Las claves de la tragedia de Papúa Nueva Guinea: cómo un alud de tierra ha sepultado a 2.000 personas
La avalancha de rocas se produjo como consecuencia de las intensas lluvias y era imposible de prever, según una experta del IGME.
28 mayo, 2024 02:22El pasado viernes, una remota localidad de Papúa Nueva Guinea quedó sepultada bajo la montaña. En plena madrugada, un deslizamiento de tierra enterró las aldeas de Yambali y Kaokalam, al norte del país, y con ella 150 casas y 2.000 vecinos (datos del Gobierno del país) que siguen todavía bajo una capa de escombros de entre seis y ocho metros. Además, el estado del terreno y la pobreza de las infraestructuras ha complicado las labores de rescate. Los supervivientes han tenido que esperar 72 horas la llegada de la ayuda. EL ESPAÑOL ha hablado con dos expertas para conocer la geología tras este trágico suceso.
Papúa Nueva Guinea, por desgracia, aglutina todos los factores que ifluyen en sucesos como el del pasado viernes. Es una zona con una actividad tectónica muy activa, es montañosa y tiene clima tropical, lo que significa que acumula un gran cantidad de lluvias durante el año, explica Rosa Mateos, jefa del departamento de Riesgos Geológicos del Instituto Geológico y Minero de España (IGME).
Según la geóloga del IGME, lo que ha ocurrido es una avalancha de rocas producto de las intensas lluvias. Este tipo de deslizamiento de tierra es completamente imprevisible, ocurre de manera súbita y no hay manera de que la población esté preparada, máxime si ocurre de madrugada, como en este caso.
Mateos apunta, tras ver las imágenes del lugar, a que el desprendimiento se ha producido por una falla (una fractura en su corteza) en la montaña. Las precipitaciones se habrían ido filtrando por esa grieta hasta que el terreno no ha resistido más y ha cedido, echando abajo "casi la mitad" del accidente geográfico sobre los residentes.
[Al menos 2.000 muertos por una avalancha de tierra en Papúa Nueva Guinea]
Nieves Guitián, presidenta del Colegio Oficial de Geólogos, explica que al tratarse de una zona con suelo volcánico, este no está completamente consolidado. El cambio climático y la tala de árboles que se produce en la zona, van deteriorando la superficie y, en caso de un terremoto y de una lluvia intensa, puede arrastrar el material, "se lo lleva todo".
El resultado es el desprendimiento de millones de rocas que han creado una lengua enorme de entre seis y ocho metros de profundidad que cubre las aldeas. "Es como si estallara la montaña", ilustra la geóloga del IGME y destaca que se han desprendido bloques "del tamaño de personas y más grandes". Es imposible proteger a los vecinos porque este tipo de sucesos ocurren de manera muy acelerada y en cuestión de segundos lo que haya bajo los pies de la montaña se ve sepultado por una amalgama de rocas y barro, detalla Mateos.
Una avalancha de piedras no es un fenómeno raro. Suele ocurrir en cordilleras como Los Alpes, pero no son tan preocupantes. Normalmente no hay que lamentar pérdidas (humanas ni materiales) porque suelen ocurrir en zonas deshabitadas. De hecho, la primera recomendación de Mateos para alejarse del peligro es no construir nunca en un terreno como este. Papúa Nueva Guinea está atravesada por una cordillera, "como si fuera una espina dorsal", afirma la geóloga del IGME.
La actividad tectónica hace crecer las montañas con cada choque producido entre las placas que hay bajo el suelo del país. A su vez, ese aumento de tamaño, también eleva el riesgo de desprendimiento, como un círculo vicioso. Eso, sumado a un clima tan húmedo, la actividad tectónica y las fallas en el terreno, hacen la combinación perfecta para que se produzca una situación como la del pasado viernes.
Los deslizamientos de tierra
En esta ocasión han sido las lluvias, pero otro desencadenante pueden ser los terremotos y que la montaña se derrumbe a consecuencia de los temblores. Hay otros deslizamientos de tierra que sí se pueden prever y evacuar a las poblaciones que puedan verse afectadas. Se trata de los desprendimientos de materiales blandos, como las arcillas. En un caso así, todo ocurre de una manera mucho más lenta y se pueden evaluar los riesgos y avisar a la gente.
Los vecinos de la zona llevan más de 72 horas trabajando con palas, palos, incluso con sus manos, para intentar recuperar a sus seres queridos, pero para poder acceder bajo la capa de rocas y barro hace falta maquinaria mucho más grande, como excavadoras para poder levantar todo el material, desarrolla Mateos.
La experta del IGME avisa de que se debe ser precavido. Si ahora mismo la zona sufriera un terremoto, la aldea ya es un punto caliente, ya que la montaña está bastante afectada y "tiene una herida grande". En Papúa Nueva Guinea el deslizamiento sigue activo, aunque la amalgama de materiales avanza mucho más lentamente. Al derrumbarse, explica la geóloga del IGME, "los bloques se han quedado flotando en una especie de barro". Por lo tanto, hasta que esa mezcla no se seque por completo y no elimine toda el agua que contiene, no cesará ese movimiento de tierra, cuenta Mateos.