Desde 2002, Filipinas se había convertido en una historia de éxito para las empresas e investigadores en cultivos transgénicos. Con la aprobación de leyes favorables a la importación y producción de organismos genéticamente modificados (OGM), el gobierno filipino apostaba por la biotecnología para paliar la malnutrición. Pero no todo el mundo compartía esta visión.
Este mes, el Tribunal Supremo puso fin a cuatro años de litigios dando la razón a un recurso presentado por Greenpeace y Masipag, una asociación de agricultores, y prohibió los ensayos de campo de berenjenas Bt, es decir, genéticamente modificadas con Bacillus thuringiensis, un pesticida biológico.
La berenjena es un alimento básico en el sudeste asiático pero, además, el tribunal, apelando al llamado principio de precaución (PDF), ha paralizado hasta nueva orden todos los demás ensayos o importación de productos transgénicos, lo que ha sacudido los cimientos de la industria alimentaria filipina.
"Estamos encantados por la decisión del Tribunal Supremo", dijo tras la sentencia Carlito Seguiro, director de Masipag, "podemos seguir con nuestra actividad agrícola sin temores de que nuestros preciados vegetales se corrompan con toxinas y efectos indeseados de los OGM".
El enigma del arroz dorado
Entre otros ensayos que se estaban poniendo en marcha estaba el del famoso arroz dorado. Este cereal super-enriquecido con vitamina A se hizo famoso hace casi 15 años, cuando Ingo Potrykus y Peter Beyer publicaron en Science su potencial para paliar la malnutrición y la deficiencia de vitamina A, principal causa mundial de ceguera infantil.
"Aún no sabemos qué pasará, porque en estos momentos sólo tenemos notas de prensa de origen incierto, no hemos visto el documento", declara a EL ESPAÑOL Peter Beyer desde su despacho en la Universidad de Friburgo (Alemania). Según el científico, la resolución del tribunal "estará disponible en una semana, más o menos". Hasta entonces, prefiere ser cauteloso. "Tendremos que decidir cómo actuar, pero recuerde que Filipinas no es el único país con arroz dorado", dice Beyer. Si el fallo se confirma, Bangladesh e Indonesia serían los candidatos para lanzar este producto.
Según el último informe bianual del Instituto de Investigación Alimentaria y Nutrición filipino (FNRI por sus siglas en inglés), un 10% de los filipinos padece de deficiencia energética crónica, y aunque "hay una reducción significativa en la prevalencia de retrasos en el crecimiento entre adultos de 0 a 19 años, sigue siendo un problema de salud pública de alta preocupación".
Aunque preocupante, la situación ha mejorado con respecto a 2008, lo que alienta las posiciones favorables a la prohibición. Hace unos años, la deficiencia de vitamina A afectaba a 1.700.000 niños filipinos menores de 5 años, así como a medio millón de mujeres embarazadas o lactantes. Por eso, el gobierno de Manila puso todas las facilidades para ser pioneros en la investigación y producción del famoso arroz dorado.
Sacudida en los mercados
Más allá de las berenjenas y el arroz, otro tema candente es que la decisión del TS ha vetado la importación de soja transgénica al país asiático, principalmente desde Estados Unidos. La cantidad importada anualmente a Filipinas se estima en más de dos millones de toneladas. Actualmente, una gran mayoría del pienso con el que se alimenta al ganado se elabora con esta soja.
"Podríamos caer en una crisis alimentaria si esta medida se implementara", declaró esta semana a Reuters Ric Pinca, de la Asociación Filipina de Molienda de Piensos. "No habría cerdo, pollo o pescado disponible en el mercado".
De hecho, la nueva normativa filipina ha sacudido los mercados de futuros como el de Chicago, donde la soja alcanzó esta semana los 246 euros por tonelada, su precio más bajo en cinco años. En cualquier caso, el gobierno del presidente Benigno S. Aquino III ha declarado que recusarán la decisión del Tribunal Supremo.
Esta batalla entre la ciencia, la industria y la ideología está lejos de haber terminado.