Poder obtener un fármaco en poco tiempo y cuando sea necesario de una máquina que cabe en cualquier cocina se parece bastante a una revolución. Más aún teniendo en cuenta todos los procesos de fabricación, certificación o validación por los que tiene que pasar un medicamento.
Un grupo de ingenieros, químicos y farmacéuticos vinculados al prestigioso MIT han publicado en Science el desarrollo de un aparato que hace posible obtener, de forma continua, productos tales como el Prozac (clorhidrato de fluoxetina), el diazepam o la lidocaína. Estos reunirían, además, los estándares de calidad que exige la farmacopedia de Estados Unidos. Pero ¿por qué estos anestésicos y antidepresivos? "Nuestro sponsor seleccionó esos compuestos porque representan fármacos muy usados y comunes, y con una creciente complejidad química", dice a EL ESPAÑOL Klavs Jensen, del Departamento de Química del MIT.
El patrocinador principal de esta máquina procuradora de fármacos es la Agencia de Proyectos Avanzados de Investigación en Defensa estadounidense, DARPA, autora de proyectos tan futuristas o extravagantes como el avión hipersónico o los soldados cyborg.
La principal razón por la que esta máquina podría resultar útil al ejército estadounidense, o a cualquiera, es que con ella no existiría el desabastecimiento de medicamentos, uno de los principales problemas de la industria farmacéutica en Estados Unidos. Entre 2011 y 2014, la FDA reportó unas 200 alertas anuales por falta de algún fármaco.
Otro motivo es que, a diferencia de los automóviles, la comida o los compuestos electrónicos, la producción de medicamentos aún se hace por lotes y no de forma continua. Además, lo más común es que el proceso se realice en distintos sitios: el principio activo se formula en una fábrica y el medicamento final, ya mezclado con excipiente y empaquetado, en una planta separada.
El proceso de producción tradicional de una pastilla puede extenderse hasta en 12 meses, mientras que esta nueva máquina puede producir en 24 horas unas 810 dosis individuales de lidocaína o 3.000 de diazepam.
Sin embargo, el descubrimiento abre una puerta peligrosa. Por ejemplo, qué ocurre si alguien quiere fabricar otros medicamentos. Jensen reconoce que "actualmente estamos desarrollando métodos para sintetizar, purificar y formular otros medicamentos de forma similar", a la vez que descarta que alguien pueda hackear fácilmente el aparato para usarlo a su antojo. "Ha hecho falta un equipo de químicos e ingenieros muy preparados para desarrollar el sistema; a menos que alguien tenga el mismo nivel de educación, no será capaz de modificar nuestra tecnología", añade el químico, "y además, los componentes están todos personalizados, no son fácilmente disponibles".
Otro enfoque peligroso. En algunos lugares de Estados Unidos está planteándose volver a ejecutar reos mediante el pelotón de fusilamiento por el desabastecimiento de barbitúricos como el tiopentato de sodio, que en 2011 Europa prohibió exportar a países con pena de muerte. ¿Podría fabricarse en una de estas nuevas máquinas? "Sí", reconoce Jensen, "desgraciadamente, la humanidad siempre encuentra la forma de convertir los avances, del hacha de piedra al cohete, en herramientas criminales".