"A los 16 años, más o menos, un amigo y yo nos empezamos a colar en casas de apuestas para echar un euro. Con 19, empecé con los tipster, personas que se dedican a estudiar apuestas. Si la gente gana dinero fácil, ¿por qué yo no? Pero entonces fui perdiendo poco a poco y, ahí, apareció la necesidad de recuperar el dinero. Llegué a dejarme lo que necesitaba para el alquiler y la comida".
Esta es la historia de Sergio Guirao, un chico que, con tan sólo 22 años, tiene una adicción al juego. En su charla con EL ESPAÑOL, no duda en ponerle palabras a su problema: "Soy un ludópata". El joven responde al otro lado del teléfono desde Murcia, su lugar natal y donde vive. "Ahora la gente de mi pueblo me para por la calle para darme ánimos", dice con emoción.
No es para menos. Su relato se hizo viral hace apenas unos días en Twitter. Fue ahí donde decidió hacer pública su historia, con la intención de desahogarse y hablarlo abiertamente. "No quería que nadie llegara al punto de jugarse el dinero que necesitaba, como me pasó a mí", sentencia con rotundidad.
De momento, parece que algo ha conseguido, ya que, al hilo de sus mensajes, se han sumado decenas de personas, que se han atrevido a visibilizar su adicción. Llama la atención que la mayoría son chicos jóvenes, aunque esto es algo que, de cara a la realidad que arrojan los datos, no es raro.
Un perfil al alza
Según el informe que publicaba recientemente la Dirección General de Ordenación del Juego (DGOJ), el número de personas que ha apostado online ha disminuido en todos los rangos, menos en uno, el de los más jóvenes, que comprende de los 18 a los 25 años. Su cifra alcanzó en 2021 los 444.367 jugadores, un 8,45% más que en 2020. Lo que es lo mismo, 36.000 jugadores más.
"Nosotros ya manifestamos en nuestras memorias que el perfil del adicto al juego está cambiando", advierte Juan Lamas, director técnico de la Federación Española de Jugadores de Azar Rehabilitados (Fejar), que recalca que, aunque el informe de la DGOJ no habla de perfiles clínicos, sí que es un dato más para sumar al problema. Si incrementan los jugadores, más probabilidades habrá de que también lo hagan los ludópatas.
Lamas lleva más de 30 años tratando el problema de las adicciones comportamentales. De hecho, es el fundador de la Asociación Gallega de Jugadores Anónimos (Agaja), donde también ejerce como director terapéutico. Según cuenta, hace diez años, el perfil que se veía era el de un varón de unos 50 años, adicto a las máquinas tragaperras y que llevaba entre siete u ocho años jugando. Ahora, de lo que hablamos es de un joven entre 24 y 28 años, con predilección por las apuestas deportivas y/o el juego online y que lleva unos dos años jugando.
Sergio cumple el perfil. Explica que él no tenía una apuesta fetiche: "Era un poco variado, dependiendo de la época", pero sí solía centrarse en las apuestas deportivas y en la modalidad online, a pesar de que todo se inició echando ese maldito eurillo en una casa de apuestas de su pueblo cuando era menor de edad. "Como éramos altos, colaba", confiesa.
La transición de la casa de apuestas a lo online, al parecer, es algo normal. Según la investigación Jóvenes, juegos de azar y apuestas, normalmente, empiezan jugando con dinero de forma presencial, ya que las casas de apuestas y salones de juego se han convertido en "un punto de encuentro juvenil". Tras los inicios en esas salas, es el juego online el que contribuye a la consolidación de los hábitos.
El factor social se postula así como una de las explicaciones para entender por qué el juego parece ser, ahora, un problema de jóvenes. Ángela García Fajardo, psicóloga clínica especializada en infanto-juvenil en la clínica Mind Group apunta también a otros factores, en este caso, neurológicos. "Los adolescentes tienen su cerebro en pleno desarrollo, sobre todo la parte prefrontal, que es la que se encarga del control de impulsos y la toma de decisiones", detalla.
La dopamina, la clave
Por otro lado, la experta hace referencia al sistema de recompensa del cerebro, el cual se activa en situaciones necesarias para la supervivencia, como puede ser el comer. Lo que hace es liberar dopamina, el neurotransmisor relacionado con el placer. "Es la manera que tiene el cerebro de premiarnos cuando consideramos que hacemos algo bien para nosotros, como puede ser el 'he apostado poquito dinero y he ganado mucho más'", relata.
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Al igual que con los estupefacientes, el cerebro se acostumbra a la liberación que acompaña cada apuesta. Ya no hay efecto de satisfacción, por lo que, cada vez, es necesario apostar más y más para conseguir el efecto de la primera vez. Este es el ciclo de la adicción.
Sumado a todo esto, como detalla Fajardo, el cerebro de un adolescente tiene una necesidad extrema de dopamina. "Ese cerebro, que además está en desarrollo, se va a convertir con el paso del tiempo en el cerebro de un adicto que va a creer que apostar es igual de importante que comer".
Así fue, justo, como Sergio se dio cuenta de su adicción, cuando llegó al punto en el que se había gastado en apuestas el dinero que tenía para comer y para pagar el alquiler de ese mes. No fue lo único. También se fulminó en su problema el dinero de un viaje que quería regalar a su ex pareja. "Lo tenía todo y casi lo pierdo por ludópata".
