El anestesiólogo estadounidense Scott Reuben estaba considerado uno de los investigadores en gestión del dolor más prolíficos del mundo. Al menos hasta que, en 2009, se descubrió que las conclusiones de sus estudios estaban basadas en ensayos clínicos inventados.
Cinco años después de su caída, su homólogo austríaco Helmar Bornemann-Cimenti descubrió que los artículos de Reuben seguía siendo citados por muchos de sus compañeros, que en ningún caso mencionaban el fraude científico cometido por el anestesiólogo.
Un estudio publicado hace tan sólo unos días en arXiv analizaba cuántos estudios científicos habían sido retractados de revistas, ya fuera por errores o por manipulación, entre 1980 y 2014. En este trabajo, recopilado por investigadores de la base de datos científica de Thomson Reuters, salieron 2.659 artículos, aunque lo más llamativo es que la tasa anual de retracción se ha multiplicado por 20 en los últimos 25 años.
¿Se falsifica más o, por el contrario, es que hoy se detecta mucho mejor el fraude?
En España, el despido hace unos días de la bióloga molecular Susana González del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC), que el diario El País ha atribuido a una supuesta falsificación de resultados -aparecidos en revistas científicas de primer orden y denunciados en PubPeer, un portal donde los científicos pueden comentar anónimamente sobre trabajos ya publicados- ha provocado una reacción en cadena que ha salpicado a científicos tan reputados como Manel Esteller, del Centro de Investigación Médica de Bellvitge o María Pia Cosma, del Centro de Regulación Genómica de Barcelona.
Pero no se dejen engañar por las recientes noticias, trampear un estudio científico es muy difícil. Sin embargo, si es éste su objetivo, he aquí algunas claves que podrían facilitarle la vida... antes de arruinársela si le descubren.
Manipular imágenes
Consultado por este periódico, un investigador español de alto nivel en el campo de la biología molecular -que solicita el anonimato- explica que le cuesta imaginar que científicos del nivel de González hayan podido falsear repetidamente sus resultados. "No le quito culpa si la tuviera, pero una trayectoria de una persona con una beca ERC Consolidator... estamos hablando de la élite científica, me cuesta mucho creer que sea una invención como la del coreano", dice refiriéndose a Hwang Woo-Suk, que en 2005 falsificó los datos en un estudio sobre clonación de embriones humanos que acabó publicado en Science. "Si uno tiene un historial de buenas publicaciones, ¿todas van a ser falsas? Cuando mandas algo a una revista de impacto, para empezar tienes unos referees anónimos que te indican los pasos que tienes que seguir, ¿todo eso te lo vas a inventar?"
En efecto, para publicar en revistas como Science, Nature o Cell hay que pasar diversos filtros, de referees a revisores por pares, y más aún para obtener una beca internacional como las que otorga el Consejo Europeo de Investigación. Pero hay un flanco poco vigilado para colarse: la manipulación de imágenes. Todos los casos mencionados previamente, como el artículo de Nature Genetics que Esteller y la portuguesa Sónia Melo publicaron en 2009 y han tenido que retirar en enero de este año, incluían algún problema de tipo gráfico.
Un análisis de 2013 sobre este extendido problema indicaba que hasta un 10% de los artículos aceptados para publicación en Cell Biology incluían una manipulación de las imágenes, incluso cuando éstas no alteraban las conclusiones de los datos.
El investigador y periodista Leonid Schneider, dedicado a destapar casos de fraude o mala conducta científica, explica a EL ESPAÑOL que "lo que se evalúa es la cantidad y calidad de los estudios, el factor de impacto o la reputación, además de otros criterios menores como la calidad de la propuesta o quién te recomienda", sin embargo, "nadie mira nunca la integridad de las imágenes cuando se reparte financiación".
Es cierto que algunas revistas, como el European Molecular Biology Organization Journal o el Journal of Biological Chemistry, están empezando a controlar este aspecto, pero como indica Schneider, "necesitas especialistas para esto, y la mayoría de las revistas no quieren invertir dinero".
