Si hay una animal que visibiliza el drama que supone para el planeta el imparable deshielo del Ártico, ése es el oso polar. El cambio climático está provocando que uno de los carnívoros más grandes de la Tierra se vea seriamente amenazado por la drástica reducción de su hábitat natural. El deshielo de la superficie marina comienza cada vez antes y es cada vez mayor. Este depredador, que utiliza las placas de hielo como plataforma para cazar su principal alimento, las focas, ha visto cómo esta tarea no sólo resulta cada vez más complicada, sino que empieza a ser totalmente ineficiente.
Ésta es la principal conclusión a la que ha llegado un equipo de investigadores encabezado por el biólogo norteamericano Anthony Pagano, que ha estado siguiendo durante tres años a una pequeña población de osos en la costa nordeste de Alaska. Los científicos han comprobado que las condiciones climáticas están provocando que estos animales gasten más energía intentando cazar de la que consumen. Y la cosa se pone más complicada cada vez.
En los últimos meses, varias imágenes que ilustran el padecimiento de los osos polares han dado la vuelta al mundo. La primera de ellas fue tomada el pasado 19 de septiembre en la isla de Wrangel, una remota reserva natural al norte de Siberia. En ella se podía ver a cientos de osos polares devorando el cadáver de una gigantesca ballena boreal que había llegado hasta la costa, como si de animales carroñeros se tratase. La segunda, más controvertida y difundida por National Geographic, mostraba a un oso famélico, con la piel manchada, deambulando en busca de comida en tierra seca.
Por raro que parezca, estos comportamientos comienzan a ser tristemente habituales en una especie cuya población se ha reducido un 30% en los últimos 45 años y que, según cifras de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), ronda los 26.000 ejemplares en todo el mundo. De hecho, el pasado mes de mayo, la revista Journal of Animal Ecology publicaba un estudio en el que se alertaba de que el cambio climático está provocando que los osos hayan pasado de cazar otros mamíferos como las focas a atacar nidos y comer huevos de gansos, patos y gaviotas.
Aun así, más del 90% de la dieta de estos depredadores sigue estando compuesta por focas (principalmente) y otros mamíferos marinos como las belugas. Una dieta que está pasando factura en el metabolismo de los osos debido a la amplificación ártica (que está provocando que el hielo del Ártico disminuya un 14% cada década) y que podría estar consiguiendo que estos animales salvajes estén cada vez más delgados ya que les resulta imposible cazar todas las focas que necesitan. Así lo sugiere el estudio que acaba de publicar Pagano y su equipo en la revista Science.
En abril de 2014, 2015 y 2016, este grupo de investigadores intentó comprender mejor el gasto energético de los osos polares durante la primavera, la mejor temporada de caza, cuando las condiciones del hielo marino deberían ser ideales. En este periodo de tiempo, los biólogos capturaron a nueve hembras adultas en el mar de Beaufort, midieron las tasas metabólicas de cada una de ellas y analizaron muestras de sangre y orina tras su captura y recaptura, después de 8 a 11 días de intensa caza. Además, equiparon a los animales con collares GPS para recoger los registros de su actividad tanto diurna como nocturna.
Los resultados son más que relevantes. Los datos obtenidos por los científicos apuntan que el metabolismo del oso polar es 1,6 veces más alto de lo que se pensaba con anterioridad. Este hecho, tal y como comprobó este grupo de biólogos, podría estar contribuyendo a una pérdida de peso mayor de lo habitual. "Cuatro de las osas perdieron el 10% o más de su masa corporal durante el período de 8 a 11 días, con una pérdida media del 1% por día (alrededor de 1,95 kilogramos)". Además, una de las osas capturadas no sólo perdió reservas de grasa, sino también músculo magro.
En frío, estas cifras podrían resultar poco impactantes. Pero lo cierto es que la pérdida de un 1% de masa corporal por día representa cuatro veces la masa diaria que puede perder un oso polar en ayunas en tierra, sin comer absolutamente nada. O lo que es lo mismo: con las actuales condiciones climáticas, los osos polares pierden más energía cazando que ayunando. Y la cosa puede ir a peor. "La mayor fragmentación del hielo marino supondrá un desequilibrio aún mayor en la relación gasto-consumo de energía de estos animales", apuntan los biólogos.
Este desequilibrio puede resultar determinante respecto a las reservas de grasa que deben acumular los osos polares de cara al invierno, cuando la superficie marítima se cubre de hielo y se ven obligados a ayunar, valiéndose de la energía acumulada durante la temporada de caza. De seguir así, no es de extrañar que las imágenes de osos polares devorando animales muertos o asaltando nidos de gaviotas para sobrevivir sean cada vez más habituales. Intentar frenar el cambio climático y evitar la agonía de esta especie está en nuestras manos.