A día de hoy, no sabe cuál es la cantidad exacta que se ha podido dejar. "Calculo que andará cerca de los 10.000 euros. Creo que más, pero prefiero no saber cuánto me he gastado". Lo que sí sabe a ciencia cierta es una cosa: "Llevo años trabajando y no tengo ni un euro".
Su momento de redención llegó a la hora de contarles su secreto a sus padres. "Me vi fatal y tuve que llamarles. Primero, porque me tenían que ayudar económicamente, pero también porque tenía que acabar con todo esto, si no, no sabría dónde podía llegar".
Lamas explica que el primer paso para la recuperación es, precisamente ese, el contarlo todo. Luego viene la terapia profesional, acompañada de las fases típicas de la deshabituación a cualquier droga: fase represiva y fase de aprendizaje.
Factores sociales
Lo que pasa aquí es que no hay una sustancia de por medio, lo que suele provocar que muchos familiares y amigos no lleguen a entender del todo esta adicción: "Con los estupefacientes siempre queda el recurso de que el problema es la sustancia, no la persona, pero aquí hay que pensar en todos los factores sociales que llevan al caudal del adicto", explica el terapeuta.
Lamas no duda en poner un ejemplo: "Claro que el jugador no se traga las monedas o se mete en el cuerpo los cartones de lotería para engancharse, pero tiene a su alrededor un montón de factores que están muy normalizados y provocan un efecto psicológico: el tener más dinero, el poder, ser amigo de tus amigos, etc.".
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Los estímulos para incitar al juego, como la publicidad, son a día de hoy un tema de controversia. En febrero de 2020, el ministro de Consumo, Alberto Garzón, anunciaba orgulloso la tramitación de una normativa para limitar la publicidad del juego online en radios y televisiones al horario de madrugada, de una a cinco.
Tan sólo dos días después, reculaba y explicaba que la prohibición quedaría fuera de los partidos que fueran en directo y a partir de las ocho de la tarde, un jarro de agua fría para los movimientos de lucha contra la ludopatía.
Durante el primer estado de alarma, ante el incremento de las apuestas online, se aprobó un decreto de urgencia cercano a la idea actual, aunque en junio, coincidiendo con la vuelta del fútbol profesional, fue derrocado.
En noviembre de 2020, se anunciaba el Real Decreto de Comunicaciones Comerciales de las Actividades del Juego, que entró en vigor de forma paulatina. Su aplicación definitiva tuvo lugar en agosto de 2021. A partir de esa fecha, la publicidad de juegos de azar quedó limitada a la madrugada. Además, se han introducido varias medidas para la protección específica de los menores, como la prohibición de cualquier tipo de publicidad de esta materia dirigida a ellos.
Inicio en la juventud
Eso último es muy importante. Según un estudio elaborado por la Unidad de Ludopatía del Hospital Ramón y Cajal de Madrid "la adicción al juego suele iniciarse en la adolescencia y juventud". Mientras, la investigación Vulnerabilidad y riesgo en los adolescentes: perfil del jugador de azar online refleja que casi un 20% de los adolescentes han apostado en línea antes de la mayoría de edad. Aquí resuenan mucho las palabras de Sergio: "Teníamos 16 años cuando íbamos a las casas de apuestas, pero, como éramos altos, colaba".
Lo que no saben todos estos jóvenes es el duro camino que lleva la rehabilitación de un adicto al juego. De ahora en adelante, nada de ver partidos. Ni siquiera podrán volver a algo tan inocente como jugar al parchís. "El problema de ver un partido o de jugar al parchís es cómo reacciona la persona, ya que siente los mismos estímulos de competencia, de ganar. Cuando repite la sensación, ya da igual que haya dinero o no dinero, siente que está compitiendo y que tiene que ganar", dilucida Lamas.
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Sus palabras son duras, pero también traen esperanza. Con la terapia y la ayuda, se puede salir, aunque, a diferencia de un rehabilitado de la cocaína, un adicto al juego tendrá que convivir con su droga día a día. La sociedad, por desgracia, no aparta este problema. "A mí me llama mucho la atención que apostar esté tan normalizado y la ludopatía no", lamenta Sergio.
El discurso encaja con el polémico anuncio, hace apenas unos días, de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, sobre permitir el pago con tarjeta de crédito en las casas de apuestas. Actualmente, sólo se aceptan tarjetas de débito y dinero en metálico. La Federación Regional de Asociaciones Vecinal de Madrid ha denunciado la medida al considerarlo "un retroceso" por el posible peligro que conlleva aceptar ese medio como canje.
"A mí me han llegado testimonios desesperados, de gente arruinada que ha pensado en quitarse la vida", confiesa Sergio. ¿Y él? ¿Llegó hasta tal punto? "No me importa contestar, la verdad es que no, pero sí me vi muy agobiado", admite el joven. Ahora, tras contarlo, dice haberse quitado el peso de encima. Tiene más ganas de luchar que nunca. "Me siento con fuerzas y voy a seguir adelante".
Si tienes problemas con la adicción al juego, Fejar dispone de una línea gratuita de atención las 24 horas: 900 533 025.
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