In extremis. Cristina Cifuentes ha salvado sus presupuestos de las enmiendas a la totalidad de PSOE y Podemos gracias a la asistencia de última hora de sus diputadas Isabel Redondo y Elena González Moñux. La primera se encuentra de baja médica por una intervención quirúrgica que derivó en infección desde principios de febrero. La segunda se declaró en rebeldía al acusar de acoso al portavoz de su grupo, Enrique Ossorio. Su asistencia no era segura y no se confirmó hasta el final.
PP y Ciudadanos necesitan la presencia de todos sus parlamentarios para imponerse al bloque PSOE-Podemos. Naranjas y azules suman 65 frente a los 64 de los opositores. Si uno se cae de la lista, hay empate. Pero si se hubiesen caído dos, como podía ocurrirle a Cifuentes este jueves, las enmiendas a la totalidad de la izquierda habrían prosperado y, por primera vez, las cuentas habrían sido devueltas al Ejecutivo.
Salvado este obstáculo, es tiempo para las enmiendas parciales. El Gobierno de la Comunidad ya trabaja con la vista puesta en la primera semana de mayo, cuando llevará a la Cámara la aprobación definitiva de los presupuestos.
Juego de Tronos en la Asamblea
Juego de Tronos en la Asamblea de Madrid. Desde primera hora de la mañana hasta pasadas las tres de la tarde. A Cifuentes hoy le valía con que una de sus dos diputadas hasta ahora ausentes asistiera a la Asamblea. Las iniciativas decaen si empatan a votos tres veces consecutivas. Como la propuesta este jueves era de PSOE y Podemos, el bloque de izquierdas necesitaba ganar. No ocurrirá así en mayo, cuando el empate perjudicará a la presidenta, que será quien tome la iniciativa ofreciendo al parlamento la aprobación de las cuentas.
Alrededor de la una de la tarde, Isabel Redondo llegó en taxi a la Asamblea de Madrid. Convaleciente, delicada, fue fotografiada por los periodistas. En un aparte, decía haber hecho el esfuerzo "porque la situación lo merecía" y lamentaba que la Cámara madrileña todavía no disponga de voto telemático.
Miembros de su gabinete y una compañera de escaño, salieron a recibirla. La ayudaron a bajar del coche. Abrigada, bufanda incluida, se desplazó con dificultad y pasitos cortos. Los parlamentarios populares se volcaron con ella a sabiendas del sacrificio que hacía para salvar los presupuestos de su partido.
Besos, pero no aplausos
Con la llegada de Moreno, el trámite de esta mañana se había salvado, pero la ausencia de Moñux preocupaba a los populares por una posible rebeldía de cara a la votación definitiva de la primera semana de mayo. "Dijo que vendría, pero no tenemos ni idea", decían algunos de sus compañeros.
Moñux, cuyo caso llegó a los tribunales y de baja por depresión -ella la atribuye al acoso del líder de su grupo-, no apareció en la Asamblea hasta cinco minutos antes de la votación. Coordinada hasta el extremo, entró en la Cámara, dio dos besos a Cristina Cifuentes y esperó sentada el momento de votar. A pesar de la ya solventada rebeldía, fue la única diputada que no se levantó a aplaudir el discurso de Engracia Hidalgo, la consejera de Economía de su Gobierno.