Inmaculada Hernández y Delso creció en Vinuesa, un pueblecito de Soria que ronda los mil habitantes. Lo hizo, literalmente, en la farmacia del pueblo, ya que su madre era la boticaria. Planta baja, establecimiento; parte de arriba, casa. "Como era hija única y mis dos padres trabajaban, me crie en la farmacia", recuerda. Después del colegio, tocaba ver cómo se despachaban los medicamentos. Paracetamol por aquí, tiritas por allá. Por un lado, normal que de pequeña renegara de ser farmacéutica en el futuro. ¡Ya había tenido suficiente profesión por unos añitos!
Fue una "crisis existencial" lo que le llevó a decantarse por Farmacia. Su padre, economista, le había inculcado el gusanillo por los números y, motu proprio, nació el interés por la química y la investigación, así que una de las carreras que sumaba todo en uno era ésta.
Quién le diría que fue la elección de su vida. Actualmente, es profesora asociada titular en la Universidad de California, en San Diego. ¿Su asignatura? Financiación del Sistema Sanitario, un tema que también le ha traído muchas alegrías: su investigación pionera sobre cómo suben las farmacéuticas el precio de los medicamentos le hizo entrar en la prestigiosa lista Forbes 30 under 30. "Ahora tengo 32, ya no soy Forbes 30 under 30. No veas qué guasa hay con eso", ríe al otro lado de la pantalla.
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Atiende a EL ESPAÑOL desde su casa, muy soleada. Se nota que vive en San Diego y que dejó la Universidad de Pittsburg hace un año. Aunque el clima de Pensilvania no fuera "lo más", recuerda sus cinco años allí con muchísimo cariño, pues fue la única universidad que la admitió para hacer el doctorado en los Estados Unidos, su sueño desde que comenzó a estudiar la carrera.
"Nos guste o no nos guste, las universidades están aquí mucho más financiadas. Los recursos que hay son inimaginables en otros sitios, incluido España. Aquí hay mucha consideración hacia la investigación y la educación. Los contratos son buenos, no hay precariedad. Hacer ciencia es lo bastante difícil como para que no esté bien valorada y eso es un problema que en España hay que trabajar", confiesa.
Como se desprende de esas líneas, la fuga de cerebros es una parte importante de la charla con este periódico, aunque admite que está un poco 'cansada' de la pregunta de si volverá a España. "Creo que también hay que ver a la gente que trabaja en ciencia como no afiliada a un país, sino que nuestro trabajo pretende contribuir a la sociedad en general", contesta al respecto. Así pues, la primera pregunta no puede ser otra que en qué consiste su investigación sobre el precio de los medicamentos.
"Básicamente es entender qué pagamos. Es decir, un medicamento es más caro porque es mejor que lo que había, porque se gastó mucho dinero investigándolo o, simplemente, porque es lo que la gente está dispuesta a pagar. Esto último es lo que exponemos y es un poco triste. Aquí en Estados Unidos hay mucha polémica centrada en cómo podemos regular el acceso a los medicamentos para que los diabéticos no mueran porque no pueden pagar la insulina".
A España han llegado noticias que, efectivamente, cuentan que hay gente en Estados Unidos que ha muerto por tener que racionar la insulina o porque han intentado fabricarla en casa.
Sí, justo. Desde la perspectiva española, para mí es algo inconcebible que eso pueda pasar. Siempre que hago una presentación de mi investigación, explico que yo crecí en una farmacia de un pueblo rural y que nunca he visto dramas de gente que no pudiera pagar los medicamentos. Afortunadamente, en España, los medicamentos son accesibles y tenemos un sistema sanitario en el que el copago está bastante limitado. Por supuesto que hay casos en los que no siempre es así, pero, por norma general, sí.
En Estados Unidos hay un gran problema de acceso y el ejemplo catastrófico de aquello es lo que comentabas, un hacker que publicó una fórmula online para preparar la insulina en casa. Esto es una muestra de la desesperación de la gente. Hay veces que América es el ejemplo de las cosas que no pasan en otros lados.
¿Contrasta mucho la vida académica en España con la de Estados Unidos?
Hay muchas cosas distintas, pero también similares. Me gusta que aquí la gente es ambiciosa, no es envidiosa; todo el mundo tiene aspiraciones y es muy innovador. La gente está muy dispuesta a correr riesgos y es verdad que es el país de las oportunidades.
