El 5 de septiembre de 2021, la Real Academia Española elegía Holoceno como palabra del día en sus redes sociales. Etimológicamente es la combinación entre holo, 'todo', y kainós, 'nuevo' y se define como una época, "la más reciente del período cuaternario, y que abarca desde hace unos diez mil años hasta nuestros días". Esta definición tendría los días contados, para malestar de muchos geólogos que acusan a la institución de inventarse épocas geológicas.
Tan solo tres meses después de aparecer como palabra del día, la RAE lanzaba una actualización del Diccionario de la lengua española que acabaría repercutiendo en Holoceno. Entre las 3.836 modificaciones llevadas a cabo aparecía una nueva palabra, Antropoceno, "la más reciente del período cuaternario".
El Holoceno, por obra y gracia de la RAE, ya no era 'todo lo nuevo' y los geólogos comenzaron a tirarse de los pelos. Pero ha sido ahora cuando han tomado cartas en el asunto y pedido explicaciones al guardián del lenguaje.
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"Nos han mandado, como respuesta, que lo van a mirar en la comisión de lexicografía", comenta Manuel Regueiro, presidente del Ilustre Colegio Oficial de Geólogos. Con la adición de la palabra Antropoceno, la RAE acabó modificando la acepción de Holoceno, que ahora era la "segunda [época] del período cuaternario, que abarca desde hace unos diez mil años hasta mediados del siglo XX".
Regueiro no oculta su malestar. "La RAE no es quién para definir épocas geológicas". Lamenta que no haya ningún geólogo en la institución que evite estas metaduras de pata. "Es como si definiera un término de medicina sin preguntar a los médicos".
Es más que probable que usted ya haya oído hablar del Antropoceno. El concepto fue acuñado en el año 2000 pero no por un geólogo sino por un Premio Nobel de Química, Paul Crutzen, y el biólogo Eugene Stoermer, que ya llevaba hablando de Antropoceno desde los años 80 para referirse al impacto de la actividad humana en el planeta.
Máquina de vapor o bomba atómica
Para Crutzen y Stoermer, este impacto aparece a todas las escalas tanto en el suelo como en la atmósfera, dejando una huella duradera en el entorno. Por eso, les parecía apropiado "enfatizar el papel central del ser humano en la geología y la ecología proponiendo el uso del término 'antropoceno' para la época geológica actual". El problema es que nadie había pedido opinión a los propios geólogos.
"Me parece de un antropocentrismo enorme", comenta Pablo Suárez González, profesor del Área de Estratigrafía de la Faculad de Ciencias Geológicas de la Universidad Complutense. "El hecho de ponerle etiqueta es un afán más bien político, económico o social".
La estratigrafía es la rama de la Geología que se dedica a interpretar las capas de sedimentos del suelo y las rocas. Un ojo estratigráfico experimentado es capaz de datar, a simple vista, fósiles de hace millones de años solo con ver en qué capa de sedimentos está enterrado.
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Los sedimentos cambian según los eventos que tuvieron lugar en el pasado. Por ejemplo, el final del Mesozoico, la era de la dinosaurios, está marcado en las entrañas de la Tierra por una fina capa de iridio, un metal muy raro en la corteza terrestre que, sin embargo, es frecuente en meteoritos. De ahí la teoría –que no ha hecho más que corroborarse con el paso de los años– de un impacto de tanta magnitud que cambió la historia del planeta, dando lugar a una nueva era (Cenozoico) y, en último término, a la aparición del ser humano.
La pregunta es: ¿Ha provocado la acción humana un impacto de tal magnitud que quede escrito en las rocas? Creutzen y Stoermer propusieron 1784 como el inicio de la nueva época geológica. Ese año James Watt presentó la locomotora que funcionaba con una máquina de vapor, que daría inicio a la revolución industrial.
En ese momento, señalaban el químico y el biólogo, es cuando comenzaron a acumularse gases de efecto invernadero en los glaciares, señal de que el hombre había comenzado a cambiar las condiciones ambiantales del planeta.
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En las dos décadas posteriores al planteamiento de Creutzen y Stoermer el debate no ha parado pero el consenso de la probable línea separatoria entre Holoceno y Antropoceno se ha desplazado hasta mediados del siglo XX, momento en que las pruebas con bombas atómicas dejaron un marcador radiactivo que se puede encontrar en cualquier lugar del planeta. De ahí la definición de la RAE.
La cuestión es que los geólogos no han tomado todavía una decisión en firme sobre el tema por lo que, a día de hoy, seguimos viviendo en el Megalayense, la edad más reciente del Holoceno, la época geológica que se inició hace 11.700 años con el fin de la última glaciación.
Así lo indica el Grupo de Trabajo sobre Antropoceno de la Subcomisión de Estratigrafía del Cuaternario, perteneciente a la Comisión Internacional de Estratigrafía. Este grupo de trabajo está debatiendo si, en caso de aceptar Antropoceno como época geológica, dónde hay que marcar el límite y qué lugares servirán para definirlo. Por ejemplo, en el caso del fin del Mesozoico, la referencia está en Gubbio (Italia), lugar donde el físico Walter Álvarez observó por primera vez la capa de iridio que le serviría para proponer la hipótesis del meteorito que acabócon los dinosaurios.
Evento sí, época no
El debate puede estar más cerca de resolución en una semana. Entre el 11 y el 13 de julio se celebra en la localidad francesa de Lille el IV Congreso Internacional de Estratigrafía, donde el Antropoceno será uno de los protagonistas.
El presidente del Colegio de Geólogos, Manuel Regueiro, advierte a la RAE que, aunque se apruebe una propuesta para definir la referencia del Antropoceno en el congreso, daría comienzo a un "largo y complicado proceso que podría durar años" para validar la nueva época geológica.
Tanto él como Suárez reconocen el atractivo del concepto como "demostración de que el ser humano está destruyendo el planeta", pero recuerdan que el valor de la estratigrafía es que es muy estricta y no puede aceptarlo sin más.
"Yo no digo que, en el futuro, se acepte el concepto, peor las épocas geológicas funcionan de otra forma", explica el presidente de los geólogos, que propone llamarlo "evento geológico" en lugar de época. Tampoco se opone a que el Diccionario de la lengua española recoja el término, "pero no como una época geológica". Y exige a una RAE sin geólogos que recupere la acepción original de Holoceno como la época que llega "hasta nuestros días".
Suárez apunta que, en realidad, se habla más del Antropoceno en divulgación y periodismo científico que en los entornos puramente académicos. A él le sirve para explicar a sus alumnos "qué aspectos son útiles y cuáles no para una estratigrafía".
"Yo no trabajo en el Cuaternario [el periodo que incluye al Holoceno], así que me da un poco igual. Si a ellos –los investigadores de dicho periodo– les viene bien para hacer sus correlaciones, que lo incluyan", reflexiona. "Está tan sobredimensionado todo lo del cambio climático y el Antropoceno, que nos da rabia a los que estamos en otras cosas". Seguidamente, hace una búsqueda rápida en el DLE: ni estromatolito ni microbialita, términos que él usa todos los días, aparecen por ningún lado.