El Charles Manson de su generación. Este es uno de los muchos sobrenombres que recibió Jeffrey Dahmer, uno de los asesinos en serie más conocidos de la historia de Estados Unidos. En poco más de diez años, acabó con la vida de 17 adultos y niños. No obstante, si con algún apodo pasó a la historia fue con el del Caníbal de Milwaukee o el Carnicero de Milwaukee. Le llamaron así porque, tras acabar con sus víctimas, practicaba el canibalismo y la necrofilia.
Ahora, Netflix trae el recuerdo de sus crímenes en la serie Monstruo: La historia de Jeffrey Dahmer, aunque no es la primera vez que el caso se lleva ni a la pequeña ni a la gran pantalla. Para los interesados, está la película Dahmer.
No es casualidad que esta historia sea de interés para lo audiovisual, ya que, en su momento, copó titulares de toda la prensa estadounidense e internacional, incluida la española. Los detalles escabrosos de todo lo sucedido captaron la atención de la población, que necesitaba saber si todo era obra de un perturbado o, simplemente, haciendo gala del título de Netflix, un monstruo.
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Precisamente, la defensa alegó en el juicio que Jeffrey Dahmer no estaba en plena capacidad de uso de sus facultades cuando cometió los crímenes. Por ejemplo, en las crónicas de la época, como la recogida por The New York Times, se lee: "Dahmer, quien después de ser arrestado el verano pasado confesó los 15 asesinatos de los que se le acusa y también de otros dos, se declaró culpable, pero loco". Lo que la defensa pretendía lograr era que el Carnicero de Milwaukee cumpliera pena en un sanatorio en lugar de una prisión.
Otra crónica, esta vez de El País, fechada el 28 de enero de 1992, reza: "Los psiquiatras desempeñarán un papel fundamental en el caso del Carnicero de Milwaukee, en el que se espera que Dahmer describa cómo torturó, mató y descuartizó a 17 hombres durante violentísimas orgías homosexuales".
El veredicto de cordura
Park Dietz, psiquiatra forense, criminólogo y asesor de la CIA, fue el encargado de dictaminar el estado de salud mental de Dahmer. Profesor en la escuela de Medicina de Harvard, ya tenía experiencia previa en juicios mediáticos; fue uno de los testigos de la acusación para valorar el estado mental de John Hickley Jr., el hombre que intentó asesinar al presidente Reagan con el fin de impresionar a la actriz Jodie Foster.
El resultado del juicio del Carnicero es de sobra conocido: "Dahmer está cuerdo", anunciaron a bombo y platillo los titulares de la época. El papel de Dietz fue vital para esto. Durante las horas que se pasó en el estrado, el psiquiatra explicó a todos los presentes los resultados que había sacado de sus entrevistas con él.
El más destacado de todos ellos giraba en torno a la idea de control. A diferencia de otros asesinos, Dahmer sí era capaz de ejercer control sobre sí mismo y, de hecho, confesó que para poder llevar a cabo sus crímenes necesitaba ingerir grandes cantidades de alcohol, con el fin de que le ayudase a superar su inhibición. "Es una prueba muy importante de que no había compulsión de matar ni impulso de matar y que sí podía controlar su comportamiento", explicaba Dietz en el documental para el canal estadounidense A&E, Conversaciones con asesinos.
El psiquiatra pasó varios días con Dahmer, analizando su comportamiento. En otra ocasión, le preguntó que cómo se protegía de las enfermedades de transmisión sexual cuando violaba a sus víctimas: "Me dijo que usaba condones y a mí me parece que alguien que tiene autocontrol para usar un condón lo está haciendo mejor que un adolescente promedio".
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Ojo, que el uso del condón puede ser confundido con la intención de que no le descubrieran —el ADN como prueba se utilizó por primera vez en 1987, en un tribunal de Florida (Estados Unidos)—, pero no. El carnicero de Milwaukee había construido una sofisticada maquinaria para deshacerse de los cadáveres.
