¿Qué relación hay entre vacunas Covid con microchips y los rumores de que Zelenski ha abandonado Ucrania y realiza sus vídeos desde fuera del país? Que ambas cosas salen en los mismos lugares. Las teorías conspiratorias se aglutinan en canales de Telegram como Noticias Rafapal (143.000 seguidores), El Aullido (40.000 suscriptores) o Médicos por la verdad Argentina (90.000 lectores).
Estos canales han pasado de distorsionar la realidad sobre la Covid, de extender medias verdades y absolutas falsedades sobre la vacuna y promover medicamentos sin evidencia científica para la enfermedad como la ivermectina, a fomentar la propaganda pro-rusa a través de teorías de la conspiración como el uso de niños rusos como escudos humanos por parte de Ucrania, la desinformación y hasta las acusaciones de que el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, realiza entrevistas "totalmente borracho". "Zelenski es cocainómano", aseguran en otro post.
"Ambos son temas con un gran interés mediático, con enormes repercusiones, donde la complejidad y la interacción de las variables que intervienen hacen imposible tener una idea clara de lo que está sucediendo", comenta Rubén Sanz, profesor de Psicología de la Universidad Complutense y director del centro Cuarzo Psicología, en Madrid.
"A menor claridad y mayores consecuencias, más se tiende a pensar que alguna explicación oculta se esconde detrás", apunta. "Algunos nos conformamos con pensar que no tenemos ni vamos a tener conocimiento de ciertos asuntos ocultos que pueden esconderse detrás de ciertos sucesos, otros se empeñan en tratar de descubrirlos aunque los hallazgos a los que llegan sean parecidos, hipótesis mejor o peor articuladas con débiles sustentos lógicos y científicos".
La guerra se desarrolla en Telegram
La verdad es que la transición entre la desinformación sobre la Covid y la de la guerra de Ucrania se ha dado con toda naturalidad en estos y otros canales de Telegram, como han recogido los verificadores de Maldita, que suelen ser blanco de los ataques de estos medios.
Incluso hay 'protagonistas' de algunos bulos Covid que se han animado a seguir confundiendo en un entorno completamente distinto, como es el caso de Robert Malone, autoproclamado padre de las vacunas de ARN cuando, pese a ser uno de los científicos pioneros en esta tecnología a finales de los años 80, lleva casi tres décadas fuera de esa investigación y obvia los avances de prominentes figuras como la húngara-estadounidense Katalin Karikó.
Según uno de estos canales de Telegram, Malone habría añadido leña al fuego de los supuestos laboratorios de armas químicas que Rusia acusa a Ucrania de tener. "Los ataques de los medios son una señal: hay algo más en los laboratorios biológicos ucranianos", afirma el post, esta vez aparecido en el canal El Arconte. "No puedo entender cómo cualquiera no puede ver eso". Dos frases, por cierto, que no aparecen en el vídeo que ilustra la 'noticia'.
Un estudio publicado el año pasado en la revista Personality and Individual Differences profundizaba en las características psicológicas de los conspiracionistas, afirmando que tenían en común rasgos de psicopatía, narcisismo y maquiavélicos.
"Dicho de otro modo, personas que tienen menos empatía, que se creen superiores al resto de los moraltes y con una tendencia a querer convencer a los demás de su iluminada verdad podrían ser más proclives a creer en conspiraciones y a pensar que detrás de ciertos sucesos se esconden motivaciones y secretos oscuros", resume Sanz, que no se muestra del todo de acuerdo con ello: "no existen datos concluyentes".
El psicólogo explica que hay tendencias generales que se pueden asociar con las personas que se adscriben a las teorías conspiratorias, ya sean científico-sanitarias o geopolíticas, "lo que no significa que todas las personas con ciertos perfiles tendrán creencias y modos de procesar la información iguales o característicos. Esto resultaría tremendamente sensacionalista pero poco creíble, en la explicación de la conducta humana las cosas no suelen resultar tan sencillas".
Sesgos cognitivos del conspiracionismo
En la aceptación de este tipo de teorías, sin embargo, se encuentran varios sesgos cognitivos que están bien definidos. La catedrática de Psicología Clínica de la Universidad Complutense María Paz García Vera apunta, como el primero de ellos, el sesgo de confirmación o la tendencia natural a aceptar como verdad todo aquello que concuerda con nuestras ideas.
El refuerzo social que proporcionan estos grupos y la ilusión de conocimiento –la tendencia a percibirse como un 'experto' gracias a una búsqueda superficial en internet– que generan son determinantes para mantenerse en la conspiración, sea cual sea.
Además se dan otros sesgos, como el de disponibilidad (solo aceptas lo que has vivido como experiencia cercana), el de elección (se presta más atención a todo lo que apoye las decisiones tomadas) y la ilusión de contigüidad, que relaciona unos elementos con otros sin explicar la causalidad.
Estos sesgos se han mantenido en el tiempo: los conspiranoicos han estado difundiendo teorías con poco fundamento y apoyándose los unos a los otros desde los inicios de internet, pero Rubén Sanz apunta un hecho fundamental.
"En los últimos tiempos estamos muy acostumbrados a descubrir mentiras a nuestro alrededor", lo que ha disparado el llamado sesgo de mendacidad, "la tendencia a creer que todo lo que nos llega es mentira", algo que dispararía la creencia en 'hechos alternativos' que expliquen la realidades complejas que estamos viviendo.
"Probablemente estamos en una disposición más desconfiada y esto también resulta peligroso. Tan engañados podemos estar por creernos algunas mentiras como por pensar que toda información que nos llega es falsa", advierte el psicólogo.
Asociados durante un tiempo a movimientos de izquierda alternativa, la creencia en conspiraciones ha calado hondo, en los últimos años, en la extrema derecha, con movimientos como Qanon, en Estados Unidos. Sin embargo, Sanz no ve que el conspiracionismo tenga que estar adscrito a una tendencia concreta, sino que se nutre de quien esté en el poder (ya sea nominalmente o en forma de élites ocultas).
"Si quien gobierna me gusta, todo lo que diga tenderé a creérmelo y trataré de defender lo indefendible", señala. "Si son los contrarios, trataré de pensar que lo que me cuentan oculta unos intereses y motivaciones perversas, analizaré lo que me cuentan con más detenimiento".
De ahí el constante desprecio a los medios de comunicación masivos y su mensaje: si todos informan de los beneficios de las vacunas, es que ocultan graves problemas. Si denuncian los ataques rusos, es que el invadido está escondiendo su verdadera intención.
"Razonamos según la posición en la que nos encontramos, dame una posición y articularé la información para acomodarla a mis convicciones y situación presente", explica Sanz. "Si cambia nuestra situación y cambian nuestros intereses, cambiamos nuestro pensamiento para adpatarlo a lo que me interesa actualmente". Y reconoce: "Somos bastante menos racionales de lo que creemos".