El 23 de abril del año 303, un caballero llamado Jorge murió en una región indeterminada que cambia según la versión de la leyenda. Jorge acabó siendo santo por su indudables valores: se ofreció para sustituir a una princesa que había sido escogida por sorteo para servir de merienda al dragón que aterrorizaba al reíno. No sólo se sacrificó con su ofrecimiento, sino que fue capaz de matar a la bestia y, además, renunció a las riquezas que el rey le ofreció a cambio de su hazaña.
San Jorge es sin duda un ejemplo de valor y éxito, pero no se puede decir lo mismo de la universidad que lleva su nombre, un centro privado educativo de Aragón que ostenta el dudoso honor de ocupar el último lugar en el más reciente ranking de universidades españoles, que, con el nombre proyecto U-Ranking han dado a luz el Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (IVIE) y la Fundación BBVA.
De acuerdo a sus índices de rendimiento, además de la Universidad de San Jorge otros centros que tienen que subir nota son la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED), la Universidad Oberta de Catalunya, la de Vic y la Católica de Valencia.
El nuevo ranking, la cuarta edición de este proyecto, incluye a 61 universidades españolas, 13 de las cuales son privadas.
Para elaborar su listado, los autores utilizaron 25 indicadores divididos en tres categorías: docencia, investigación e innovación y desarrollo tecnológico. Entre los indicadores para medir el nivel de profesorado están, por ejemplo, la tasa de doctores por cada cien alumnos, la tasa de evaluación o la de abandono, así como el índice de capacidad de atracción, entre otros.
Para evaluar la investigación, el informe se fija en los recursos, en la producción o en la calidad, que se mide por ejemplo con el factor de impacto de las publicaciones.
La innovación y el desarrollo tecnológico tiene también distintos indicadores, que incluyen entre otros las patentes comercializadas, los ingresos obtenidos o las horas de formación continua.