Decía Esperanza Aguirre que "las mentiras tienen las patas muy cortas" haciendo uso de una de las claves que nos ofrece el rico refranero que tenemos en España para reconocer a los mentirosos, a los que también se les coge antes que "a un cojo". Sin embargo, los embustes no son tan fáciles de reconocer siempre. De hecho, hay personas expertas en trolas que no despiertan nuestras sospechas, por eso la ciencia ha querido indagar sobre las claves para detectar una mentira sin usar polígrafo.
Un estudio de la Universidad de Ámsterdam ha abordado la forma en la que se podría discernir la mentira de la verdad en un relato solo con fijarnos en el nivel de detalle que las personas nos facilitan al contar una historia. Así, en líneas generales, los investigadores precisan que cuantos más datos y descripciones para desvelar el quién, qué, cuándo, cómo y por qué es más probable que estén diciendo la verdad. Si los pasan por alto es probable que estén mintiendo.
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Con esta prueba simple se pueden destapar engaños con una precisión de casi el 80%. El 11 de septiembre también marcó un hito en cuanto al entrenamiento de detección de comportamiento y el personal de seguridad del aeropuerto en Estados Unidos fue entrenado para buscar 92 pistas que indicaran que una persona les estaba engañando. Los polígrafos, por su parte, combinan datos fisiológicos como la presión arterial, la frecuencia cardíaca y respiratoria para hacer una completa fotografía que los expertos interpretan.
Descartar pistas en vez de sumarlas
No obstante, la investigación muestra que incluso los profesionales capacitados no lo tienen nada fácil para interpretar datos sobre la marcha y concluir si alguien miente o no. El psicólogo forense y autor principal del estudio, Bruno Verschuere, asume que esa es una "tarea imposible, puesto que la gente no puede evaluar todas esas señales en poco tiempo y mucho menos integrar múltiples señales en un juicio preciso y veraz". También explica que las personas tenemos estereotipos asumidos sobre los demás e influyen en el juicio.
Con la idea de superar estos problemas, Verschuere y sus colegas decidieron probar una "alternativa radical" e instruyeron a los participantes en su estudio a concentrarse en una sola pista e ignorar todas las demás: el nivel de detalle de un testimonio. "La verdad se puede encontrar en la simplicidad y proponemos descartar en lugar de agregar pistas cuando se trata de detectar el engaño", ahonda el experto.
Él y su equipo han desplegado nueve estudios para instruir a 1.445 personas para que adivinaran si las declaraciones escritas a mano, las transcripciones y entrevistas en vídeo, y las entrevistas en vivo sobre actividades de estudiantes universitarios de su campus eran verdaderas o falsas. Los testimonios fueron recogidos a jóvenes que habían estado relacionados con un robo simulado de un examen y mintieron sobre ello o lo presenciaron mientras paseaban por las instalaciones sin conocer la treta.
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Entre aquellos que tenían la tarea de discernir entre la realidad y el relato falso, unos confiaron en su intuición para detectar mentiras o usaron muchos factores a la hora de tomar una decisión, por lo que las conclusiones parecían escogidas al azar. En cambio, los integrantes de otro grupo al que se le había indicado que se concentraran solo en el nivel de detalle pudieron separar con una precisión del 59 al 79% la verdad de las mentiras.
Polígrafos humanos
En concreto, se les solicitó desde el equipo de investigación que examinaran el "grado en el que el mensaje incluye detalles tales como descripciones de personas, lugares, acciones, objetos, sucesos y la temporalización de éstos", además, del grado en el que el testimonio parecía completo, concreto e impactante, así como rico en detalles: "Nuestros datos muestran que confiar en una buena señal puede ser más beneficioso que usar muchas señales", sostiene Verschuere.
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La regla por la que se ha regido el equipo para usar ese factor determinante e ignorar el resto fue un método superior de detección de mentiras con independencia de si los participantes sabían el propósito de la actividad, ignorando que estaban siendo una suerte de polígrafos humanos. Este aspecto sugiere, dice Verschuere, que los estereotipos preexistentes sobre la culpa y la inocencia no se interponían en el uso del nivel de detalles como herramienta de detección.
En situaciones límite, es probable que las personas enriquezcan las mentiras con detalles para aumentar su credibilidad, de modo que es posible que las reglas generales de detección de mentiras dependan del contexto, inciden los investigadores. Sin embargo, el uso de más pistas e incluso el abordaje desde el Big Data y aprendizaje automático, no mejoraría la precisión en la detección de estas mentiras, concluyen: "Para lidiar con la sobrecarga de información lo mejor es ignorarla. A veces, menos es más".