El cerebro es un órgano muy complejo en el que radican todas las funciones que nos caracterizan como seres humanos: además del control de los sentidos, del lenguaje y de la movilidad, tiene áreas relacionadas con la comprensión y el pensamiento. Por eso el trabajo de los neurocirujanos es especialmente delicado. Necesitan operar con la mayor precisión posible en el quirófano para no dañar zonas del cerebro fundamentales para que el paciente conserve todas sus capacidades físicas y mentales.
“Un error de milímetros en el cerebro puede ser gravísimo”, explica a EL ESPAÑOL el doctor Santiago Gil Robles, jefe del Servicio de Neurocirugía del Hospital Universitario Quirónsalud de Madrid. Afortunadamente, el equipo de este experto cuenta con una herramienta que funciona como un GPS: les permite navegar por la anatomía del cerebro o la columna de un paciente en tiempo real para aumentar la precisión y eficacia en las intervenciones.
El instrumento, conocido como neuronavegador, “nos puede guiar con un error menor de un milímetro en la zona exacta donde está la lesión”, subraya Gil. El mapa que los neurocirujanos toman como referencia es una resonancia magnética del paciente, obtenida antes de entrar a quirófano. Esta imagen diagnóstica se muestra en varias pantallas y en un pequeño recuadro en las lentes del microscopio utilizado en la operación, para que el facultativo no necesite apartar la vista del enfermo y pueda seguir con su trabajo mientras comprueba la evolución del mismo.
Un GPS diseñado para los médicos
Completan el equipo un ordenador y un sistema óptico y otro electromagnético que detectan la posición de un puntero estéril con el que el experto señala el lugar donde va a intervenir, ya sea en la piel del exterior o en el propio órgano a medida que avanza la operación. La localización exacta de este puntero aparece entonces en la imagen. “Uno lo puede ir moviendo y navegando en tiempo real en la resonancia magnética”, indica el neurocirujano. Los médicos pueden observar dónde está la lesión y dónde están actuando.
Sin embargo, hasta hace poco el equipo tenía una limitación que reducía la precisión con la que los expertos podían realizar su trabajo. A medida que llevaban a cabo la cirugía, la imagen de la zona proporcionada por la resonancia magnética se iba quedando anticuada. “El problema era que, una vez habías quitado un tumor, la resonancia previa ya no era la realidad que tenías delante. No sabíamos cuánta cantidad quedaba intacta”, explica Gil.
Pero la tecnología ha evolucionado para sortear esta barrera. En el Hospital Universitario Quirónsalud de Madrid disponen de un modelo de última generación, en el mercado desde hace tan solo unos meses, que incorpora un sistema que fusiona imágenes de ecografía intraoperatoria —obtenidas in situ durante la cirugía— con la resonancia magnética previa para ofrecer una neuronavegación aún más precisa.
La ecografía neuronavegada permite corregir en el quirófano y en tiempo real la resonancia magnética, actualizando el mapa que siguen los cirujanos para reflejar los cambios realizados en la mesa de operaciones. La herramienta resulta especialmente útil en las cirugías de extirpación de tumores cerebrales: realizar una ecografía después de la extracción, que se fusiona con la imagen previa donde aparecía la zona afectada, permite a los médicos comprobar si quedan restos de células cancerosas. “Disminuye aún más el error milimétrico y, sobre todo, nos permite evaluar la calidad de la resección quirúrgica que hemos hecho”, señala el neurocirujano.
Utilidad en cirugías cerebrales y de columna
Las intervenciones donde más se utilizan los neuronavegadores son las del cerebro, como las resecciones de tumores o la eliminación de cavernomas, aunque también se usan en las cirugías de la hipófisis. Los doctores pueden utilizar las imágenes para guiarse hasta pequeñas metástasis intracerebrales que no se ven en superficie para poder llegar por el camino más corto y menos dañino.
No obstante, deben tener en cuenta que “el neuronavegador no nos da más que la anatomía, no la función”, advierte Gil. Esto quiere decir que los neurocirujanos deben combinar este mapa físico del cerebro con sus conocimientos, registros funcionales o técnicas como la estimulación del paciente en el quirófano para comprobar que las facultades controladas por cada zona se mantienen intactas.
Además de en las cirugías craneales, estos equipos son útiles en operaciones de columna, en especial en artrodesis o intervenciones quirúrgicas destinadas a colocar prótesis para corregir problemas y malformaciones como la escoliosis. En estos casos, las imágenes permiten comprobar que los tornillos transpediculares se han colocado correctamente.
Si bien el uso de los equipos de neuronavegación y sistemas de ecografía neuronavegada requieren cierto aprendizaje previo por parte de los médicos, debido a la creciente complejidad que entrañan, una vez asimilado el funcionamiento de la tecnología no resulta complicado utilizarla en el quirófano. Al final, las inestimables ventajas que ofrece esta herramienta a los cirujanos revierten en la salud de los pacientes.