¿Puede un pez de río acabar con un caballo? Hasta ahora, aunque la teoría decía que sí, cierto escepticismo rodeaba a la idea. La única prueba que había de un comportamiento similar la protagonizaron unos peces denominados gimnotos, que viven en los ríos de América del Sur. Se les llama también, erróneamente según los expertos, anguilas eléctricas, por su similitud con dichos animales y por su capacidad de producir descargas.
El problema es que la batalla que teóricamente había enfrentado a estos animales con los equinos sólo se documentó en el tomo III del Viaje a las Regiones Equinocciales de Alexander von Humboldt, el naturalista alemán considerado el padre de la geografía moderna universal.
En los 200 años transcurridos desde entonces, nunca se había vuelto a registrar un comportamiento tan violento por parte de estos peces, que Humboldt describió así: "En menos de cinco minutos dos caballos se habían ahogado. Estrechándose la anguila, que tiene cinco pies de largo, contra el vientre de los caballos, lanza por toda la superficie de su órgano eléctrico una descarga que ataca a un mismo tiempo el corazón, las vísceras, y el plexo celíaco en los nervios abdominales… Los caballos no son matados, sino aturdidos".
Réplica estadounidense
El año pasado Kenneth Catania, biólogo de la Vandervilt University y estudioso de los gimnotos se animó a intentar replicar una batalla similar; en este caso, repetían como contrincantes las anguilas eléctricas pero el enemigo a batir era otro: una cabeza de cocodrilo de plástico.
Además, y haciendo honor a los dos siglos transcurridos desde lo narrado por Humboldt, el experto decidió medir exactamente cómo se producía el ataque y qué intensidad tenía el voltaje aplicado por los animales.
Los diversos experimentos realizados, esta vez, en un tanque de agua -y no en el Amazonas, como el episodio narrado por el naturalista alemán- permitieron mostrar que el pez es especialmente peligroso cuanto más salta en pos de su presa. Al ser los caballos animales muy altos, es lógico pensar que los impulsos emplearon en el episodio narrado por Humboldt fueron especialmente potentes.
Además, la descarga llega de distinta forma cuando el animal está sumergido y cuando sale fuera del agua. En este último caso, lo que debió de suceder en la hasta ahora considerada casi leyenda, la electricidad pasa directamente de la barbilla al objetivo del ataque. La corriente viaja por todo el cuerpo del enemigo hasta que puede volver al agua y, de ahí, a la cola del pez, completando el circuito.
"Esto permite a la anguila eléctrica dar descargas con un voltaje muy elevado a los animales terrestres que invaden parcialmente su territorio", explica Catania, que concluye: "Esto también les deja electrificar una porción mucho mayor del cuerpo del invasor".