Imagen de archivo de la entrada del campo de concentración de Auscwitz, en Polonia.

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Ciencia

El 'mea culpa' de una de las revistas médicas más prestigiosas: ignoró las atrocidades del nazismo

'The New England Journal Of Medicine' publica una investigación en la que se revisa y critica la actitud pasiva de la publicación frente al Holocausto.

15 abril, 2024 01:31

La revista The New England Journal of Medicine ha publicado un artículo en la que se le critica por su inacción y su falta de atención a las atrocidades cometidas por los nazis durante el Tercer Reich. La publicación, una de las más longevas y valoradas, fue “un caso atípico” en la cobertura del ascenso del nazismo, exponen Joelle Abi-Rached y Allan Brandt, autores del texto.

Los investigadores son historiadores de la ciencia en la Universidad de Harvard y afirman que cualquier reflexión sobre el legado de injusticias históricas de la revista científica “debe abordar el ascenso del nacionalsocialismo en Alemania, el antisemitismo del Tercer Reich de Adolf Hitler y el Holocausto”.

El único artículo publicado en la revista que criticaba categóricamente al régimen nazi salió en 1933 y era un comunicado breve sobre el abuso a los médicos judíos. Además, estaba basado en gran parte en información de The New York Times, relatan los historiadores. Hablaba de que las restricciones existentes contra ellos afectaban a muchos médicos “no arios” que podían perder sus ingresos para vivir. 

Es decir, desde la revista solo se consideró la discriminación en términos económicos. Sin dar más detalles, mencionaba “una amarga e implacable oposición al pueblo judío”, pero hasta ahí. Al final de este artículo, se reconocía: “evidentemente, en Alemania no existe una Declaración de Derechos para el médico judío”

La primera mención a Hitler, relatan, no aparece hasta el año 1935. Desde ese momento, se produjo el silencio hasta 1944, cuando se publicó el primer editorial que reconocía los crímenes de guerra cometidos por los nazis. La crítica explícita de las atrocidades médicas que se cometieron en Alemania durante esos años no llegaría hasta 1949. Iba firmada por Leo Alexander, un neuropsiquiatra estadounidense nacido en Viena, que reunió pruebas para el juicio de los médicos nazis en Nuremberg. 

En el lado contrario, otras revistas como Science o JAMA sí que habían tomado cartas en el asunto, explican los autores. La segunda utilizaba sus contactos en Berlín para informar con frecuencia a sus lectores sobre “el impacto perjudicial del régimen nazi en la práctica médica”, reza el texto. En 1933, JAMA publicó el informe Noticias médicas extranjeras, donde señalaba la persecución a los médicos judíos, incluida la prohibición para ejercer la medicina y para acceder a la educación médica.

En la década de los 60 sí que se publicaron más artículos sobre el tema, cuando desde la academia se empezaron a documentar las atrocidades cometidas por los médicos alemanes. Abi-Rached y Brandt no encuentran una justificación posible: “El argumento de que no se sabía mucho sobre la naturaleza persecutoria y asesina del nazismo como ideología de Estado antes de los juicios de Nuremberg se queda corto como explicación”.

El artículo más polémico

En 1935 The New England Journal of Medicine publicaba un artículo escrito por Michael M. Davis, experto en salud estadounidense, y Gertrud Kroeger, una destacada enfermera alemana. Más adelante se sabría que esta última era simpatizante de la ideología nazi. En el texto alabaron los cambios en el seguro de enfermedad introducidos por el Tercer Reich como una “revolución política” y sugirieron que eran meritorias de imitación bajo los “planes propuestos para la seguridad social para el pueblo de los Estados Unidos”, aseveran Abi-Rached y Brandt. 

Lo que más impacta a los autores de esta investigación es “la naturaleza imparcial, acrítica y descontextualizada del análisis”. Davis y Kroeger no hacen ninguna mencion a la enorme cantidad de leyes persecutorias y antisemitas que se aprobaron después de que los nazis asumieran el poder en enero de 1933.

Davis y Kroeger describieron con simpatía el hecho de que los médicos de seguros tuvieran que completar un trimestre de servicio obligatorio en los campos de trabajo. Lo describieron como “una oportunidad” de relacionarse con toda clase de personas en el día a día, ampliar su educación general y ayudar a comprender la psicología de las personas con las que tendrían que tratar en su futura profesión.

También elogiaron la centralización de la toma de decisiones en manos de líderes que sustituía la gobernanza más democrática del fondo de seguros a través de consejos electos. Esta decisión, dicen Abi-Rached y Brandt fue “profundamente equivocada”. El resultado de esta medida fue el despido de los consejos asesores. Además, los médicos judíos o considerados “subversivos” fueron expulsados de la administración y reemplazados por simpatizantes del régimen o miembros del partido.

El texto tuvo una réplica dos semanas más tarde. Iba firmada por Joseph Muller, dermatólogo y miembro activo de la Sociedad Médica de Massachusetts (propietaria de la revista). Sin embargo, el motivo real para la crítica no eran las atrocidades cometidas por el régimen nazi, sino “el peligro de que la medicina socializada pudiera dominar la profesión”, aseguran Abi-Rached y Brandt.

Los autores de esta investigación intentan encontrar una justificación para que Davis fuera capaz de publicar contenido así. Le describen como “una figura preeminente en el campo de la política sanitaria estadounidense”, y destacan su trabajo para proporcionar servicios de salud y bienestar social a los inmigrantes estadounidenses. Los historiadores creen que su admiración por la eficiencia, la autoridad y el control del Tercer Reich “le cegó ante todas las implicaciones de sus simpatías”.

En la conclusión, ambos científicos instan a considerar no solo los prejuicios, la discriminación, el racismo y la opresión (de forma explícita o implícita), sino también la racionalización y la negación. Estos dos últimos aspectos, explican, también pueden desembocar en el silencio, la omisión y la aquiescencia. “Quizás fue esta complacencia o falta de atención a la naturaleza perniciosa del gobierno nazi lo que permitió que el artículo de Davis y Kroeger fuera publicad”, teorizan.