado que "todo lo que se está descubriendo ahora valdrá para ayudar a enfermos con tumores cerebrales de mañana".
Los circuitos involucrados en predecir estos comportamientos neuronales, "a veces están alterados, no funcionan correctamente y hacen que la red neuronal en su conjunto tenga una distorsión de la realidad", añade.
En este sentido, el reciente hito conseguido por la ciencia que ha permitido conocer el 'mapa del cerebro' desde el embrión hasta la edad adulta, "nos permite por fin acceder a todas las neuronas y resto de células que componen el cerebro (células gliales) a detalles íntimos moleculares de la células que nos darán mucha información para el futuro tratamiento de enfermedades neuronales como el ictus, el Alzhéimer o sobre los distintos tipos de tumores cerebrales".
Un atlas cerebral que "está hecho con muestras humanas, lo cual es indispensable, para lo cual es fundamental el trabajo del Banco de Tejidos Neurológico del Incyl, que trabaja para descifrar los entresijos de unas células cuyo comportamiento puede determinar la vida o la muerte". Un banco de tejidos con el que trabajan "investigadores de todo el mundo y que requiere también financiación".
Ante el hecho de que cada vez haya más enfermedades mentales neurodegenerativas, Malmierca indica que "es verdad pero es porque se ha logrado una mayor esperanza de vida y esto, que es un logro social muy importante, hace que también las neuronas dispongan de más tiempo para enfermar, para degenerarse".
Y si no hay cura, seguirá habiendo vida
Manuel Malmierca sostiene que la aplicación de estas nuevas tecnologías desde el Incyl permitirá "cronificar muchas enfermedades", es decir: permitirá al paciente seguir viviendo con cierta calidad de vida a pesar de que la patología de la que adolezca no pueda erradicarse.
"No es lo mismo morir de cáncer, que con cáncer", simplifica recordando las palabras del científico Mariano Barbacid, uno de los expertos españoles en cáncer más importantes en la actualidad, si bien recuerda que "no todos los tipos de cáncer tienen la misma malignidad", por lo que "todavía queda un camino largo para dominarlos todos".
Sin embargo, uno de los principales muros con los que choca el avance científico desde España, también desde Castilla y León, es "una inversión muy reducida en comparación con otros países porque los políticos no quieren, o quiero pensar que no son conscientes, de que la inversión en ciencia da sus frutos a largo plazo, y de que la rentabilidad a corto plazo en medicina no es posible", denuncia Malmierca.
"Se dice que los países ricos invierten mucho en ciencia, pero es al revés: esos países como Alemania, EEUU, Japón o Inglaterra son países ricos porque históricamente han invertido mucho en ciencia y siguen haciéndolo", indica el director del Incyl.
En el lado opuesto, "países como EEUU, incluso con presidentes controvertidos como Donald Trump, incrementan año tras año su presupuesto en investigación porque desde la II Guerra Mundial se dieron cuenta de que la inversión en ciencia no sólo salva vidas, sino que sirve para ahorrar en gasto sanitario y desarrollar el país", añade.
En este sentido, Malmierca cree, además, que la inversión en investigación "podría ser clave para atraer empresas de reconocido prestigio a Castilla y León, uno de los territorios de la UE más aquejados por la despoblación y la fuga de talento".
"Castilla y León lo tiene todo para ser puntera en ciencia a nivel nacional, pero no disponemos de los medios necesarios porque aquí formamos a los mejores científicos pero se van luego a Oxford o Berkeley", lamenta.
Empresas del sector biomédico o biofarmacéutico como Novartis, Neurofix, Cytognos o Immunostep, ya están asentadas en Salamanca, provincia que se está convirtiendo en un hub científico de primer orden en España.
Desde el Incyl, más de cien científicos seguirán trabajando para descubrir los porqués de los principales tumores y enfermedades cerebrales que aquejan a la población con el objetivo de paliar el sufrimiento y mejorar su calidad de vida. Unos porqués que dependen, en buena medida, del reconocimiento efectivo a su labor por parte de las administraciones y del enorme retorno social universal de la apuesta por la ciencia.