El acto de consumir drogas con fines puramente lúdicos es algo casi tan antiguo como el ser humano. De hecho, los primeros casos conocidos datan del año 3.000 antes de Cristo, cuando los hombres y mujeres de aquella época comenzaron a descubrir las propiedades de algunos opiáceos; desde el cáñamo en Asia hasta el peyote en las civilizaciones mayas, pasando por las hojas de coca, consumidas por los antiguos americanos.
Pero los seres humanos no son los únicos seres vivos que han sabido apreciar las aplicaciones alternativas de estas sustancias, pues también se conocen otros muchos casos de animales que descubrieron las drogas por casualidad y ya no pudieron dejar de tomarlas.
Los delfines y los peces globo
El pez globo es un suculento manjar, muy apreciado en los países asiáticos; aunque es tan tóxico que si no se cocina correctamente, eliminando las vísceras más venenosas, puede ser letal. Sin embargo, un consumo mínimo de sus toxinas puede resultar de lo más divertido, y si no que se lo pregunten a los delfines.
A lo largo de los últimos años han podido grabarse varios casos de delfines que, después de tomar este pez por accidente, decidieron seguir extrayendo sus toxinas de forma moderada, con el fin de disfrutar del subidón resultante. Pero estos mamíferos acuáticos no son avariciosos y por eso optan por compartir su descubrimiento, no sólo con otros delfines, sino también con cualquier otro animal amigo que se encuentre en las inmediaciones. En este vídeo, por ejemplo, puede observarse cómo un delfín que ya se consideraba suficientemente drogado decidió pasarle el vicio a los buzos que se encontraban grabándolo.
Los renos y los hongos alucinógenos
El ser humano tampoco es el único animal que ha descubierto las maravillosas propiedades alucinógenas de los hongos. Otro curioso ejemplo es el de los renos, que han sido observados en numerosas ocasiones consumiendo Amanita muscaria, un hongo típico de Siberia que los pone como locos. Se desconoce qué es lo que ocurre exactamente en su cabeza después de tomarlo, pero podría ser algo similar a lo que ronda las mentes de las personas cuando toman las famosas setas mágicas.
Los pájaros que se drogan con hormigas
Hace décadas que el ornitólogo Horace Groskin describió cómo algunas especies de aves, como la abubilla o el cuervo, acostumbran a frotar hormigas contra sus plumas, con el fin de extraer el ácido fórmico, sintetizado de forma natural por estos insectos. Desde entonces, otros muchos especialistas han comprobado que, efectivamente, lo hace en busca de una sensación tan placentera que les lleva a desarrollar comportamientos muy curiosos, como un extraño baile con el pico abierto y las alas extendidas.
Sapos y moscas 'colocadas'
Éste es sin duda uno de los ejemplos más curiosos, pues se demuestra que la cadena alimentaria no sólo tiene por qué consistir en el traspaso de nutrientes para la supervivencia de las especies.
En este caso todo empieza con las moscas, que sienten una gran afición por succionar un ácido presente en las caperuzas de algunas setas venenosas. Como resultado quedan tan sumamente atontadas que se convierten en un blanco fácil para los sapos, que después de comerlas comienzan también a experimentar los efectos de la droga. Un buen festín y un subidón inesperado, todo en uno.
Los canguros y las amapolas
Las amapolas son una fuente de opiáceos que pueden utilizarse tanto con fines médicos como para la fabricación ilegal de drogas. Los canguros lo saben, o al menos lo intuyen, y por eso aprovechan para pasearse por los campos de adormideras y entonarse con esas flores, que les causan tal euforia que terminan corriendo en círculos hasta caer exhaustos.
Esta teoría se basa en el testimonio de varios agricultores, pero no ha sido corroborada por científicos. Sin embargo, a la hora de buscar un origen a las misteriosas señales circulares de los campos australianos es una teoría bastante más plausible que la de la invasión alienígena.
Los elefantes, las moscas despechadas y el alcohol
Algunos animales son bastante más tradicionales y, puestos a cogerse un buen colocón, prefieren hacerlo con drogas legales, como el alcohol. Un ejemplo típico es el de los elefantes, que, según la creencia popular, recorren kilómetros y kilómetros en busca de los frutos fermentados de la marula, una planta con la que las poblaciones de la sabana fabrican un tipo de vino, conocido como buganu.
Esta teoría surge de un vídeo en el que se observaba a un grupo de estos y otros animales mostrando comportamientos extraños después de atiborrarse de esta fruta; pero, según los expertos, no tiene sentido, pues sería imposible que un animal tan grande se emborrachara con una cantidad tan baja de alcohol.
Sin embargo, las que sí que saben bien cuándo recurrir a los efectos de esta droga son las moscas, concretamente las de la especie Drosophila melanogaster. Y es que se ha comprobado que los machos tienden a refugiarse en el alcoholismo cuando se ven rechazados por una hembra. Dichas conclusiones se extraen de un estudio publicado por científicos de la Universidad de California, que realizaron un experimento cuyo primer paso consistía en colocar a la mitad de machos de un grupo de moscas con hembras receptivas, mientras que la otra mitad se colocaban con hembras que no se mostraban propicias al sexo. A continuación se les dio a elegir entre una ración de comida con un 15% de etanol u otra totalmente sin adulterar; comprobando que, efectivamente, los que no habían tenido sexo optaron por la primera. Un comportamiento de lo más humano.
Las cabras y el frijol de mezcal
Cuando un animal que basa su dieta principalmente en el consumo de hierba encuentra por accidente una que le da un gustito especial, no resulta extraño que la convierta en su "chuchería" favorita. Éste es el caso de las cabras, que, de hecho, han inspirado la afición de los humanos a ciertas drogas a lo largo de la historia.
Por ejemplo, se cree los primeros humanos que consumieron frijol de mezcal lo hicieron tras observar lo bien que se lo pasaban las cabras después de tomarlo. Además, algunas teorías atribuyen un origen similar al consumo de la cafeína.
Los gatos y la hierba gatera
Se llama Nepeta cataria, aunque muchos la conocen como la hierba gatera. Y no es para menos, si se tiene en cuenta el gusto que muestran hacia ella estos pequeños felinos. De hecho, no sólo disfrutan mordisqueándola, sino que también les encanta frotarse con sus hojas, cuyos efectos les generan un inmenso placer.
Como resultado, los gatitos se vuelven como locos, correteando y saltando, e incluso muestran algunos comportamientos extraños, como el acto de cazar ratones imaginarios.
Lo mejor de todo es que, al contrario de lo que ocurre con las drogas favoritas de los seres humanos, esta hierba no es peligrosa para los animales, por lo que hay quién la utiliza para fabricar juguetes para gatos. Desde luego, seguro que se lo pasan súper bien jugando con ellos.