Medio siglo de la hermandad que revitalizó la Pasión salmantina
Javier A. Muñiz
Algo más de 50 años han pasado desde que el 2 de febrero de 1971 “unos locos” decidieran “liarse la manta a la cabeza” y sacar desde el Arrabal al Cristo del Amor y de la Paz en procesión por la calles de Salamanca. Eran tiempos difíciles, como lo son ahora, y la Pasión salmantina atravesaba, como ahora, tiempos de crisis. Una sombría depresión que aquel grupo de jóvenes tornó en luz con sus túnicas blancas “de prestado” y su cara descubierta. Amor y Paz, con su espíritu reivindicativo, insufló una nueva esperanza a la Semana Santa de Salamanca.
Medio siglo después, su presidente, Manuel González, reconoce a Ical que aquel comienzo, además de suponer un intenso reverdecer de la Pasión, fue “muy duro” para los pioneros. Él vivió todo aquello, primero como joven ajeno a la Hermandad y, tiempo después, como miembro de pleno derecho, como se ha mantenido desde hace 42 años. “No tenían hábitos. Tuvieron que salir a buscarlos a otras partes de Salamanca, y también a Zamora y Ávila. Consiguieron unos 40 farolillos y se echaron a la calle”, rememora. Partieron de la iglesia vieja del Arrabal, atravesaron el Tormes por el Puente Romano y se adentraron, con intención, en el ya deprimido barrio chino.
“Eran una hermandad muy joven que fue la que, realmente, empezó a tirar otra vez de la Semana Santa de Salamanca, que estaba decayendo. A consecuencia de ver a tanta gente joven, empezó otra vez la Pasión a tirar para arriba”, confirma González, sumando recuerdos y crónicas. De hecho, cuenta cómo ayudaron incluso a otras cofradías que estaban atravesando una mala racha y no dudaron en arrimar el hombro para sacar, por ejemplo, al Cristo Resucitado aquel Domingo de Resurrección para el Encuentro de la Vera Cruz. “Amor y Paz estuvo ahí”, recalca.
Devoción y progreso
Susana Martín / ICAL. Medio siglo de la hermandad que revitalizó la Pasión salmantina. Estos días los fieles pueden visitar las imágenes en la iglesia
Más allá de la Semana Santa, los años de inicio de la Hermandad del Cristo del Amor y de la Paz fueron convulsos, social y políticamente. Con la Transición en ciernes, aquellos jóvenes de pujante espíritu reivindicativo, no lograban encontrar acomodo en las arcaicas organizaciones 'semansanteras' de la época. Cuando fundaron Amor y Paz, no tardaron en distinguirse por mostrar al resto de la ciudad aquel ímpetu de protesta. Para ello, utilizaron pancartas con mensajes impresos que causaron verdadero impacto en la sociedad charra.
“La gente decía que parecía una manifestación”, ironiza su presidente. “Los salmantinos estaban acostumbrados a ver en las procesiones otras cosas relacionadas con la Semana Santa y aquellos textos llamaron mucho la atención”, reitera. Eran frases que buscaban agitar la conciencia de los convecinos, pero estaban sacadas de La Biblia. Tan grande fue el revuelo que la Junta de la Hermandad tuvo algunos problemas, llegando “casi” a ser detenidos. No en vano, tuvieron que declarar por aquel comportamiento que tanto incomodaba a las autoridades de la época. “Los jóvenes en esos momentos lo sentían así y protestaban contra lo que el Gobierno quería hacer”.
El progreso fue una de las señas de identidad de la Hermandad desde su fundación. De hecho, la inclusión de las mujeres como miembros de pleno derecho fue otro de sus hitos más significativos. Los estatutos recogieron desde un primer momento que las mujeres y los hombres de Amor y Paz serían iguales en derechos y obligaciones. “Antes eso no se veía bien, pero nosotros fuimos los primeros en conseguir que las mujeres, aparte de poder salir en procesión, tuvieran la oportunidad de presentarse a los órganos de decisión para hacer y deshacer”, explica Manuel González.
Aquella condición derivó en que en el año 1987 tuvieron “la gran suerte” de adquirir para la organización la imagen de María Nuestra Madre. La segunda de su desfile procesional. Una obra del zamorano Hipólito Pérez Calvo que se iba a erigir en un símbolo de igualdad, pues desde su primera procesión sería portada a hombros de un centenar de orgullosas mujeres que enarbolaban otra conquista. El paso , según confirma su presidente, tiene una larga lista de espera a día de hoy para poder pujar.
