Fernando Valladares, científico del CSIC: "No hay suficiente dinero para hacer frente a los efectos del cambio climático"
- "Hay que cuestionar la construcción. Ojalá no se hagan casas en sótanos y garajes" / "Ni los políticos ni la ciudadanía estamos a la altura del clima" / "Es necesario hacer un mapa de riesgos climáticos mucho más realista" / "Los negacionistas como Abascal tienen una ideología y una manera de hacer política simplista y demagógica" / "La costa debe retroceder, los chiringuitos no pueden estar ahí. Tienen mucho riesgo".
- Más información: Un sistema convectivo "catastrófico", la orografía y el calentamiento global: los 3 factores tras la DANA del siglo
Es una de las voces más autorizadas de España para hablar sobre los efectos del cambio climático. También una de las más beligerantes: este profesor de investigación del Museo Nacional de Ciencias Naturales (CSIC) y de Ecología en la Universidad Rey Juan Carlos entiende que es imposible no tomar partido cuando estás contemplando una debacle a cámara lenta.
Conjuga su activismo, sin embargo, con una amplia perspectiva social. Por eso es consciente de que, tras la peor DANA del siglo, que ha causado ya más de 200 víctimas mortales y un sinfín de daños materiales, las cosas no pueden cambiar de la noche a la mañana: no se le puede decir a la gente que ya no puede vivir en la zona porque es inundable.
Con todo, no se calla a la hora de enumerar las responsabilidades del desastre, que considera habrá que dirimir en un juzgado. Porque no se trata solo de cuándo se dieron las alarmas, que también, sino de que una cosa es la inconsciencia de décadas atrás para construir en zonas vulnerables a riadas, pero otra muy distinta es seguir favoreciéndolo sabiendo todo lo que sabemos y mirando para otro lado.
Recientemente mencionó que se jugaba el sueldo a que habrá otro evento como la DANA este invierno. ¿Por qué?
Lo que quería expresar es que, aunque no se puede tener certeza absoluta sobre eventos meteorológicos, tenemos razones bastante sólidas para pensar que fenómenos como este seguirán ocurriendo. Con el cambio climático, hemos aumentado las probabilidades de que episodios como la DANA no sean aislados, sino más bien una tendencia.
La temperatura del mar Mediterráneo está aumentando, lo que genera más inestabilidad atmosférica y, por lo tanto, más tormentas y precipitaciones. Aunque no podemos predecir con exactitud el momento o la intensidad de estas tormentas, podemos decir con alta probabilidad que se repetirán antes de que termine el invierno. Es una realidad muy probable, aunque en la ciencia no existe la certeza absoluta.
No me retracto de lo que dije; las condiciones que estamos observando sugieren que, lamentablemente, estos eventos continuarán no solo este invierno, sino también en los próximos años, debido a la inercia del cambio climático.
Esto está amplificando sistemas climáticos y alterando patrones como la corriente del Atlántico Norte. La energía en juego hoy en día es mucho mayor, por lo que lo que antes era un 'evento', ahora se considera un 'súper evento', se habla de'mega tormentas', en referencia a fenómenos extremos como las ark storms, que hace nalusión al diluvio universal y el arca de Noé. Esta es la realidad a la que nos enfrentamos.
Desde el primer momento, en redes sociales se difundió una narrativa alternativa culpando del desastre a la destrucción de presas y políticos como Santiago Abascal lo atribuyen al "fanatismo climático". ¿Por qué nos cuesta tanto reconocer los efectos del cambio climático?
Hay varias categorías de negacionismo. En primer lugar, algunos lo niegan por ignorancia, aunque hoy en día esta razón es la que compete a menos gente, es difícil mantenerse completamente ajeno a lo que está pasando. Aún así, es importante seguir explicando y divulgando los vínculos entre estos eventos y el cambio climático.
En segundo lugar, hay una parte de la población que, por una especie de patología, prefiere negar la realidad cuando esta resulta demasiado aterradora o difícil de abordar.
Pero yo creo que la mayor parte de los negacionistas, como Abascal, coinciden con una ideología y una manera de hacer política simplista y demagógica, que simplifica cosas complejas y vienen con mensajes banales de que la solución ya la tenemos y nadie se atreve a aplicarla.
Esta actitud no es solo irresponsable sino peligrosa, ya que se está minimizando un riesgo real. Estos dirigentes –como Bolsonaro, Boris Johnson, Milei, Erdogan–, muchos de ellos con asesores en su entorno que les advierten de estos problemas, deberían saber mejor.
Lo que hacen es seguir la inercia de intereses económicos que solo miran el corto plazo, que se niegan a ver que el cambio climático es la principal amenaza para la economía. Yo siempre les digo que escuchen al Foro Económico Mundial, que lleva muchos años alertando de que la principal amenaza a la economía es el cambio climático.
