El sufijo "itis" suele indicar inflamación, pero no todas las inflamaciones son iguales. Y, en la ruleta de las que pueden tocar, la peritonitis es una de las menos deseables. El peritoneo es el tejido que recubre la parte interna del abdomen y sirve así de punto de apoyo para la mayoría de los órganos abdominales, que no son precisamente poco importantes.
Cuando el peritoneo se inflama suele ser por una infección que, a su vez, puede estar provocada por una bacteria o por hongos. Pero, a diferencia de las que afectan a otras partes del cuerpo, si la peritonitis se deja sin tratar es fácil que la infección se extienda a la sangre y se produzca una sepsis que viaje por todo el organismo. Una infección múltiple que puede llevar a un fallo multiorgánico y a la muerte.
Los síntomas de la peritonitis son vagos y pueden aplicarse a muchas enfermedades e incluyen desde la pérdida de apetito al dolor abdominal que van empeorando por momentos. Sed extrema, fiebre o vómitos son otros de los signos de alarma.
Hay dos tipos principales de peritonitis, la primaria y la secundaria, ambas con unas tasas de mortalidad que pueden llegar al 40% de los casos. El tratamiento puede consistir en la aplicación de medicamentos o en la cirugía, que sigue teniendo un pronóstico malo, con una mortalidad elevada.
Es relativamente frecuente que la peritonitis secundaria lo sea a otra operación, como ha sido el caso de la diputada del PP Isabel Redondo. Al abrir el abdomen para hacer otra cirugía, como retirar el apéndice por una apendicitis, un microorganismo entra en el peritoneo y se produce la inflamación. En el caso de la política madrileña el tratamiento tuvo que ser quirúrgico, lo que alarga la recuperación.
La hospitalización es de larga duración porque los médicos están atentos a que la infección esté bajo control y no haya sepsis ni un shock séptico -la principal causa de muerte asociada a la enfermedad-, lo que requeriría del ingreso en una unidad de cuidados intensivos.