El enmarañado debate de los científicos sobre el impacto emocional de ser madre gestante
Mientras que algunos estudios hablan de "experiencias positivas" a largo plazo, otros trabajos denuncian "sesgos" y una evidencia científica pobre.
9 abril, 2023 02:15El caso de Ana Obregón ha abierto casi todos los debates posibles sobre la gestación subrogada. Que si está bien hacerlo, que si está mal. Que si ha tenido un mal duelo al pretender sustituir un hijo con otro, si esa niña estará bien de mayor, etc. Sin embargo, todavía no se ha ahondado en qué dice la literatura científica sobre la salud mental —a corto y a largo plazo— de las madres gestantes: si suelen afrontar el proceso con normalidad o, en cambio, les supone un daño emocional. Lo cierto es que quizá aún no se haya abordado este tema porque, hasta la fecha, es complicado encontrar grandes investigaciones que hablen de ello.
Lo primero que conviene aclarar es que, cuando alguien recurre a los vientres de alquiler, se le ofrecen dos posibilidades: que el óvulo fecundado sea de la gestante (subrogación parcial) o no (subrogación plena). La mayoría de clínicas explican que es mejor la segunda opción, pues consideran que así se evitan los riesgos de que se trace un vínculo genético y, por ende, emocional, entre gestante y bebé.
Así lo recomienda la Federación Internacional de Ginecología y Obstetricia (FIGO): "La complejidad adicional que presenta la subrogación parcial en comparación con la subrogación plena, en la que los padres comitentes son también los padres genéticos, hace que la subrogación plena sea la opción preferible".
Sin embargo, aquí se olvida una investigación publicada en 2014 en The American Journal of Bioethics que analiza precisamente cómo se trazan los lazos entre madre y bebé durante la gestación subrogada. El trabajo defiende que el ambiente materno es capaz de regular algunos genes fetales, incluso si el óvulo no es de la mujer que lo gesta, y expone la profunda relación biológica y emocional que se produce entre embarazada y bebé.
El caso de 'Baby M'
Romper esa conexión emocional entre uno y otro es lo que podría provocar daños en la salud mental de la madre gestante, algo que reconoce, a pesar de la anterior recomendación, el citado documento sobre bioética de la FIGO: "La mujer subrogada se somete a riesgos durante el embarazo, similares a los de cualquier otra mujer embarazada. Las reacciones psicológicas pueden complicar esto aún más, causando depresiones por la entrega, sufrimiento y dolor e, incluso, la negativa de entregar al niño".
El último punto puede parecer un mito, pero no. En 1985, en Nueva Jersey (Estados Unidos), una mujer con pocos recursos llamada Mary Beth Whitehead firmó un contrato de 10.000 dólares con un matrimonio para ser su vientre de alquiler. Cuando nació la bebé, conocida como 'Baby M', la joven se vio incapaz de renunciar a su hija y prefirió extinguir el contrato, lo que provocó que el caso acabara en los tribunales. La custodia cayó en manos del matrimonio porque los jueces creyeron que así el bebé estaría mejor.
"La evidencia científica actual demuestra que el embarazo conlleva una transformación definitiva de la mujer y un intercambio biológico entre la embarazada y su bebé que va mucho más allá de los genes", expone en un trabajo de investigación sobre los aspectos médicos de la gestación subrogada Ibone Olza, doctora en Medicina, especialista en Psiquiatría y directora del Instituto Europeo de Salud Mental Perinatal.
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Según denuncia la experta, se trabaja mucho la salud mental de la madre compradora, pero poco se repara en la de la mujer que entrega al bebé. Algunos investigadores sí han abordado la cuestión, como es el caso de Susan Golombok, directora del Centro de Investigación Familiar de la Universidad de Cambridge (Inglaterra) y profesora del Newnham College, también de Cambridge. Especializada en nuevos modelos de familia, esta psicóloga defiende que el proceso no tiene un gran impacto en la salud mental de las madres gestantes.
Trabajos con sesgos y limitaciones
A esa conclusión la han llevado diversos trabajos, como uno publicado en 2003 en el que analizó esta cuestión en 34 madres gestantes. "Los hallazgos de la presente investigación sugieren que, en general, la subrogación ha sido una experiencia positiva para las madres subrogadas entrevistadas y no respaldan las afirmaciones sobre los resultados potencialmente negativos de la subrogación para las madres subrogadas", sentencia el escrito.
Ibone Olza, sin embargo, acusa a este tipo de trabajos de estar atestados de sesgos y limitaciones. Por ejemplo, en el caso del estudio citado, la muestra es pequeña y quince de las mujeres habían sido reclutadas a través de la organización de subrogación del Reino Unido Childlessness Overcome Through Surrogacy (COTS), la cual, además, aparece en los agradecimientos.
Lo mismo sucede con otro trabajo de Golombok, esta vez un estudio longitudinal sobre el bienestar psicológico de estas madres a los diez años de haber entregado a los bebés. En las limitaciones del estudio ya se advierte que el tamaño de la muestra es pequeño (20 mujeres) y que, por lo tanto, los resultados son difícilmente extrapolables. Además, las evaluaciones eran autoinformadas y no realizadas por un investigador.
Si bien, es cierto que tiene el mérito de ser el primer estudio en medir las consecuencias de este proceso a lo largo de los años. Según sus resultados, en general, las madres sustitutas reportaron "un bienestar positivo" a los diez años de haberlo efectuado, pero no se menciona nada del corto plazo ni del proceso mismo del embarazo.
Sí que lo hace en otra investigación en la que se compara el bienestar emocional entre mujeres embarazadas con la finalidad de quedarse a sus bebés y mujeres gestantes. Aquí, reconoce que estas últimas presentaban cotas más altas de depresión durante el embarazo, aunque apunta a que puede deberse a la falta de apoyo del entorno. No obstante, no figura ninguna evaluación psicológica o psiquiátrica que apoye esto último.
Cero atención postnatal
Lo cierto es que el embarazo es un proceso de extremada vulnerabilidad psíquica. Según la guía Thinking Healthy, a manual for psychosocial management of perinatal depression, editada por la OMS, hasta el 40% de las madres de países desarrollados experimentan un trastorno mental después de dar a luz. En aquellos con menos recursos se piensa que la cota es mayor.
Esto es muy importante para el caso tratado. Un trabajo publicado por la Universidad Complutense de Madrid sobre aspectos bioéticos de la gestación subrogada comercial afirma que las mujeres gestantes, una vez completado el proceso, son completamente desentendidas por las agencias que las han contratado, lo que puede aumentar los daños mentales. Así lo denuncia el documento: "Ninguna de las madres sustitutas entrevistadas había recibido atención postnatal de las agencias que las contratan".
Con todo lo expuesto, parece que la ciencia mantiene, al igual que la sociedad, un tira y afloja con la salud mental en la gestación subrogada. Llegados a este punto, es mejor recuperar la conclusión de un trabajo publicado en la revista Human Reproduction Update y que analiza el ámbito médico y psicológico de las madres sustitutas, sus hijos y las familias: "No hay muchos datos. Los estudios son de baja calidad y hay un sesgo. Hay que tener en cuenta que esos datos pueden tener limitaciones y premisas falsas".