Disciplinas más laxas
Otra de las cosas que caracterizan a los escándalos científicos enumerados hasta el momento es que todos pertenecen a las áreas de medicina o biología. No es casual, ya que son las disciplinas donde más trabajos fraudulentos se detectan según el estudio de Thomson Reuters.
Clasificación | Categoría de los trabajos retractados | Tasa de retracción |
1º | Biología Molecular y Genética | 2,1 |
2º | Inmunología | 1,66 |
3º | Microbiología | 1,55 |
4º | Biología y Bioquímica | 1,14 |
19º | Ciencias sociales | 0,21 |
20º | Geociencias | 0,17 |
21º | Ciencias Informáticas | 0,17 |
22º | Ciencias del Espacio | 0,06 |
Quizá este hecho tiene relación a que el tipo de apoyo gráfico que suele ser manipulado se asocia más a las imágenes con microscopio de un gel, cuyas bandas pueden ser reagrupadas. "También es cierto que depende de la relevancia de ese gel, pero ¿por eso se va a considerar un fraude?", dice el investigador consultado, "es un detalle que puede hacer que el artículo cuadre mejor, pero los resultados siguen estando ahí, ¿lo consideraría algo tan grave como un fraude científico que puede arruinar la carrera de un investigador? No lo sé".
Trabaje con un autor importante
Por lo general, cuanto más importante sea el autor principal con el que trabaja y más lo sea usted, más fácil diluir responsabilidades en caso de que le pillen. "Normalmente el primer autor es el que lleva el trabajo de pipeta, y en cuanto a los otros, uno hace la parte molecular, otro la parte de biología celular... si el investigador es un estudiante de doctorado tiene más supervisión, pero si es un postdoctoral ya no tanto", explica el investigador, "y hay grupos muy potentes, con un gran nombre como investigador principal que igual tiene a 40 post-doc, ¿cree que va a estar al cargo de cada gel que hagan?"
En el caso del artículo de Nature Genetics que tuvo lugar bajo el auspicio de Manel Esteller, Schneider piensa que el catalán tenía una culpa in vigilando ante las malas prácticas de una de las investigadoras, la portuguesa Sónia Melo. "No hay forma de que un investigador principal no se dé cuenta de tantas manipulaciones de imagen en sus artículos", dice, y añade "salvo que este investigador mire hacia otro lado casi deliberadamente siempre y cuando los datos cumplan con sus expectativas".
Sin embargo, este periodista y antiguo investigador celular reconoce que Esteller reaccionó de forma "ejemplar" al solicitar la retracción del artículo.
Tenga preparada una buena excusa
Supongamos que lo ha logrado. Ha escrito un artículo manipulando las imágenes y en una disciplina científica que no suela ser demasiado exigente en la detección de trabajos éticamente laxos. Encima, ha logrado colarlo en una importante revista científica. ¿Trabajo cumplido? En absoluto.
Aunque cuele, cabe la posibilidad de que una miríada de científicos anónimos se metan en PubPeer y le salten al cuello en cuanto detecten la más mínima inconsistencia. "Ningún artículo es perfecto, y desgraciadamente, siempre hay algo que querrías demostrar y que no sale", explica el investigador. "Incluso en revistas como Nature, si te pones, a todo estudio le sacas fallos, pero eso no significa que sea necesariamente un fraude".
Incluso en esta tesitura, hay algunos ases que se puede sacar de la manga. Uno bastante recurrente, según Schneider, es aludir a "asuntos de compresión o baja resolución de las imágenes, aunque esta excusa sólo es potencialmente válida en artículos que tienen 20 años o más", es decir, antes de que el uso de Photoshop se popularizara. Si es un artículo publicado en 2016, alguien puede pedirle una versión en alta resolución de las imágenes para contrastar que no ha habido manipulación.
Otra excusa que puede usar es la duplicación accidental, pero como explica Schneider, "esto puede pasarle a alguien una o dos veces, ¡pero no muchas más!".
En cualquier caso, piense que en los últimos 30 años, los 2.659 artículos científicos retirados han sido citados posteriormente ocho veces más que el artículo promedio. Si le pillan, su prestigio como científico se vendrá abajo durante un tiempo bastante largo, pero puede que no ocurra lo mismo con el de su infausto trabajo.