Por otro lado, con su carácter pionero, la hermandad logró ser de las primeras en tener una banda de música propia. Cada año los músicos escoltan con sus cornetas, tambores y gaitas al Cristo del Amor y de la Paz y llenan de orgullo a sus hermanos. “Tener una banda propia es muy importante por muchos motivos. Entre ellos, el económico, puesto que nos ahorramos contratar la música cada año, pero también es muy bonito porque, cuando son contratados en otras ciudades, van llevando el nombre de Salamanca allí donde van”, reflexiona Manuel sobre los miembros que “más trabajan” en la organización, puesto que “se pasan el año ensayando”.
Tercer año en blanco
David Arranz / ICAL. Medio siglo de la hermandad que revitalizó la Pasión salmantina.
La pandemia del COVID-19 ha supuesto un segundo año de castigo para esta y todas las hermandades y cofradías. Y para más inri, la Hermandad del Cristo del Amor y de la Paz no pudo culminar tampoco su desfile en 2019. La lluvia lo impidió. Cuando enfilaban la Cuesta de Tentenecio, una vez franqueado el Puente Romano, tuvieron que dar media vuelta antes de alcanzar las Catedrales para evitar daños en sendas imágenes. “El sentimiento es muy malo. La gente está muy disgustada porque la mayoría lleva mucho tiempo esperando al Jueves Santo para salir, bien pujando, o bien con un farol en la mano o con la campana”, lamenta el presidente.
A medida que el día se acerca, ese sentimiento de desazón se acrecienta culminando en un vacío insondable. “Son momentos de lágrimas en muchas casas. Siempre hay alguna razón especial por la que quieres salir y el no poder hacerlo te deja algo pendiente que no puedes resolver”, reconoce González. Compartir vídeos y fotografías de archivo por redes sociales es el alivio para estos días. “Es lo único que nos queda. Y pedir que esto se acabe rápido”.
La imposibilidad de salir en procesión ha empañado, sin duda, la celebración de tan señalada efeméride. De hecho, la sensación no puede pasar de agridulce. “Saber que hemos cumplido 50 años es un momento de alegría, pero no hemos podido empezar como quisiéramos”. El pasado 2 de febrero, fecha en la que se constituyó la Hermandad, estaba prevista una misa en la Catedral, pero unas horas antes la Junta de Castilla y León restringió el aforo de las iglesias y se vieron obligados a suspender el acto. “Dentro de la comisión del 50 aniversario, se se ha decidido arrancar con los actos a partir de septiembre y hemos aprobado también ampliar la celebración hasta mediados de junio del 2022”, manifiesta.
Una fecha en la que está prevista la convocatoria de nuevas elecciones tras ostentar Manuel González el cargo durante cuatro años. De ellos, dos no ha podido salir y el tercero tuvo que darse la vuelta. “Es algo que también le ha pasado a los hermanos mayores de paso, no solo a mí”, lamenta. En cualquier caso, aún no sabe si intentará prolongar su mandato cuatro años más. “Ahora mismo no he querido pensar si presentarme o no. Solo pienso en intentar terminar lo mejor posible y en hacer todos los actos que la pandemia permita. Y, sobre todo, luchar por nuestras imágenes, que es lo más importante para nosotros”, valora.
La Hermandad del Cristo del Amor y de la Paz, que tuvo que modificar la celebración de su Vía Crucis y trasladarla a la vieja iglesia del Arrabal, ha dispuesto en la parroquia sus dos imágenes para que puedan ser visitadas. “Queremos que cualquier hermano o hermana, o cualquier ciudadano se Salamanca se pueda acercar a contemplarlas. Hemos hecho un altar conjunto con las dos imágenes para que quien quiera puedan hacer una oración”, invita. Tampoco este año, según recuerda, podrán celebrar el lavatorio de pies en el que una docena de miembros de la Hermandad representan a los doce apóstoles.
En la actualidad, aproximadamente 700 hermanos componen la Hermandad del Cristo del Amor y de la Paz y, según su presidente, se mantiene como una agrupación joven. “Antes de estos dos últimos años, llevábamos cuatro o cinco con unas 30 o 40 altas y solo dos o tres bajas. La edad media es muy joven todavía”, celebra Manuel, quien revela haber enviado una carta a todos ellos para que, desde sus casas, vivan la Semana Santa a pesar de la ausencia de procesiones. “Les pedí que oren a nuestras imágenes para que la pandemia se termine lo antes posible y también que recen por los hermanos y familiares que nos han dejado”, concluye.
David Arranz / ICAL. El paso de María Nuestra Madre es portado a hombros por más de un centenar de mujeres