Se trata de la típica pregunta que un niño pequeño suele hacerle a sus padres, y que generalmente ellos mismos no saben contestar con seguridad. Algo comprensible ya que la composición de la luz en la atmósfera sigue varios pasos hasta nuestra percepción final.
Según Frederic Zagury, del departamento de Historia de la Ciencia en la Universidad de Harvard, los investigadores comenzaron a hacerse estas mismas preguntas durante el siglo XIX. Nacía así la rama de la espectroscopia, que estudia la relación de la materia con la radiación electromagnética. Esto último es la base de cómo se propaga la energía por el espacio.
La luz está hecha de múltiples colores, aunque algunas personas crean percibirla de color blanco. Cada uno de estos espectros de luz tiene una diferente longitud de onda. Una onda implica un transporte de energía, pero sin un desplazamieto de materia. Se trata de la forma física de expresión de las propiedades del espacio. El sonido, por ejemplo, también se transmite a través de ondas.
Cada color tiene una longitud de onda diferente. El rojo las tiene más largas, mientras que el azul o el añil son mucho más cortas y pronunciadas. Si tratásemos de reflejarlas en un dibujo, estas últimas seguirían el patrón de una pequeña colina con una pendiente muy pronunciada. Dicho patrón se repetiría varias veces, conformando la onda.
Cuando la luz solar atraviesa la atmósfera, las ondas de luz se dispersan debido a las moléculas de gases presentes en el nuevo entorno. Son básicamente polvo, cristales de agua, sal y las moléculas que forman el aire: oxígeno, nitrógeno y gases nobles. La mayor parte de las ondas de luz llegan a la superficie sin problemas, pero la azul, se dispersará con mayor facilidad por su composición. Esa distribución por la atmósfera es lo que provoca que finalmente veamos la mayor parte de las veces el cielo de color azul.
¿Y qué pasa con las puestas de sol?
La aurora y el crepúsculo son excepciones a la explicación anteriormente desarrollada. Siempre hay puestas de sol, aunque en la superficie no sea posible verlas siempre. Todo depende de cómo se haya comportado la luz en la atmósfera. Por ello siempre es posible ver puestas de sol desde los aviones, si se asciende lo suficiente.
La luz tarda mucho más en cruzar la atmósfera en el crepúsculo, debido a la posición solar. Por ello, las ondas de luz azules tienen más tiempo de dispersarse. Nuestra vista percibirá otra gama de colores.
La contaminación también influye en la calidad de esas puestas de sol. Cuantas más partículas sólidas hay suspendidas en el aire más coloridos y saturados son los atardeceres. También afecta el tiempo atmosférico: se verán mejor con un clima seco y limpio.