Ya sea manual o eléctrico, nuestro colorido cepillo de dientes es uno de los utensilios imprescindibles que no puede faltar en nuestra casa o nuestro neceser. Aunque desde pequeños hayamos convertido en un mandamiento lavarnos los dientes varias veces al día, lo más probable es que no lo estemos haciendo bien del todo y hayamos pasado por alto algunas importantes recomendaciones.
Estos son algunos consejos que debes seguir para desechar las malas prácticas a la hora de mejorar tu higiene bucal.
No te laves siempre después de comer (o vomitar)
Si eres de los que, nada más acabar de comer o de cenar, desenfundas tu cepillo, has de saber que, en ocasiones, esto puede ser contraproducente. Si hemos ingerido una comida o una bebida ácida, como por ejemplo cítricos, vinagre o café, es mejor esperar 30 minutos antes de cepillarnos.
Los ácidos atacan el esmalte, por lo que, si comenzamos a cepillarnos los dientes justo después de comer, repartiremos el ácido por toda la boca, aumentando su nocivo efecto. Sin embargo, si pasa un rato, nuestra propia saliva habrá ayudado a disminuir el nivel de acidez sin tener que frotar esas sustancias contra nuestros dientes.
Por ello, podemos optar por enjuagarnos con agua y dejar que pase un rato antes de dirigirnos al cuarto de baño. Es más, la prestigiosa Clínica Mayo recomienda, incluso, que, si sabemos de antemano que vamos a comer o beber algo ácido, nos lavemos los dientes previamente.
De igual forma, si vomitamos, debemos controlar el irresistible deseo de cepillarnos justo después para quitarnos el mal sabor de boca: los altos niveles de ácido del vómito también pueden dañar nuestros dientes, así que conviene esperar.
Como probablemente sepas, lo ideal es lavarse los dientes tres veces al día y el lavado nocturno es el más importante: apenas producimos saliva cuando dormimos, una sustancia que como hemos comentado protege nuestros dientes. Pero, ¿cuál es el mínimo recomendable? ¿Y hay algún máximo a partir del que podamos dañar nuestros dientes?
Para evitar la aparición de caries y enfermedades periodontales, la Organización Mundial de la Salud recomienda cepillarse los dientes por lo menos dos veces al día después de cada comida.
Ahora bien, tampoco hay que excederse. Según el portal especializado en salud WebMD, aunque debemos lavarnos los dientes con más frecuencia si consumimos alimentos o bebidas azucaradas, cepillarse más de cuatro veces al día "parece obsesivo": una limpieza excesiva puede hacer que la raíz dental se irrite y erosiona el esmalte dental. Más allá del número de veces, también importa la calidad: los dientes han de ser limpiados en profundidad durante al menos dos minutos.
No hay una técnica ideal, pero encuentra tu método
Cepillo en mano, ¿es mejor describir movimientos circulares o verticales? En realidad, los propios investigadores no parecen tener muy claro cuál es la técnica ideal. En 2014, investigadores del University College of London analizaron las recomendaciones de 66 asociaciones dentales, fabricantes de cepillos y libros sobre odontología de diferentes países. Su estudio, publicado en British Dental Journal, concluía que los odontólogos recomendaban hasta seis técnicas diferentes, por lo que reclamaban que las técnicas dentales comenzaran a ser más coherentes.
Además, defendían que no hay pruebas que demuestren que las técnicas más complejas son mejores. En cualquier caso, si nos lavamos los dientes describiendo movimientos verticales, cabe destacar que siempre tenemos que realizar movimientos desde la encía hacia el final del diente.
Lo que sí apuntan los expertos es que debemos colocar el cepillo de forma perpendicular al diente pero inclinado unos 45º sobre el plano de los dientes para comenzar la limpieza, ya que es la mejor forma de eliminar la placa dental. También es importante establecer un método que repitamos en cada lavado con el objetivo de no dejar ninguna parte de la boca sin limpiar.
Además, hay que higienizar todas las partes de nuestra boca, prestando especial atención a la parte frontal y trasera de los dientes. Tras ese cepillado, debemos limpiar otras zonas, como el paladar o la lengua. Las bacterias también se quedan escondidas a menudo en la sinhueso.
Masajea en lugar de sacar brillo
Cuando sentimos que queremos limpiar nuestra boca en profundidad, podemos sentirnos tentados a agarrar el cepillo con fuerza y presionarlo intensamente sobre los dientes para eliminar las bacterias. En realidad, es un error.
Los autores del trabajo publicado en British Dental Journal recomendaban sostener el cepillo como si estuviéramos agarrando un lápiz para mantener las encías saludables. Al mismo tiempo, destacaban la importancia de cepillar los dientes con suavidad.
Otros muchos expertos apuntan en el mismo sentido: no hay que intentar sacar brillo y esplendor a nuestros dientes como si estuviéramos fregando, sino masajearlos. De lo contrario, podemos dañar las encías y rayar el esmalte dental.
Evita los cepillos muy duros
Duro, semiduro, semiblando, blando… Es probable que, cuando vayamos a comprar un cepillo de dientes, nos asalten las dudas sobre cuál es mejor escoger e incluso pensemos que, si sus cerdas son más duras, nuestra higiene bucal será más completa. Pese a ello, lo cierto es que un cepillo demasiado duro puede dañar nuestro esmalte. La American Dental Association aconseja usar un cepillo de cerdas suaves para reducir el riesgo de abrasión dental.
Además, también recomienda reemplazar los cepillos cada tres o cuatro meses, y guardarlos en posición vertical tras su uso, dejándolo secar al aire: guardarlo en un contenedor cerrado puede promover el crecimiento de los microbios. Así, lo mejor es optar por cepillos de intensidad suave o media.
Pasta con flúor (y sin abusar)
Aunque no es lo habitual, algunas marcas comercializan pasta de dientes sin flúor. Además, hay quien cree que el uso de dentífrico fluorado no es recomendable en niños. Sin embargo, el flúor es un elemento mineral que ayuda a prevenir la caries. De hecho, la American Dental Association recomienda usar pasta de dientes fluorada en niños y adultos.
Por su parte, la European Academy of Paediatric Dentistry y la Sociedad Española de Odontopediatría también defienden que el uso diario de flúor es fundamental en cualquier programa de prevención para el control de la caries dirigido a niños. Sin embargo, el problema puede ser la ingesta de cantidades considerables de pastas fluoradas, ya que existe el riesgo de que produzca fluorosis dental o manchas en el esmalte. Por eso, en niños de entre 6 meses y dos años, la concentración de flúor debe ser de 500 ppm (partes por millón); de dos a seis años, de entre 1.000 y 1.450 ppm; y superior a 1.450 ppm a partir de 6 años.
Por otro lado, aplicar una gruesa capa de flúor sobre tu cepillo no es necesario: lo mejor es aplicar una cantidad de dentífrico del tamaño de un guisante, especialmente los niños. Así, debemos supervisar el cepillado de dientes en los niños para evitar que usen una cantidad excesiva de pasta de dientes o la ingieran.
No es solo cepillarse: también es tu dieta
Por último, cabe destacar que cumplir todas las recomendaciones anteriores no es suficiente para mantener una boca sana. Además de mantener esos hábitos de higiene diaria, hay que llevar una dieta sana y equilibrada. Reducir la ingesta de azúcar es fundamental para evitar los ataques ácidos y el desarrollo de caries dental. Así que ya sabes, además de cepillarte bien, es importante que cuides tu alimentación.