Imagen de archivo de una de las ceremonias de entrega del Premio Nobel.

Imagen de archivo de una de las ceremonias de entrega del Premio Nobel. Efe

Ciencia

El erial de España en los Nobel: por qué nuestro país no gana en las categorías de ciencia desde el año 1959

9 octubre, 2024 02:54

La mañana del jueves 7 de octubre de 2020 puso fin al sueño. La Real Academia de Ciencias Sueca decidió premiar a Jennifer Doudna y Emmanuelle Charpentier con el Premio Nobel de Química por sus aportaciones a la técnica CRISPR de edición genética.

Francis Mojica, el que podría haber sido el primer científico español en recibir el prestigioso galardón en más de medio siglo, quedaba fuera.

Desde 1959 ningún investigador español inscribe con letras doradas su nombre en el exclusivo listado sueco. Por cierto, que el laureado ese año, Severo Ochoa, había dejado de ser español tres años antes: en 1956 adoptó la nacionalidad estadounidense y renunció a la de su país de origen.

Solo otro científico patrio ha recibido la condecoración en sus más de cien años de andadura: Santiago Ramón y Cajal logró el premio en 1906, en la categoría de Fisiología o Medicina.

Ha habido otros españoles en las quinielas de los Nobel científicos (Medicina, Química y Física). Pío del Río Hortega, que estudió las células gliales (complementarias de las neuronas en nuestro cerebro), fue nominado tres veces.

Jaume Ferrán i Clúa estuvo seis años en las quinielas por descubrir una vacuna contra el cólera; José Gómez Ocaña fue nominado en tres ocasiones por sus investigaciones sobre la tiroides y August Pi i Sunyer por sus aportaciones en el conocimiento de los reflejos y los estímulos físicos.

Todos ellos fueron candidatos en las primeras décadas del siglo XX. Desde el final de la Guerra Civil y con la salvedad de Severo Ochoa, ningún otro científico español ha figurado en las quinielas del Nobel... hasta Mojica.

Aquí hay que introducir un matiz. La candidatura del biólogo alicantino es oficiosa. Las nominaciones son secretas y no se hacen públicas hasta 50 años después, como mínimo. De hecho, el último año que se puede consultar en la web del Premio Nobel es 1970.

Fue Mojica el primero el que descubrió unas extrañas secuencias palindrómicas (se leen igual de izquierda a derecha que de derecha a izquierda) en el genoma de unas arqueas (organismos unicelulares) de las marismas Santa Pola.

Además, es el creador de la palabra 'CRISPR' y el que propuso que se trataba de un mecanismo de defensa contra los virus.

Fueron otros científicos y científicas quienes demostraron que se podía aplicar a la edición genética como unas tijeras de gran precisión y, a la postre, algunas de ellas ganaron el Nobel: concretamente, Doudna y Charpentier, pero podrían haber sido un buen puñado de investigadores más.

Los grandes científicos españoles se marcharon del país con la instauración del Franquismo, pero llevamos cerca de medio siglo de democracia y la ciencia española se ha desarrollado hasta estar entre las 15 primeras del mundo en cuanto a producción de estudios. ¿Por qué sigue obviándose en los premios más famosos del mundo?

Eduardo López Collazo, del Instituto de Investigación del Hospital Universitario La Paz, apuntaba en un artículo de opinión en EL ESPAÑOL-ODS que una de las razones es la estrechez de miras de la Administración es responsable de este erial.

"Nuestro país no se ha percatado que la ciencia con mayúscula se gesta en los laboratorios básicos; allí donde se buscan explicaciones 'estrafalarias' y se prueban ideas 'locas'. En otras palabras, donde se estudian las bases del todo".

Eso se traduce en "apoyar sólo aquellas propuestas que tengan una clara aplicación inmediata", esto es, "el proyecto que mañana por la tarde podrá aplicarse. Suena interesante e incluso esperanzador, pero en la realidad con esta política nos apartamos de la ciencia que aporta y, a la larga, es rentable. Ergo, nos aleja del Nobel".

La endogamia del Nobel

Hay otras razones estructurales propias del Nobel: un análisis de los ganadores publicado la semana pasada en Nature revelaba cómo los ganadores suelen pertenecer a la misma red académica.

"Puedes mejorar enormemente tus opciones de ganar un Nobel trabajando en el laboratorio de un científico que ya tiene uno o lo tendrá en el futuro, o trabajando con alguien cuyo mentor lo ganó". Y la mayoría están en Estados Unidos.

"La increíble cifra de 702 investigadores de 736 que han ganado premios en ciencia y economía hasta 2023 forman parte de la misma familia académica, contada por algún vínculo en común en algún momento de la historia".

El consultor científico Mushtaq Bilal ponía un ejemplo en la red social X: Victor Ambros, galardonado con el premio en Fisiología y Medicina este año, tenía como supervisor de su doctorado a David Baltimore, que lo ganó en la misma categoría en 1975.

El otro galardonado, Gary Ruvkun, trabajó con Walter Gilbert (premiado en 1980) y Robert Horvitz (premiado en 2003). Este tuvo de mentor a James Dewey Watson (premiado en 1962), que fue a su vez mentorizado por Salvador Edward Luria (premiado en 1969).

Joaquín Sevilla, catedrático de tecnología electrónica en la Universidad Pública de Navarra, señala que, "desde luego, es un sistema rancio e inercial que no elige españoles, pero muchísimo más escandaloso es que no elija a mujeres".

Sin embargo, esto "no deja de ser 'el profe me tiene manía'. Algo de autocrítica también es conveniente". El sistema español de I+D se ha ido sofisticando cada vez más y ahora "se dedica mucho más dinero, el personal científico español está en redes internacionales y hace ciencia de primera división en una alta proporción. Pero a mitad de la tabla".

Los proyectos "verdaderamente grandes, la financiación diferencial concentrada en un grupo pequeño, no existe. Y es ahí donde se puede sobresalir realmente".

Las universidades españolas hacen un trabajo notable pero "no hay un sobresaliente alto, que pudiera albergar a un grupo 'de Nobel'". Con todo, Sevilla cree que eso no es malo porque el sistema está cohesionado y no hay universidades públicas malas.

Una de las investigadores españolas que suena en las quinielas es la bióloga Eva Nogales, que ha desarrollado su carrera en la Universidad de Berkeley, en California (y hogar de más de medio centenar de premiados).

"Creo que es una cuestión de números. ¿Cuántos investigadores hay en los distintos países haciendo ciencia, y cuánto se invierte por investigador en cada uno de ellos? ¿Cuántos y quién hace las nominaciones? Es solo por invitación, así que, ¿quién invita a los que nominan? ¿Cuánta exposición tienen los científicos de diferentes países a los miembros de la academia que tienen la última decisión?"

Nogales recuerda que ningún premio es totalmente justo, "en el sentido de que hay muchas más personas que los merecen pero se dan muy pocos".

Por eso le aburre la cuestión. Lo "fascinante" de la ciencia es "usar la razón y el trabajo sistemático para aprender los secretos de la naturaleza", no "que alguien se ponga un frac par ir a ver a los reyes de Suecia una vez al año. Un científico o una científica son la misma persona el día de antes y el día de después de anunciarse el premio Nobel, se lo den o no".