Sobre Saturno llueve. Pero no se trata de una lluvia convencional: no procede de las nubes, sino del anillo más al interno del gigante gaseoso. Cada segundo toneladas de partículas en suspensión se precipitan hacia la superficie del planeta a gran velocidad y se vaporizan en apenas instantes. Es la conclusión a la que ha llegado un conjunto de investigadores, que ha analizado las mediciones que la nave Cassini envió a la Tierra antes de concluir su misión autodestruyéndose.
El artefacto de la NASA pasó sus últimas horas enviando información. Fruto de estas transmisiones, los resultados ahora se publican en las revista Science, y muestran qué está pasando entre las nubes más altas del gigante gaseoso y el interior de sus anillos en los que, además, se ha descubierto compuestos orgánicos.
Aunque Saturno no tiene una superficie sólida y es un planeta demasiado grande para albergar la vida tal como la conocemos -podría contener 750 planetas como la Tierra en su masa, pero su densidad es inferior a la del agua- los hallazgos aún tienen implicaciones para nuestra comprensión de su química atmosférica, según Kelly Miller del Southwest Research Institute, coautora del artículo junto al investigador principal Hunter Waite de la NASA.
Los expertos ya sabían que los anillos expulsaban agua a la atmósfera, pero no sabían qué cantidad. Los nuevos datos, descubiertos durante el verano de 2017 cuando la Cassini voló entre los anillos y el planeta gaseoso por primera vez, muestran que las moléculas basadas en carbono y oxígeno también están cayendo.
La lluvia sobre Saturno contiene agua (el 95% de los anillos está compuesto de hielo), metano, amoníaco, monóxido de carbono, dióxido de carbono y nitrógeno. No obstante, para sorpresa de muchos, también se han encontrado compuestos orgánicos, entre ellos butano y propano. "Los compuestos orgánicos observados parecen similares a los de los cometas, y se postula que estos cuerpos trajeron estos compuestos a la Tierra en sus orígenes", señala Waite.
"El hielo de agua, junto con los compuestos orgánicos recién descubiertos, se están cayendo de los anillos mucho más rápido de lo que se pensaba, hasta 10.000 kilogramos de material por segundo", dijo Waite en un comunicado. "El aguacero, proveniente de los anillos, incluía agua en abundancia y moléculas como el butano y el propano, el tipo de químicos que podrías usar para una parrilla o una estufa de camping".
El instrumento también detectó una alta composición de carbono (más del 50 por ciento en masa) dentro de los anillos. Esto sorprendió a los científicos porque esperaban ver los compuestos más ligeros de helio e hidrógeno, que son elementos abundantes en la atmósfera de Saturno.
"Saturno tiene una proporción más alta de carbono que Júpiter, y los datos de Cassini indican que si la tasa actual de flujo de entrada se mantuvo durante millones de años, entonces el material del anillo podría explicar completamente esa mejora", dijo Miller. "Si la tasa de entrada es variable, la entrada todavía puede contribuir significativamente a la mejora, dependiendo de su tasa de tiempo promedio".
Según el experto, estas altas tasas de afluencia sugieren que los anillos más internos están siendo alimentados con material por anillos que están más alejados. "También indican la presencia de material en los anillos más internos que es demasiado pequeño para ver con las técnicas de detección remota".
Si bien la misión de la nave finalizó semanas antes de que detectara el aguacero, los datos que recopiló sobre Saturno permanecerán disponibles indefinidamente para poder realizar un análisis de los datos. La comunidad científicas aún discute sobre la edad de los anillos de Saturno.
Los investigadores difieren: algunos consideran que su antigüedad llega a ser incluso mayor que la del propio planeta que los alberga, mientras que otros dicen que la mayoría de los anillos se formaron mientras los dinosaurios vagaban por la Tierra durante el período Jurásico hace aproximadamente 200 millones de años.
"Estos datos de Cassini revelan la presencia de abundante material de tamaño nanométrico que proviene de los anillos, que no se puede observar de forma remota. También nos permiten medir directamente la composición de los anillos", dijo Miller. "Juntos, esta información cambia lo que sabemos sobre la evolución y la composición de los anillos". La esperanza del experto es conseguir a través de este descubrimiento ayude a restringir cuándo y cómo se formaron los anillos.
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