Él nunca quiso ser protagonista de sus crímenes, como BTK o Zódiac, tampoco sembrar el terror dejando los restos de sus víctimas por las calles, como Jack el Destripador. Según descifró el psiquiatra, lo único que quería era tener un novio sumiso con el que poder ejercer su control total. Por eso, drogaba a sus víctimas y, en el último estadio de su monstruosidad, las mataba para profanar sus cadáveres. "Él sabía que matar estaba mal e hizo todo lo posible para destruir las pruebas", sentenciaba Dietz.
Sí es cierto que el psiquiatra diagnosticó en él "trastornos sexuales o parafilias", que empezaron en su adolescencia, cuando usaba para masturbarse recuerdos de sus disecciones de animales. No obstante, según el profesional, "esos impulsos sexuales no fueron los que le obligaron a matar y demostró, además, tener capacidad para controlarlos". Otra cosa, claro, es que no quisiera.
Admisión de la culpa
El criterio del profesional, más el hecho de haber pasado el test de enajenación mental, le llevó a una sentencia, en febrero de 1992, en la que el jurado consideró a Dahmer una "persona mentalmente sana y, por lo tanto, plenamente responsable de los 15 asesinatos de los que previamente se había considerado autor material". Tras el veredicto, pudo decir unas palabras: "Sé que pasar mi vida en la cárcel será terrible, pero es lo que merezco".
Dahmer fue condenado a 15 cadenas perpetuas, 936 años, aunque tras dos años en el Columbia Correctional Institute fue asesinado por otro preso.
La sentencia tuvo una gran acogida, aunque también tuvo detractores. Entre ellos, Robert Ressler, agente del FBI dedicado a la Unidad de Ciencias del Comportamiento. A muchos les sonará más su nombre si, a continuación, leen Mindhunter, ya que su obra es la inspiración de la serie sobre asesinos en serie, valga la redundancia.
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Al igual que Dietz, tuvo la oportunidad de entrevistarse con el Carnicero de Milwaukee. Tal y como deja claro en su obra Dentro del monstruo. Un intento por comprender a los asesinos en serie, él nunca tenía que haber ido a prisión, sino a un psiquiátrico. La imagen que ilustra la portada de su libro, por cierto, es la de Dahmer.
Muy ilustrativo, y anecdótico, es un fragmento del mencionado ensayo del agente del FBI. En él, transcribe una conversación con John Wayne Gacy, más conocido como El payaso asesino. El texto dice así:
-Ressler: ¿Te hicieron pruebas? [En la pregunta anterior hace referencia a los médicos del fiscal y la defensa y él contesta afirmativamente]
-Gacy: Te vas a llevar una sorpresa. Si Jeffrey Dahmer no ha superado el test legal de enajenación mental, que Dios bendiga al que la supere. Quiero decir que…, que debe ser un fuera de serie. Si Jeffrey Dahmer no lo pasa, no lo pasa nadie.
Idea de poder
Cabe añadir que Dahmer confesó que sus víctimas fueron estranguladas, violadas y descuartizadas y relató haberse comido partes de algunos de ellos para "sentirlos" dentro de él. Justificó sus actos por el gran impacto que le había provocado la visión de la película El exorcista III y también declaró que había planeado montar un altar donde colocar los cráneos que se había quedado de algunas de sus víctimas. Según Dietz, con esto último podría reforzar la idea de control y poder que tanto ansiaba.
Ressler, esta vez en el segundo capítulo que le dedica a Dahmer, también hace mención explícita al veredicto del doctor Park Dietz: "Le definió como persona en su sano juicio por el grado de premeditación en la elección y búsqueda de las víctimas y el grado de control demostrado para engañar a la policía, deshacerse de los cadáveres, etcétera". Así, sentencia: "La ley de Wisconsin es muy explícita en su declaración de que, si alguien es dueño de sus actos, debe considerarse en su sano juicio".
No obstante, se reitera en la idea de que, bajo su opinión, no tenía que haber sido encarcelado, sino recluido de por vida en un psiquiátrico: "El problema, en realidad, es que personas como Dahmer plantean un dilema a la sociedad, que no ha desarrollado un modo adecuado de tratarlas".