Tenemos diez años hasta que los efectos del cambio climático sean irreversibles. La ONU ha marcado esta fecha, 2030, como el límite para llevar a cabo las acciones necesarias para combatir los efectos del cambio climático y evitar daños definitivos para la biodiversidad del planeta.
En las últimas décadas se han alcanzado acuerdos globales para mitigar las consecuencias del calentamiento global y se han marcado grandes objetivos, como evitar que la temperatura del planeta aumente más de 1,5 grados. En la consecución de este objetivo destaca, por ejemplo, el Pacto Verde Europeo (European Green Deal), una estrategia para que Europa sea el primer continente climáticamente neutro en 2050.
Una ambición que requiere de una enorme reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero causantes del calentamiento global, un cambio hacia la economía circular y una reinvención del uso de los recursos, apostando por las energías renovables y el papel vital de los recursos hídricos en la crisis climática.
Así, conviene recordar la fecha de hoy, el Día Internacional contra el Cambio Climático, como una llamada de atención a nuestras acciones, una advertencia que nos obligue a mirar hacia un futuro amenazado por la desaparición de la biodiversidad, de las estaciones y por la llegada de catástrofes ambientales como inundaciones o sequías más y más frecuentes.
El agua, en el centro de la lucha contra el cambio climático
Por otro lado, la pandemia del coronavirus ha puesto de manifiesto las debilidades del sistema, demostrando que las comunidades con menos recursos son las más vulnerables ante una emergencia, sanitaria o climática. Ahora, el Plan de Reconstrucción de la Unión Europea (Next Generation EU) prevé paliar los efectos de la crisis sanitaria destinando fondos a la salud, la transición ecológica y la digitalización.
El agua se ha erigido como pilar fundamental de estos planes de reconstrucción por su importancia tanto para la salud como para la protección del medioambiente. En materia de salud, un recurso básico como el agua resulta vital en la lucha contra las enfermedades contagiosas, por lo que se debe preservar su calidad y garantizar unos sistemas de saneamiento accesibles para todos.
Asimismo, la transición ecológica dependerá de la capacidad de los países para adaptarse a los nuevos requerimientos de las ciudades en cuanto a sus recursos básicos. Se estima que en 2030 cerca del 47% de la población mundial vivirá en zonas con estrés hídrico y el traslado de la mayoría de la población a las ciudades provocará un aumento del 40% en el consumo de agua en 2050. Previsiones que reflejan la necesidad de una mayor inversión en infraestructuras que permitan reutilizar el agua de las ciudades y potenciar la recuperación de los residuos, lo que conocemos como economía circular.
Por último, la digitalización, que ha probado ser esencial durante la pandemia, es una oportunidad para la innovación y creación de empleo en el sector del agua, aplicando herramientas como el big data o la inteligencia artificial para la gestión inteligente de los recursos hídricos en las ciudades.
Impulsando la economía circular en España
En nuestro país, SUEZ España ha alineado su estrategia climática con la Agenda 2030 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU para garantizar el acceso universal a un bien básico como el agua y contribuir así en la lucha contra la crisis climática.
El grupo, referente en el sector de tratamiento de aguas, moviliza esfuerzos para alcanzar una transición ambiental basada en un modelo de economía circular, capaz de innovar gracias a las herramientas digitales que le permitan anticiparse a los retos del futuro.
Concretamente en España, el compromiso del grupo con el desarrollo sostenible se ha materializado en una reducción del 90% de las emisiones de CO2 derivadas de su consumo eléctrico en el próximo año. Este objetivo forma parte del REWater Global Plan 2017-2021.
A esta meta se suman otras iniciativas medioambientales como las soluciones de gestión y saneamiento de agua basadas en la naturaleza que SUEZ España ofrece a las administraciones públicas. Como ejemplo, el Parque La Marjal en Alicante, el primer parque urbano inundable de España, una infraestructura que permite recoger hasta 45 millones de litros de agua procedentes de la lluvia para que posteriormente sean reutilizadas en el riego urbano.
Por otro lado, la compañía también está transformando sus principales plantas de tratamiento de agua en biofactorías como parte de su estrategia de transición ecológica. Este proceso, que ya se ha implantado con éxito en la biofactoria Sur de Granada, permite que la planta alcance la autosuficiencia energética, minimizando su impacto en el medioambiente a cero.