En España se dieron 761.000 usos animales en diferentes aplicaciones de investigación científica en 2020, un 46% menos que en 2009, cuando empezó a contabilizarse la utilización de animales en experimentación. Se habla de usos porque, aunque en muchas ocasiones son sacrificados (cuando es necesario para finalizar el experimento), puede darse el caso de que se utilice varias veces un mismo animal.
"Cada vez tenemos más métodos alternativos para evitar experimentar con animales", ha explicado Lluís Montoliu, investigador del Centro Nacional de Biotecnología (perteneciente al CSIC) y miembro de la Comisión de Estudio del Uso de Animales en Investigación Científica de la Confederación de Sociedades Científicas de España, COSCE.
Entre las alternativas utilizadas para la experimentación animal se encuentra el desarrollo de "organoides para experimentación preclínica", la impresión de tejidos 3D o los más tradicionales cultivos celulares, "así como procedimientos in silico, informáticos, que aprovechan la muchísima información que existe" para evitar nuevos experimentos sobre algo ya investigado.
El uso de animales para la investigación científica está muy reglado en la Unión Europea y, de hecho, no se pueden utilizar más de los necesarios. "Hay una reflexión estadística previa, que restringe el número de animales a los estrictamente necesarios" para que la investigación tenga potencia significativa.
No obstante, hay que tener en cuenta que la Covid también ha impactado negativamente en la investigación científica española y, por consiguiente, en el uso de animales. En Reino Unido, Suecia y Alemania, por ejemplo, las cifras se han incrementado en 2020 debido a la investigación contra la Covid. Y es que las vacunas actuales no hubieran sido posibles sin experimentación animal previa.
"No tendríamos ninguna de las vacunas que estamos disfrutando si hubiera sido por la investigación con animales", ha indicado Montoliu, que ha participado en la presentación del cuarto informe COSCE sobre transparencia en el uso de animales en investigación científica.
Solo ocho países realizan un informe de estas características, al que las instituciones se adhieren para dar cuenta de las acciones realizadas por la transparencia y la divulgación sobre el uso de animales. España fue el segundo país en hacerlo, tras Reino Unido, pero ha sido alumno aventajado: es el que más entidades tiene adheridas, 153. De hecho, miembros de la Comisión de COSCE están asesorando a otros países, como Estados Unidos, sobre este asunto.
Entre los resultados de este informe se indica que un 71% de las instituciones ha publicado noticias en su respectiva web sobre la investigación con animales, un 54% ha participado en actividades de divulgación y un 64% ha proporcionado acceso a visitantes externos.
Durante la presentación del informe ha sobrevolado el caso Vivotecnia, un laboratorio español del que aparecieron vídeos donde se veía a técnicos maltratando cruelmente a los animales, algo que generó un profundo impacto en la comunidad científica y en la opinión pública.
El laboratorio pertenecía a la Comisión de COSCE sobre la transparencia, pero fue expulsado inmediatamente. "Llamamos a su CEO y la compañía fue apartada del acuerdo de transparencia hasta que se diriman los cauces legales pertinentes", ha afirmado Miguel Ángel Llamas, miembro de dicha Comisión.
Javier Guillén, representante de la Asociación Europea de Investigación con Animales, ha recordado que, además de los estrictos controles previos a la investigación que solo permiten el uso de animales cuando es algo plenamente justificado (no se pueden buscar los resultados de otra forma), las autoridades autonómicas tienen la obligatoriedad de llevar a cabo inspecciones de los establecimientos usuarios con cierta periodicidad.
Además, desde EARA se ha conminado a los miembros de COSCE a que hagan una comunicación proactiva, no reactiva, sobre el uso de animales, un asunto siempre delicado y envuelto en polémicas, justificadas o no.