A medida que el tiempo pasa, las posibilidades de visitar los restos del Titanic con fines científicos (o de otro tipo) se desvanecen rápidamente ya que las bacterias están consumiendo lo que queda de la embarcación. Por primera desde 2005, y tal vez la última, un grupo de personas que no son expertos podrán conocer lo que queda del navío.
La empresa OceanGate, que posee una flota de sumergibles tripulados para explorar, investigar y catalogar los océanos, dará la oportunidad a personas no expertas en el mar o científicos de conocer lo que queda del Titanic.
Un grupo de nueve personas se embarcará durante 11 días a finales de junio de 2019 para conocer los restos del naufragio antes de que esté irreconocible. Los elegidos volarán en helicóptero hasta un buque de apoyo en el mar, que será su base de operaciones durante la misión para la inmersión.Una vez en el mar, dentro del sumergible Titán, los especialistas de la misión ayudarán a la tripulación a usar láseres sofisticados, sonares y tecnología de imagen para conocer la historia de la nave.
Un billete para esta excursión cuesta alrededor de 91.500 euros, el equivalente al coste del pasaje de primera clase en el fatídico viaje del Titanic en 1912 , un precio que ha sido ajustado con la inflación.
La posibilidad de visitar el naufragio del Titanic ha sido controvertida desde su descubrimiento. Cuando Robert Ballard encontró los restos del navío, tanto él como su tripulación, comenzaron a discutir sobre la jurisdicción y acceso al barco naufragado.
Los restos del Titanic permanecen en el fondo del mar, a unos 600 kilómetros de las costas de Terranova (Canadá), desde que en abril de 1912 se hundiera en su viaje inaugural. Con el paso de los años el estado del que un día fuese un trasatlántico británico se está viendo cada vez más afectado, especialmente por las bacterias que están destruyendo los restos del barco.
Las bacterias submarinas que forman óxido están consumiendo rápidamente el Titanic, por lo que los expertos pronostican que en su estado de conservación actual durará poco más de 20 años, según publica la BBC.
Los rústicles, una formación de óxido similar a un carámbano que se produce en las profundidades del agua, están rodeando a pasos agigantados los restos del navío. Este ácido fluye hacia abajo con la gravedad, formando frágiles ramas de óxido.
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