Llega el cambio de hora invernal, llegan las lluvias y llega el momento de peli y manta. Atrás quedan días veraniegos y es el momento de pasar más tiempo en casa. Pero lo mejor del otoño es que llega el momento de la cuchara y de ricos guisos en casa.
En Castilla y León, durante el otoño, uno de los platos típicos es la sopa castellana o sopa de ajo. Una sopa que está divina y que se elabora con ingredientes sencillos como pan, ajo, pimentón, y a veces jamón, huevo o chorizo, y es ideal para las temperaturas frías de esta estación.
Sin embargo, hoy de lo que queremos hablar es ese postre típico que nunca falta en los hogares de Castilla y León. Y, más aún, durante esta semana que se avecina de Todos los Santos: las hojuelas
Tan habitual como comer un cocido o unas alubias en noviembre es tener de postre esta delicia. Un dulce tradicional de Castilla y León que se consume especialmente durante esta fecha y en días como el de Todos los Santos o la Semana Santa.
Seguro que lo has comido más de una vez, pero este postre consiste en láminas finas de masa, que se fríen hasta quedar crujientes y se espolvorean con azúcar, canela o miel. Son ligeras y tienen una textura delicada al gusto que lo hacen ser toda una delicia.
Dónde se come
Castilla y León tiene nueve provincias, pero es cierto que en tres de ellas tienen una tradición tremenda: León, Valladolid y Salamanca.
Cada zona tiene pequeñas variaciones en la receta, aunque en esencia el postre es similar. En algunas familias, especialmente en las zonas rurales, es común que las recetas de hojuelas pasen de generación en generación, y muchas panaderías locales las venden durante el otoño y el invierno.
Es habitual que padres e hijos se pongan manos a la masa poder hacer este postre que es un referente en la Comunidad.
Así se hace
Y lo más curioso es que es una receta sencilla de hacer y que se puede hacer en casa durante estos días de otoño. Así que pasamos de la teoría a la práctica.
Estos son los ingredientes que vamos a necesitar: 250 gramos de harina, un huevo, 50 ml de anís o aguardiente (opcional), 50 ml de agua, una pizca de sal, aceite de oliva para freír y azúcar o miel para decorar.
Lo primero que tenemos que hacer es colocar en un bol grande, la harina, la sal y formar un hueco en el centro. Ahí vamos a meter el huevo, el anís y el agua en el hueco. Se mezcla hasta obtener una masa homogénea y suave.
Puedes amasar durante unos minutos hasta que no se pegue en las manos. Luego divide la masa en pequeñas porciones y estíralas con un rodillo hasta que queden finas. Posteriormente calienta el aceite en una sartén profunda a fuego medio.
Es el momento de la verdad. Fríe las hojuelas en el aceite caliente hasta que se inflen y se doren por ambos lados. Luego retíralas y colócalas sobre papel absorbente para eliminar el exceso de aceite.
Y por último, el toque mágico de espolvorear con azúcar o miel al gusto antes de servir y deleitar a todos los comensales.
Los toques provinciales
Como te hemos comentado, dependiendo de la zona hay variaciones a la hora de realizar este plato tan típico de Castilla y León.
Por ejemplo, en la zona de Ávila, a veces se les añade un poco de vino blanco en lugar de anís, y en Palencia se espolvorean con una mezcla de azúcar y canela para un sabor más especiado. Eso ya va según gustos.
Lo que está claro es que las hojuelas son un postre perfecto para acompañar una tarde otoñal con café o chocolate caliente y disfrutar de la tradición y el sabor de Castilla y León.