"Es cierto que la vida que llevamos, en la que hacemos todos los días las mismas cosas, ha creado una barrera que nos separa de los grandes misterios que van apareciendo en otros lugares". Así empezaba el psiquiatra y periodista español Fernando Jiménez del Oso la emisión de Más allá, un espacio de TVE que se centraba en "interpretar fenómenos que aparentemente no se explican". Como no podía ser de otra forma, el Triángulo de las Bermudas fue uno de los primeros temas a tratar.
"Dos simples elementos. Mar y cielo. Esta combinación aparentemente idílica constituye una trampa gigantesca donde, sin saber cómo ni por qué, mar y cielo capturan para llevarse al olvido a cientos de barcos y aviones. También, a miles de personas", explicaba Jiménez del Oso acerca de uno de los lugares más misteriosos del planeta. Lo hacía en el año 1976. Desde entonces, a excepción de un programa de Cuarto Milenio que también versaba sobre este misterio, parece que cada vez se habla menos de esta leyenda. ¿A qué se debe esta repentina desaparición?
Antes de responder a estas preguntas, será mejor que nos remontemos al origen de esta zona. Ubicada entre las islas Bermudas, Puerto Rico y Miami, este lugar es conocido como el cementerio del Atlántico. Y es que se han reportado casi un centenar de desapariciones entre las que no sólo se encontraban buques cargueros y submarinos, también cinco bombarderos de la marina estadounidense.
Por ejemplo, el HMS Rosali, un buque, fue hallado en esta zona en 1840 sin ninguna tripulación. Corrió más 'suerte' que el Atalanta, un buque de guerra británico del que nunca se encontró ni rastro.
Cómo comenzó la leyenda
Sus historias son funestamente célebres, pero no más que la que lo inició todo, la del Vuelo 19, un escuadrón de cinco bombarderos TBM Avenger, que el 5 de diciembre de 1945, a las 18:20, emitiría su última comunicación por radio. "Mantened todos los aviones cerca. Tendremos que amerizar si no encontramos tierra. Cuando un avión tenga menos de 10 galones de combustible, bajaremos todos juntos", esas fueron sus últimas palabras.
La tripulación estaba compuesta por 14 personas. Entre ellas se encontraba el teniente Charles C. Taylor, el culpable de que el ejercicio de entrenamiento sobre las Bahamas de aquel día se aplazara en el tiempo. Taylor era el líder de un escuadrón en el que él era el único que tenía experiencia de combate. El resto apenas habían volado unas 300 horas.
Los problemas comenzaron a los 40 minutos del despegue, pues la base captó la transmisión de radio de uno de los miembros del escuadrón solicitando permiso para lanzar sus proyectiles en los bancos de arena de Hen & Chicken, en las costas del estado de Delaware (Estados Unidos).
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"No sé dónde estamos. Nos debemos haber perdido tras el último giro". Ésta era la señal de auxilio que lanzaba uno de los pilotos aprendices al teniente Robert F. Cox, que lideraba otra de las pruebas ese mismo día. Le pidió que se identificara para poder ayudarle. Sin embargo, Cox tan solo captó a los aprendices comunicándose entre ellos. "Mis dos brújulas están rotas. No sé dónde ni cómo volver", advertía.
La climatología empezó a empeorar. Por eso, el teniente Cox recomendó a Taylor que llevara a su tripulación hacia el sol, hacia el oeste. A las 18:04 ya se había puesto el sol y ninguno de los pilotos se había dirigido hacia aquella dirección. Una hora más tarde se detectó una señal inteligible que se atribuye al grupo. Ya no se supo nada más.
El destino final exacto del Vuelo 19 es desconocido. En las 500 páginas del informe, se concluye que Taylor guio a su equipo de forma correcta y que, de haber continuado al oeste, hubieran llegado a tierra antes de quedarse sin combustible.
El porqué del declive
Desde esta fatídica desaparición, pasar por las aguas del Triángulo de las Bermudas se convirtió en sinónimo de desaparición. Tanto es así que, incluso, los hundimientos ocurridos antes del Vuelo 19 se atribuyeron a esta zona del océano Atlántico.
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Con todo este tipo de especulaciones acerca del misterioso Triángulo, la Guardia Costera de Estados Unidos (USCG, por sus siglas en inglés) realizó un informe en el año 1999 bajo el título Hoja informativa sobre el Triángulo de las Bermudas para explicar los posibles motivos —racionales— por los que se producían estas desapariciones.
Así, aseguraban que la mayoría de las desapariciones pueden atribuirse a las características ambientales propias de la zona, como sus problemas con el magnetismo. Así, las variaciones naturales de declinación magnética (la diferencia entre el polo norte magnético y el norte geográfico) no funcionarían correctamente en la zona y jugaría al despiste con las brújulas de todo aquel que se aventure en el Triángulo. Este problema también se produce frente a la costa oriental de Japón, en el conocido como "Mar del Diablo".
Otro de los factores que puede influir también es la corriente que se origina en el golfo de México. Así, poco a poco las explicaciones lógicas han ido desterrando el halo de misterio que rodea la zona y, con ello, devorado una de las leyendas predilectas de los aficionados del misterio.