¿Por qué juegan los niños? Aunque las formas de diversión infantil pueden parecer algo banales, hace ya muchos años que padres y profesionales saben que no es algo que se pueda tomar a la ligera. Sólo hay que ver todas las molestias que se puede tomar un progenitor para comprar un regalo adecuado a su hijo. Pedagogos, psicólogos y pediatras inciden en que las formas de recrearse tienen tanto implicaciones como un porqué, lo que abre una ventana a numerosas preguntas, entre ellas si los los niños y las niñas juegan de manera diferente.
Esta es una respuesta a la que ha dedicado gran parte de su carrera Remo H. Largo, reputado pediatra y autor de libros sobre educación. De entre todos ellos, quizá, el que más destaca es el superventas Primeros pasos, desarrollo y educación en los primeros años (2004), una obra que vuelve en 2023 completamente reeditada y adaptada a los tiempos que corren. En España, lo hace de la mano de Capitán Swing.
"Era necesaria una nueva revisión de este libro, ya que la familia y la sociedad, así como nuestra mirada hacia el niño y la niña, están atravesando una rápida transformación", avanza el autor en el prólogo de la obra. Por desgracia, Largo falleció antes de ver publicada esta nueva versión de su clásico.
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Antes de entrar en materia, convendría aclarar primero eso de por qué juegan los niños. Según el pediatra, a través de este comportamiento, que no sólo es característico de los seres humanos, sino que se puede apreciar en las crías de otros animales, los infantes pueden comenzar a practicar comportamientos innatos, como el gateo. Acumular experiencias sobre las cualidades físicas del mundo material, de ahí que lo toquen todo; y adquirir habilidades del aprendizaje social, es decir, imitar lo que ven; serían los otros dos grandes pilares que dan respuesta a la pregunta.
Iguales hasta cierta edad
Estos tres puntos, a priori, sitúan a niños y niñas por igual: juegan al pilla, pilla a gatas para aprender a moverse y caminar, se llevan todo tipo de trastos a la boca para ver qué son y se colocan el teléfono en la oreja imitando a papá o mamá. "Los niños y las niñas apenas se diferencian en su manera de jugar durante los dos primeros años. A los niños les interesa tanto como a las niñas llenar y vaciar recipientes e imitar a las madres en sus tareas domésticas", sentencia el pediatra.
Es más, a modo anecdótico, señala que dieron a los niños (antes de los dos años) muñecas, biberones y cepillos para el pelo. "Comprobamos que dan de comer a las muñecas y les cepillan el pelo igual que lo hacen las niñas. ¡Y eso que, según nos contaron sus padres, la mayoría de los niños no había jugado nunca antes con muñecas!", exclama.
Sin embargo, en sus investigaciones, basadas en estudios longitudinales realizados en el Hospital Infantil Universitario de Zúrich, donde se hizo seguimiento a más de 900 niños y niñas desde el nacimiento hasta la edad adulta, verificó que algo cambiaba al llegar, concretamente, a los 18 meses. Es ahí cuando los varones se inclinaban más a desarrollar habilidades relacionadas con la exploración del entorno y las hembras con los aspectos sociales.
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Es decir, las diferencias de por qué los niños y niñas se inclinan más por unos juegos u otros estarían condicionadas, en primera instancia, por el sexo. Así, el pediatra pone un ejemplo: "Entre los muebles de juguete que dispusimos para que jugasen los niños del estudio había un pequeño horno. Las niñas lo usaban para hacer que cocinaban la comida y los niños querían averiguar cómo estaba ensamblado el horno y cómo funcionaba".
Sin embargo, el pediatra no se desmarca del condicionante social que acompaña a esta teoría. En primer lugar, porque las niñas se estarían viendo influenciadas por aquello que ven. Y, segundo, porque fuera del ámbito del juego y ya desde un punto de vista general, Remo reconoce en su obra que "predisposición y entorno no son factores opuestos". Aunque cada infante lleve un determinado material genético que le marque en algunos aspectos, admite que las experiencias que tenga el niño serán fundamentales para su desarrollo.
Ojito con lo que se regala
Su teoría difiere de lo expuesto por el primatólogo y psicólogo Frans de Waal. Según su libro reciente Diferentes. Lo que los primates nos enseñan sobre el género los chimpancés machos prefieren jugar con coches y las hembras con muñecas, lo que extrapola, por la proximidad entre especies, a los humanos. Aquí no se habla de predisposición a tareas, sino a objetos.
Así lo explicaba en una entrevista a EL ESPAÑOL: "Los primates machos prefieren los coches y las pelotas, mientras que las hembras van a por las muñecas y los osos de peluche. Para los machos es difícil de explicar, puesto que en la naturaleza no encontramos estos objetos. Sin embargo, en las hembras creo que es bastante fácil de entender. En los humanos sucede igual. Las niñas se sienten más atraídas por las muñecas que los niños. Se trata de una diferencia comprobada estadísticamente".
Remo no opina así. De hecho, en sus investigaciones constató que estas diferencias se hacían más grandes con la edad, influenciadas por la fuerza que ejercían padres, conocidos y familiares: "Estas personas suelen preferir regalar coches, trenes y aviones a los niños y electrodomésticos de juguete, estuches de maquillaje y cochecitos de bebé a las niñas", sentencia el pediatra, que con su teoría demuestra lo importante que es el juego infantil en el desarrollo y cómo los adultos pueden ser determinantes para él.