Hace menos de dos meses, en septiembre de 2019, el presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, anunciaba en televisión que si hubiera pactado con Unidas Podemos un Gobierno de coalición ni él ni el 95% de los españoles dormiría por la noche.
Puesto que finalmente las nuevas elecciones le han llevado a pactar un Gobierno conjunto con el partido de Pablo Iglesias, se entiende que el insomnio es una bala que definitivamente no va a poder esquivar Sánchez ni, en sus propias palabras, 95 de cada 100 españoles. Es hora, por tanto, de poner remedio a este gran mal que pronto llegará a ser epidemia.
Existen diversas alternativas para ayudar a conciliar el sueño, que oscilan desde trucos y cambios en la manera de comportarse a fármacos con distinto grado de potencia. En general, siempre es recomendable consultar a un experto cuando se padece insomnio y que éste nos marque las pautas, aunque algunas de esas estrategias son fáciles de poner en marcha sin consulta previa.
Así, lo primero que tendría que hacer el presidente una vez deje detrás el "en funciones" que acompaña a su cargo es dejar de utilizar el teléfono móvil antes de dormir, siempre que eso sea compatible con su oficio.
Nuestro cuerpo está gobernado por un reloj biológico que coloca el organismo en modo día o modo noche. Los hallazgos de las últimas décadas, que en 2017 merecieron el premio Nobel de Medicina para tres de sus autores, han demostrado que estos ritmos circadianos dependen de los ciclos de luz y oscuridad a través de la hormona melatonina, que nuestro cerebro fabrica durante la noche y que facilita el sueño.
Otro truco inocuo para dormir bien, perfectamente viable para casi cualquiera -excepto quienes viven en pisos con baños minúsculos- es darse un baño con algunas condiciones: el agua debería estar a una temperatura de entre 40 y 42 ºC, y habría que tomarlo alrededor de 1-2 horas antes de dormir, lo que podría acelerar la velocidad para quedarse dormido una media de 10 minutos.
Medicación: sin receta o con receta
Como se contaba en este artículo de EL ESPAÑOL, una vez que se acuda a la medicación es importante adquirirla con receta. Aunque sea un insomnio transitorio, fruto del jet lag o del estrés, ingerir fármacos sin prescripción médica tiene riesgos. "La automedicación no suele ser la mejor estrategia a seguir", avisaba Francisco J. Segarra, codirector de la Unidad de Patología del Sueño del Hospital Universitario General de Cataluña y coordinador de la Clínica del Sueño Estivill.
"Los somníferos son fármacos o productos que provocan somnolencia (como el alcohol), mientras que los hipnóticos son aquellos que inducen el sueño. Este último término es el que se debe utilizar en este caso", puntualizaba Milagros Merino, coordinadora de la Unidad de Trastornos Neurológicos del Sueño del Hospital Universitario La Paz (Madrid) y responsable del Programa de Medicina del Sueño del Hospital Ruber Internacional (Madrid).
"Las que necesitan receta son habitualmente las benzodiacepinas –lormetazepam, lorazepam, alprazolam o zolpidem– ya que pueden crear adicción. Las que no crean adicción y tienen un mecanismo de acción diferente no necesitan receta –como la melatonina o la valeriana–", comentaba Álex Iranzo, neurólogo especializado en trastornos del sueño del Hospital Clínic de Barcelona.
El blog de Boticaria García recoge una entrada en la que se explica los distintos tipos de medicamentos más utilizados para el insomnio y sus indicaciones. Así, la especialista señala que las benzodiazepinas se emplean frente al insomunio ocasional, pero que existen distintos tipos con distintas indicaciones.
Así, cuando a uno le cuesta dormirse se utilizan fármacos como el triazolam y el zolpidem (su nombre comercial más conocido es Stilnox), que se absorben de manera y muy rápida y hacen efecto antes.
Pero también existe el caso contrario, cuando uno se despierta antes de tiempo. Para ello, se emplean fármacos que se absorben de una manera más lenta como el lormetazepam (Noctamid o Loramet son sus marcas más conocidas). Esta opción es la alternativa a usar fármacos de larga duración, asociados con somnolencia el día posterior.
El flurazepam (Dormodor) se utiliza sobre todo para personas que se despiertan con frecuencia y medicamentos de acción larga como el clonazepam (Rivotril) o el clorazepato potásico (Tranxilium).
La farmacéutica recoge que, además de las benzodiazepinas con efecto hipnótico, están los ansiolíticos, que se usan para calmar la angustia y la ansiedad y, por tanto, también para dormir en algunos casos. Entre ellos estarían -de menor a mayor potencia- el alprazolam (Trankimazin), lorazepam (Orfidal) y bromazepam (Lexatín).
Los relajantes musculares a dosis altas también tienen efecto sobre el sueño, por lo que algunos médicos pueden optar por prescribir fármacos como el diazepam (Valium) y el midazolam.
La mayoría de esos fármacos tiene distintos efectos secundarios. Las caídas al levantarse de la cama, que pueden acabar en fracturas, son otros de sus riesgos más importantes. También pueden empeorar las condiciones médicas crónicas del paciente como la insuficiencia cardíaca, las enfermedades pulmonares y la incontinencia urinaria, tal y como refleja un estudio publicado en Clinical Therapeutics.
Además, las benzodiazepinas pueden por un lado provocar tolerancia (que cada vez se necesite una dosis mayor para que hagan efecto) y por otro dependencia, que cuando dejemos de tomar las pastillas se sufra algo parecido al mono.
Como concluye su post Boticaria García, lo importante en cualquier aso es utilizar estos fármacos de la manera pautada por el médico, algo que no se podrá saltar ni el mismísimo presidente del Gobierno, al que probablemente le pidan el DNI en la farmacia para su dispensación, ya que es obligatorio registrarlo.
Melatonina y valeriana
Sobre el consumo de valeriana y la melatonina, la revisión antes citada indica que son productos no regulados "que tienen un pequeño impacto en la latencia del sueño y pueden producir sedación residual".
A pesar de su escaso impacto, no son inocuas. "Productos relativamente seguros como la melatonina no se deben tomar en pacientes tratados con algunos anticoagulantes o con enfermedades autoinmunes activas", resalta Merino. "En sujetos sanos, si se toma a dosis altas, también puede provocar cefalea", añade.