Investigadores japoneses han observado en China a unos monos dorados de nariz chata que manifiestan muestras de afecto y compasión hacia una hembra moribunda, miembro de su grupo. Hasta ahora, aparte de los grandes simios, no se sabía que otros primates pudieran tener comportamientos de empatía ante la muerte.
Él se acerca a su pareja, que yace moribunda alejada del grupo, y con suavidad agarra su mano sin dejar de mirarla. Su compañera intenta ponerse en pie. Sin éxito, cae desplomada. Entonces él empieza a tirar de ella, tratando de reanimarla, pero ella ya descansa. Sin moverse, él permanece a su lado hasta que decide irse. A medio camino, mira atrás, pero ella ya no le devuelve la mirada.
Esta escena podría encontrarse en un melodrama de Hollywood. Sin embargo, la historia no es ficticia ni sus protagonistas son humanos, sino una pareja de langures dorados de nariz chata (Rhinopithecus roxellana), una especie de primates asiáticos en peligro de extinción.
La secuencia de acontecimientos sucedió durante la observación, por parte de investigadores de la Universidad de Kyoto (Japón), de un grupo de 150 monos de esta especie en la reserva natural nacional de Zhouzhi (China). Durante el estudio, los expertos percibieron que, en un subgrupo, una hembra apodada DM, débil y alejada del resto, comenzaba a sangrar por la nariz.
El duelo de su pareja
El único macho que componía esta familia –formado por otras tres hembras adultas, dos menores y dos crías– se acercó a la hembra que yacía moribunda. El bautizado como ZBD tocó su mano e hizo advertencias para que el resto se mantuviera alejado.
Media hora más tarde, la pareja subió a un árbol y permaneció sentada sobre una rama a 25 metros de altura, donde el macho contemplaba a su compañera. Treinta minutos después sucedió lo inevitable. La hembra cayó desplomada al vacío y permaneció en el suelo sin moverse y emitiendo unos débiles gemidos.
Todo el grupo corrió a su lado. Después de cuidarla durante 50 minutos, dejaron a la pareja en la intimidad. Entonces DM intentó levantarse y seguir al grupo, pero volvió a caer de golpe y murió. Su compañero permaneció a su lado. Durante cinco minutos estuvo acariciándola y tirando en vano de su mano para intentar reanimarla. Finalmente el mono se reunió con el grupo en un río a 50 metros del lugar donde yacía DM sin apartar la mirada de ella.
Uno de los investigadores enterró el cuerpo de la hembra fallecida en las proximidades. Al día siguiente, los monos chatos dorados volvieron donde su compañera había muerto. Durante al menos dos minutos, ZBD permaneció sentado observando el lugar donde había dejado a su pareja.
"Esta inusual observación defiende que la empatía y la compasión que rodea la muerte se extiende más allá de los seres humanos y sus parientes evolutivos más cercanos", señalan los científicos en el estudio, publicado en Current Biology.
Los animales, desde insectos hasta grandes mamíferos, adoptan diferentes actitudes frente a la pérdida de alguno de sus parientes. En el caso de los grandes simios, como los chimpancés, ciertos comportamientos recuerdan a la conducta humana en situaciones de enfermedad, lesiones o muerte de un ser querido.
Sin embargo, hasta ahora se desconocía si otros primates más alejados compartían estas respuestas físicas y emocionales frente a la muerte.