A la izquierda, una de las impresoras de biopolímeros del laboratorio. A la derecha, José Luis Cebrián,  impulsor del laboratorio.

A la izquierda, una de las impresoras de biopolímeros del laboratorio. A la derecha, José Luis Cebrián, impulsor del laboratorio.

Salud

Operar niños a vida o muerte con impresoras 3D: "Las radiografías ya no sirven para nada"

El Laboratorio de Gestión 3D del Hospital Universitario La Paz permite planificar las operaciones para minimizar el daño a estructuras sanas. 

28 mayo, 2024 02:22

Lo que era el despacho de la secretaría del jefe de Cirugía Maxilofacial de La Paz y la sala de sesiones adjunta están llenos ahora de impresoras 3D y reproducciones de partes de cráneos, fémures, corazones, riñones, pulmones… Todos ellos rodeados de venas y arterias, con tumores o sin ellos y una precisión absoluta. Es la nueva forma que tienen los cirujanos del Hospital Universitario La Paz para operaciones de alta complejidad.

"La primera vez que oí hablar de la impresión en 3D fue durante un congreso médico en 2004", explica José Luis Cebrián, jefe del servicio, "pero no fue hasta 2016 que se empezó a utilizar en la clínica".

Eso le llevó a crear en la séptima planta del hospital, usando un par de despachos, un Laboratorio de Gestión 3D cuyo objetivo es recrear las entrañas de los pacientes para facilitar la estrategia quirúrgica en intervenciones de alta complejidad, muchas veces a vida o muerte.

O, mejor dicho, la "la generación de biomodelos poliméricos y la producción de guías de corte, además de la fabricación de dispositivos para estudio y mejora de la calidad de vida del paciente".

EL ESPAÑOL ha visitado este laboratorio, en apariencia humilde, donde se imprime la medicina del futuro.

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Todo vale: desde gafas virtuales con el que quitar y poner elementos que 'molestan' a un tumor para saber por dónde abordarle mejor, hasta impresiones 3D de esos mismos elementos, glándulas, venas y arterias que un grupo multidisciplinar de expertos analiza en profundidad y que les permite ensayar la cirugía.

Es como pasar de un mapa en papel, en dos dimensiones, hasta uno tridimensional donde se encuentra cada recodo, cada cuesta e incluso saber qué tipo de vegetación hay en el camino.

Cebrián lo ejemplifica de otra manera: "La radiografía de acetato ya ha quedado para abrir la puerta cuando nos dejamos las llaves dentro".

En un año han realizado unas 100 intervenciones, todas de gran complejidad y una gran parte en niños, desde cardiopatías congénitas hasta tumores que aplastaban un pulmón a una niña e incluso cánceres que no se sabía de dónde procedían.

"Necesitábamos entender las cosas de forma tridimensional", explica Federico Gutiérrez-Larraya, jefe del servicio de Cardiología Pediátrica. "No nos bastaba con entender un riñón plano".

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Este mapa 3D no es fácil de hacer. En principio se utiliza escáneres como los que hay en cualquier hospital, pero en seguida surgen los problemas: se trata de una foto fija para órganos en movimiento como el corazón. Por otro lado, la sangre, es decir, las arterias, aparecen con poco contraste.

Transformar todos los tejidos en algo que una impresora pueda entender no es tarea fácil. Ahí entran en juego nuevas profesiones, cada vez más presentes en el hospital, como los ingenieros biomédicos, pero también físicos o matemáticos.

De hecho, en el laboratorio ya han podido contratar un ingeniero, aunque también tienen estudiantes y otro personal gracias a las subvenciones de carácter privado.

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"Los residentes ya conocen este software", explica José Luis Cebrián, que resalta que, antes de la apertura del laboratorio, para este tipo de soluciones tenían que optar por empresas externas y pagar hasta 3.000 euros por un modelo, cuando por su cuenta una impresión 3D les puede salir ahora mismo por 30 céntimos.

"Calculo que le hemos ahorrado unos 100.000 euros al centro, un cantidad pequeña para el presupuesto de un hospital como La Paz", continúa. "Pero lo importante no es el ahorro sino convertirlo en rutina. Mucha gente en el hospital no sabe todavía que existimos".

Explicar un aneurisma

Debido a la complejidad de muchas cirugías infantiles, son los servicios pediátricos los que más están aprovechando la oportunidad.

Leopoldo Martínez, jefe de sección de Cirugía Pediátrica, cuenta que planificar con cuidado la intervención "nos quita dos horas de operación; ya sabemos dónde están todos los elementos y nos permite anticiparnos a los que nos vamos a encontrar".

También señala que tener modelos impresos en 3D les sirve para explicar mejor al niño y a sus padres qué es lo que van a hacer.

Gutiérrez-Larraya señala, además, que, dada la escasez de cardiopatías congénitas que se dan en la actualidad, "porque cada vez se tienen menos niños y está la opción de la interrupción del embarazo", el laboratorio 3D les permite profundizar en la formación de los estudiantes y residentes.

A pesar de ser su impulsor, José Luis Cebrián se sorprende de las aplicaciones de los diferentes servicios. "No pensaba que los neurólogos no necesitaran pero les sirve para explicar mejor un aneurisma".

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Les sirve, incluso, para crear vasos que sean útiles para pacientes de ictus que han quedado con secuelas que les impiden total libertad de movimientos. El vaso se adapta a su motricidad, algo aparentemente sencillo que una solución industrial no abordar.

En el Laboratorio de Gestión 3D no hay probetas, pipaetas o centrifugadoras, pero sí 10 impresoras 3D y su constante zumbido, desde "una que se puede adquirir en Amazon" hasta otras más complejas y de vanguardia.

Lo que no hay, lamenta Cebrián, es una máquina para imprimir prótesis en titanio como las que utilizan en cirugía maxilofacial, "pero esas cuestan entre dos y tres millones de euros".

Pero la alta tecnología no lo es todo. Al lado de la mayor de las impresoras, entre herramientas y prótesis de diversos colores, hay un bote de laca para el pelo de una conocida marca. "Nos sirve para fijar la primera capa de la impresión y que no se mueva". La innovación no tiene por qué ser cara.