Condenado a año y medio de cárcel un cazador por maltratar a 55 perros
Los animales vivían en la llamada 'Finca de los horrores' bajo condiciones pésimas: olor nauseabundo, escombros y heces. Algunos murieron y otros presentaban síntomas de desnutrición y deshidratación severa.
27 febrero, 2018 19:17El Juzgado de lo Penal número 3 de Móstoles (Madrid) ha condenado a un año y seis meses de prisión a un cazador por maltratar a 55 perros en la conocida como la "Finca de los horrores", al tenerlos llenos de basura, en condiciones de absoluto abandono, desnutridos, sin agua, sin comida y mutilados.
En la sentencia, fechada el pasado 20 de febrero y a la que ha tenido acceso Efe, el magistrado Marcos Ramón Porcar condena al cazador Roberto González Gálvez por un delito continuado de maltrato a animales y le impone 10.925 euros de indemnización a la protectora de El Refugio. Además, el juez le impone la inhabilitación para el ejercicio de cualquier profesión, oficio o comercio que tenga relación con los animales domésticos durante cuatro años y seis meses.
El juez impone la pena máxima en atención a la gravedad de los hechos, al gran número de animales afectados, algunos de los cuales murieron, y al grave riesgo producido por los perros solo evitado por la acción de los agentes. La resolución no es firme y contra la misma puede presentarse un recurso de apelación ante la Audiencia Provincial.
Condiciones pésimas
La resolución considera probado que el condenado, propietario de todos los animales, mantuvo a éstos en una parcela de la localidad de Villa del Prado (Madrid) "en condiciones de absoluto abandono y con falta de atención a sus necesidades fisiológicas y sanitarias".
"El lugar presentaba un olor nauseabundo, lleno de basura, escombros, heces y restos óseos de distintas especies" y había cuatro perros "con heridas infectadas de diversa consideración, con míasis (gusaneras), sin que presentaran signos de un intento de tratamiento o cura", añade el magistrado.
La mayoría de los animales "presentaban síntomas de desnutrición y deshidratación severa", algunos "estaban a pleno sol sin ventilación adecuada, sin agua y sin comida", mientras que "otras estaban preñadas y presentaban hipertrofias mamarias". Incluso había cachorros y adultos con "mutilaciones de orejas y rabos".
En los habitáculos techados se encontraban hacinados de seis a siete animales de entre 20 y 30 kilos de peso por jaula. En otros al aire libre, al sol y sin agua, había perros atados a la pared con una cadena y sentados sobre sus propias heces con heridas. Todos los ejemplares sin excepción estaban plagados de garrapatas.
Además, en la "Finca de los horrores" se localizaron dos perros muertos en avanzado estado de putrefacción. La sentencia señala que "los padecimientos y, en su caso, muerte de los animales podrían haberse evitado de haber recibido los cuidados de salud e higiene que precisaban aquellos".
Intervención policial
El acusado alegó en el juicio que él hacía de médico/veterinario, que trataba directamente a los animales pero que el problema era que iba por la noche y por eso no vio lo sucedido en la finca.
Pero el magistrado desmonta esta tesis al señalar que no hay rastro alguno tratamientos en los perros o restos de medicinas y que el acusado podía ir por el día a la finca o utilizar linternas o focos para verlos.
"La situación de la perrera ilegal era de tales condiciones que era seguro que no podía desencadenarse y concluir más que en la muerte y menoscabo grave de la salud de los animales que solo se evitó por la intervención de los agentes y los servicios veterinarios", concluye el juez.