Hace poco hablábamos de la preocupante fuga de médicos de España. ¿Se puede hablar también de fuga de científicos?
Aunque ahora haya más fuga de profesionales sanitarios, siempre hemos tenido más fuga de científicos. Para tener una economía robusta, hay que innovar y la investigación es clave para eso. Yo creo que, por desgracia, nuestros políticos, ven la investigación como un gasto y no como una es una inversión. Ellos quieren que los reelijan a los cuatro años, pero no piensan en los siguientes ni en lo bueno para el país.
En cuanto a la fuga del personal sanitario, yo lo vivo muy de cerca porque soy de Soria. Allí hemos estado sin cardiólogo en el hospital. Encima, Soria no tiene autovías y para ir a cualquier hospital que tenga cardiólogo tienes que atravesar por un puerto de montaña. Tampoco hay radiólogo. Cuando una persona se rompe el brazo, se llama al radiólogo de Salamanca para que se meta al ordenador a que le diga si el brazo está roto o no.
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Es un problema muy grave y creo que la gente con puestos de relevancia en el Ministerio y en las consejerías de Sanidad no se da cuenta del drama que viven los sitios rurales. Mi madre tuvo que hacer radioterapia, estuvo yendo a Burgos todos los días, dos horas de ir, dos horas de volver. Prácticamente, pasaba el día allí y, encima, no le pagaban los kilómetros.
No obstante, como estoy en Estados Unidos, voy a dar la perspectiva de aquí y voy a decir que tenemos el mismo problema. En sitios como San Diego, que es de los que tienen mejor calidad de vida, es muy difícil encontrar médicos, no sólo porque se hayan ido de un sitio a otro, sino porque muchos han dejado la práctica porque los años de la Covid han sido muy duros.
¿Cree que España se da cuenta del talento que está perdiendo?
Creo que la sociedad sí. Afortunadamente, va mucho más adelantada que la gente que está en los puestos de dirección. Esto a título personal. Como farmacéutica, te hago una valoración y muchos sanitarios estarán de acuerdo. El Ministerio de Sanidad siempre se ha ceñido como por algo en lo que puedes poner a un político de menos relevancia, porque parece una cosa fácil de dirigir. Y no. La pandemia ha puesto de manifiesto lo importante que es la sanidad, pero como hasta el momento funcionaba más o menos bien… Además, la salud de la población es vital para la productividad, no sólo en forma económica, sino para que la población esté fuerte, esté sana. Es vital que se ponga en el Ministerio de Sanidad a alguien con formación y que se dote de recursos.
Cuando acabó el doctorado, le ofrecieron varios trabajos con perspectivas muy prometedoras, pero decidió ser profesora. ¿Por qué?
Sí, tenía una oferta para ir a Suiza a trabajar con Novartis. Mucha gente me dice cómo no te fuiste a trabajar a Suiza, pero aquí tengo libertad, independencia para investigar en cualquier tema que yo creo importante para la sociedad.
La Universidad también ofrece muchísima flexibilidad. Yo tengo que dar la clase, pero luego en el resto del tiempo investigo lo que me parece oportuno. Eso sí, no es como España, que una vez que tienes tu plaza fija da igual que publiques un paper o 50. La flexibilidad se paga con productividad. La plaza fija me cubre salarialmente sólo mi asignatura, que es como un tercio de mi compensación total. Para todo lo que quiero investigar, tengo que pedir becas que paguen el resto de mi salario, al equipo y los materiales. Es como tener un pequeño negocio dentro de la Universidad. Mi mayor trabajo es conseguir dinero.
¿Es fácil conseguir esa financiación?
Hay que pelear. Hay temas para los que es más fácil y más difícil. Hay becas de los Institutos de Salud y también de otras vías. Yo, por ejemplo, tengo becas de familias que han hecho mucho dinero y quieren hacer filantropía, porque creen que es importante hacer presión para que, en Estados Unidos, todo el mundo pueda acceder al sistema sanitario.
Es más difícil cuando empiezas, pero si tu proyecto es bueno e importante para la sociedad, sí se consiguen los recursos. Muy poca gente abandona aquí la investigación por no tener recursos.
Con 32 años es titular de un equipo pionero en Estados Unidos. Ha publicado más de 100 papers y es profesora de Universidad. ¿Qué ha sacrificado para llegar donde está?
