Este domingo, 3 de diciembre, la medicina ha conmemorado el 50 aniversario de uno de sus mayores hitos, el primer trasplante de corazón. Ocurrió en 1967 en el hospital universitario Groote Schuur de Ciudad del Cabo (Sudáfrica). Lewis Washkansky, un paciente de 56 años que sufría insuficiencia cardiaca crónica, recibió el corazón de una mujer que había fallecido en un accidente de tráfico, Dénise Darvall, de 25 años. La operación duró varias horas y fue un éxito porque el órgano funcionó, aunque el receptor murió 17 días después de una neumonía debido a problemas inmunitarios.
El cirujano Christiaan Barnard, formado en cardiología en Estados Unidos, pasó a la historia por la proeza al frente de un equipo compuesto por diversos especialistas, dada la complejidad de la intervención. Sin embargo, entre ellos hubo una figura decisiva cuyo papel no sería reconocido hasta décadas más tarde, Hamilton Naki. Por sus manos pasó ese primer corazón que latió en dos personas distintas, pero él oficialmente no estaba allí, porque en teoría no era más que el jardinero de la Universidad de Ciudad del Cabo. El delito que le condenó al ostracismo fue ser negro en la Sudáfrica del apartheid.
Siempre fue jardinero
Nacido en una aldea cercana a la ciudad, estudió hasta los 14 años, edad a la que entró a trabajar como jardinero en la universidad. Sobre el papel, ahí acaba su carrera, pero en realidad aquel trabajo fue derivando en otros muy diversos, como cuidar los animales de laboratorio de la Facultad de Medicina, ayudando, por ejemplo, a operar a una jirafa. Poco a poco se fue involucrando en procedimientos quirúrgicos, hasta el punto de que llegó a recibir un premio que le permitió seguir investigando con animales.
Nunca tuvo un título académico superior al de su educación primaria, pero Naki era un técnico más del laboratorio, ayudaba a los jóvenes investigadores, anestesiaba, operaba y se especializó en los experimentos que tenían que ver con trasplantes de órganos en animales, incluyendo hígado, riñón y corazón.
Y aquí llega la noche del 3 de diciembre de 1967. En realidad, su participación en el primer trasplante de corazón de humano a humano nunca se aclaró del todo. El fin del apartheid en los años 90 contribuyó a reivindicar su figura y en los medios de comunicación comenzó a circular la historia de que fue él quien extrajo el corazón de la donante. Otros testimonios le otorgan un papel más discreto, pero el propio Christiaan Barnard llegó a reconocer que Naki era técnicamente mejor que él, aunque esperó hasta el siglo XXI para decirlo.
Humilde jubilado
A este héroe anónimo de la medicina el reconocimiento social y la jubilación le llegaron casi al mismo tiempo, ya que se retiró en 1991, cuando el sistema racista sudafricano estaba a punto de pasar a la historia. En la recta final de su vida le nombraron graduado honorífico en Medicina por la Universidad de Ciudad del Cabo y le concedieron la Orden Nacional de Mapungunbwe Sudáfrica, una de las mayores condecoraciones del país. "Ahora puedo alegrarme de que todo se sepa. Se ha encendido la luz y ya no hay oscuridad", afirmó.
Murió en 2005 con 89 años. Hasta ese momento uno de los cirujanos e investigadores más importantes de la historia de la medicina sobrevivió con su pensión de jardinero y sin rencores. "Si hubieran publicado mi fotografía, habrían ido a la cárcel. Así eran las cosas en aquel entonces", declaró.