Prácticamente desde que el mundo es mundo, los mosquitos se las han ingeniado para hacer la vida de los humanos un poco más molesta. Las altas temperaturas del verano son especialmente propicias para que estos diminutos insectos proliferen entre nosotros y acaben clavando su aguijón en nuestra piel y, finalmente, picándonos.
Sin embargo, éste debería ser el menor de los problemas por el que deberíamos preocuparnos. La comunidad científica estudia desde hace algunos años las distintas especies de mosquitos con diversos objetivos. Intentar descifrar el comportamiento de esta especie y entender por qué actúan de la manera en que lo hacen podría ayudar a salvar millones de vidas en todo el mundo.
No, no pican por nuestra "sangre dulce"
Mucho se ha hablado sobre la predilección de los mosquitos a la hora de picar a unas personas más que a otras. Lo que se sabe hasta la fecha es que, efectivamente, no es el dulzor de nuestra sangre lo que llama su atención, como dice la sabiduría popular. Un estudio publicado en Plos One en 2015 concluyó que es la genética la que predispone a unos sujetos más que a otros a sufrir picaduras. En concreto, los mosquitos se sienten especialmente atraídos por el olor corporal que emanan algunas personas y que viene determinado genéticamente.
Otros estudios anteriores habían conseguido demostrar que estos insectos se sienten especialmente atraídos por el sudor, el dióxido de carbono, las mujeres embarazadas, las bacterias que tenemos en nuestra piel o las personas que beben cerveza.
Sólo pican las hembras
No todos los mosquitos pican. De hecho, son sólo las hembras las que clavan su aguijón en la piel de los vertebrados. ¿Por qué? La respuesta, a priori, es bastante sencilla: son ellas las que necesitan la sangre para producir huevos.
En realidad, los mosquitos podrían vivir perfectamente sin picar, alimentándose del néctar de las flores, savia y algunos jugos de frutas. Sin embargo, para iniciar el ciclo gonotrófico y que se produzca la ovogénesis, los mosquitos necesitan algunas proteínas que extraen del plasma. Por lo general, las hembras sólo pican una vez -pudiendo llegar a absorber hasta tres veces su peso en sangre- excepto aquellas que se encuentran débiles, que lo pueden hacer reiteradas veces.
Es el animal más mortífero del mundo
Pese a su diminuto tamaño, el mosquito es el animal más peligroso del mundo. La OMS estima que estos insectos causaron la muerte de más 400.000 personas en 2015 sólo por malaria. Sólo estas cifras ya los convierten en unos animales 180 veces más mortales que los tiburones, los cocodrilos y los leones juntos y, por ende, en el mayor depredador del hombre.
La malaria, el Zika, el dengue, el chikungunya o el virus del Nilo Occidental son sólo algunas de las enfermedades más letales transmitidas por los mosquitos. Estos virus tienen una especial incidencia en sus lugares de origen (países de África, Asia o Latinoamérica y situados, sobre todo, en el hemisferio sur).
Miles de especies distintas
Existen más de 3.500 especies distintas de mosquitos identificadas en el mundo. De éstas, alrededor de 200 se alimentan de sangre y sólo cuatro suponen una amenaza real para la salud de los seres humanos y para la vida de miles de millones de personas. Se trata del Aedes Albopictus o mosquito tigre (responsable de la transmisión del dengue, la fiebre amarilla o el virus del Nilo Occidental); el Anopheles (que transmite la malaria); el Aedes Aegypti (principal responsable de la transmisión del Zika o el chikununya); y el Culex pipiens o mosquito común, que es el causante de la encefalitis, principalmente en Asia e islas del Pacífico.
Mosquitos contra mosquitos
La guerra química contra los mosquitos se ha librado tradicionalmente a base de pesticidas. En concreto, el más utilizado ha sido el DDT o dicloro-difenil-tricloroetano, con el que se ha intentado frenar la expansión de los virus más letales que se transmiten a través de estos insectos por todo el mundo. Sin embargo, según advierten los expertos, llegará un momento en que este químico deje de ser efectivo y los mosquitos se vuelvan resistentes también a él.
Tal y como se muestra en Mosquito, el documental que estrenó Discovery Channel el pasado 6 de julio y que cuenta con la participación de la Fundación Bill y Melinda Gates, empresas como Oxitec han comenzado a utilizar mosquitos macho modificados genéticamente para controlar la expansión del Aedes Aegypti, que transmite los virus del dengue, el chikungunya y el Zika. En Brasil o en Indonesia han conseguido reducir la población objetivo en más de un 90%.
Una increíble capacidad de adaptación
Los seres humanos y los mosquitos son los dos animales que más han evolucionado a lo largo de su existencia. El motivo no es otro que su inquebrantable instinto de supervivencia. Sin embargo, hay que tener en cuenta un aspecto que hace de los mosquitos una especie superior: los mosquitos han sobrevivido a varias glaciaciones durante millones de años. De hecho, su capacidad de adaptación está provocando que los huevos sobrevivan a los meses más fríos y que las poblaciones comiencen a multiplicarse ya en primavera.
La mano del hombre, el gran problema
El documental dirigido por Su Rynard plantea un problema de mayor embergadura a la hora de controlar la expansión de los mosquitos: la mano del hombre. El poco cuidado del ser humano con nuestro planeta está provocando la proliferación de mosquitos en países cuyas bajas temperaturas resultaban antes hostiles para la vida de estos insectos.
Pero no sólo eso. A ello hay que unir el continuo trasiego de personas entre los distintos continentes y una red de transporte mundial. Estas variables son el caldo de cultivo perfecto para multiplicar las zonas de cría de mosquitos y que enfermedades que se habían considerado tradicionalmente tropicales lleguen hasta Occidente. Según el documental, "2.500 millones de personas están expuestas aún hoy al virus del Zika", que lejos de haber sido erradicado, podría provocar una terrible pandemia a nivel global.
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