No es sacrificar. Hay que trabajar bien y que te importe en lo que trabajes. Sí, yo he escrito 100 papers, pero hay que saber que nunca te los publican a la primera y que los tienes que cambiar muchas veces. La clave está en que hay que tener tolerancia a la frustración y perseverancia. Parte del éxito es todas las veces que nos han rechazado. Este es el mensaje que hay que trasladar a la gente joven y el que me gusta dar.
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A nosotros nos invitan a dar un montón de charlas y la que más ilusión me ha hecho es la que di en mi instituto de Soria. La preparé con todo el cariño del mundo, porque para mí es muy importante enseñar a la gente joven, viniendo de mi pueblo de mil habitantes, que se pueden lograr cosas.
También me gusta incidirles en que hay posibilidades más allá de las carreras no convencionales. Por ejemplo, con la Farmacia, todo el mundo piensa que el 90% trabaja en una oficina de farmacia. Pues no, hay muchísimas otras cosas. También hay que mostrarle que hay más salidas más allá de ser abogado o médico.
¿Cree que la farmacia está en un segundo plano en la sanidad?
No lo asociamos a sanidad porque no es el concepto clínico de ir al médico. Pero la farmacia es muy importante, sobre todo en las zonas rurales. A raíz de la pandemia, se han creado muchísimas barreras de acceso a la sanidad, pero en las farmacias no, han seguido con el mismo acceso que había antes. Yo espero que la población se dé cuenta de que nuestra cercanía a la comunidad puede tener un rol muy importante en sanidad. Por ejemplo, ahora se está haciendo bastante lobby para que las farmacias puedan administrar vacunas a niños, porque se ha demostrado, primero, que iban a tener más acceso, porque para la gente es más fácil ir a la farmacia, y, segundo, que éstas ofrecen más flexibilidad.
Justo hace unas semanas se debatió el tema en un Simposio de Sanidad organizado por El Español sobre si las farmacias deberían vacunar o no.
Aquí la mitad de las vacunas Covid se ha dado en farmacias. Ha sido clave, pero España es distinto. En España hay un sistema sanitario y es más sencillo que en Estados Unidos, donde no hay un sistema sanitario. hay Hospitales privados, pero sin ningún tipo de estructura detrás.
Una de sus últimas investigaciones versaba justo sobre esto, sobre la distribución desigual de vacunas entre distintas poblaciones raciales en Estados Unidos.
Antes de mudarme a Estados Unidos no me daba cuenta de la relevancia de los problemas raciales. La era Obama proyectaba una imagen de armonía al mundo, pero, una vez que estás aquí, te das cuenta de que este país está bastante segregado. Con la falta de acceso a las vacunas Covid hubo bastante controversia, sobre todo en las metrópolis del sur de Estados Unidos, que es en las que, tradicionalmente, ha habido más población afroamericana. También está el problema de la extensión del país, que es enorme y que, si lo miras bien, la mayor parte es rural.
Como el sistema sanitario es privado, los hospitales abren en barrios ricos. Entonces fue un gran problema llevar las vacunas a barrios y condados rurales que tienen menos recursos y que no tienen hospitales. Nuestra investigación hizo varios mapas para ver dónde se necesitaban las vacunas y la solución que se encontró fue llevarlas a farmacias independientes de esas zonas, porque aquí hay muchas cadenas de farmacias, que también están en los sitios de dinero.
Hablando de controversias, la semana pasada se entregaron los premios Nobel de ciencia. En sus 121 años de historia, se han dado 591 premios a hombres y 23 a mujeres. Como mujer y científica, ¿qué valoración hace de esto?
Por un lado estos premios fueron un notición porque por fin le han dado un Nobel de química a Carolyn Bertozzi, que es una gran investigadora de Stanford. Además, fue muy curioso porque, si ves su Twitter, utiliza mucho la plataforma para hablar de lo difícil que es retener investigadoras mujeres en el ámbito de la química, que debe de ser más complicado que donde me muevo yo. La farmacia es un ámbito bastante dominado por mujeres. Todas las jefas que he tenido, hasta ahora, han sido mujeres,
Por otro lado, es verdad que los datos son malos de media, pero yo creo que estamos avanzando mucho en mi generación en cuanto a paridad. Lo que pasa es que vamos a tardar hasta ser nosotros los que otorguemos los premios y se pueda revertir la media.