Lo dicen los propios economistas. Los eventos extremos ligados al cambio climático están comenzando a tener un impacto económico tan grande que ya no podemos hacer frente a ellos. No tenemos dinero para hacer frente a los efectos del cambio climático, nos estamos endeudando con los fondos que están dirigidos a nuestros hijos, como los Next Generation.
Es una irresponsabilidad política, todo esto ha ocurrido ante nuestros ojos. Lo que me sorprendió fue la falta de preparación y de respuesta por parte de muchos responsables políticos. Sabíamos que venía, la Aemet lo había anticipado varios días antes.
Pero vamos a ver, ¡estamos en una zona densamente poblada y nadie está haciendo nada! Los responsables políticos no acudían ni a las reuniones cuando a las seis de la tarde ya había algún muerto y un caudal de auténtico récord en la rambla del Poyo, había responsables políticos mirando para otro lado y pensando, no sé, en la Copa América.
Con la perspectiva de décadas, ¿habría servido de algo que las autoridades reaccionaran a tiempo? ¿Se pueden cambiar décadas de malas decisiones urbanísticas para evitar estos desastres?
Es difícil atribuir porcentajes de la desgracia. Si nos remontamos a 30 o 40 años y navegáramos con un clima distinto, diría que la precipitación que cayó hubiera sido muy inferior. Pero si nos acercamos al tiempo presente y a cosas más tangibles, como la ordenación del territorio, te puedo asegurar que, con otro ordenamiento de la llanura de inundación, el número de daños materiales hubiera sido significativamente inferior.
Por lo mismo, si se hubieran tomado decisiones a las siete, las ocho o las nueve de la mañana, hubiera muerto menos gente y se hubieran perdido menos coches. Es cierto que no se hubiera podido evitar la precipitación ni el derrumbe de algunas viviendas, pero a muchas personas se les podría haber puesto a salvo. Hubo una negligencia y se antepusieron unas prioridades, y eso es una responsabilidad que habrá que juzgar.
Se habla del 'milagro' de la recanalización del Turia a raíz de las riadas de 1957, y que evitó males mayores. ¿Es suficiente confiar en obras de ingeniería como esta para evitar desastres?
Evidentemente no y lo sabemos. Se ha salvado lo principal para lo que se construyó, que es la ciudad de Valencia, pero estos encauzamientos aceleran la lámina de agua y nunca vas a poder diseñar ni poner en práctica unas instalaciones, unos encauzamientos o unos embalses que estén a la altura [de los eventos climáticos].
En una llanura de inundación tan intervenida y artificial como la que hay hoy en Valencia, hay que combinar medidas de diseño, logísticas y de ingeniería, pero no pueden ser las únicas medidas y, en muchas ocasiones, tampoco serán las que más riesgos evitan.
Tenemos que desocupar parte del territorio. No digo que sea fácil ni que sea el momento de hablar de esto, pero indudablemente hay que combinar medidas de los dos mundos. Hay un pensamiento mágico de que todo se resuelve con más encauzamiento pero esto también tiene su riesgo: hay un cálculo de estructuras que no puedes hacer ante un clima diferente.
Tiene que haber unas medidas de restauración de la vegetación, del cauce, de los meandros, de la naturalidad de la zona en la medida en que se pueda: hay que ser realistas porque es una llanura muy densamente poblada.
Hay que lograr esa naturalidad y combinarla con los encauzamientos. Ninguna de las medidas por sí sola va a reducir significativamente los riesgos, pero desde luego la construcción hay que cuestionarla muchísimo a partir de ahora, y cómo se reconstruyen las casas: ojalá se pudiera ir movilizando a la población hacia otros lugares más seguros y que no se hagan casas con sótanos y garajes. En fin, hay que cambiar muchos chips.
¿Este replanteamiento implica derribar casas que están en zonas inundables?
Este tipo de medidas son muy delicadas y ahora mismo es un momento muy sensible para hablar de esto. A nadie le gustaría que le dijeran que su casa debe ser demolida. No es el momento de hablar de eso en términos absolutos, pero sí es importante planificar las zonas de mayor riesgo y aquellas en las que sería más viable movilizar a la gente.
Pero, por ejemplo, medidas como planear polideportivos, centros comerciales o parques más alejados de las zonas de riesgo podrían ser una forma de empezar a movilizar a las personas hacia lugares más seguros. Eso va a facilitar que las personas que viven en zonas peligrosas puedan tener unas vías de escape más seguras.
Este proceso requiere la toma de conciencia colectiva, tanto del sector privado como de los responsables políticos y de la ciudadanía, de que no estamos a la altura del clima. Lo que está claro es que no podemos volver a construir las cosas como estaban porque estaban mal, eran ilegales, fraudulentas… La Confederación Hidrográfica del Júcar desoyó muchos proyectos que valían 200 o 300 millones de euros ignorando muchas de las cosas que nos están costando más caro: 10.000 millones de ayudas en primera instancia.
Prevenir es más barato y menos doloroso que curar. Va a pasar por reorganizar dónde vive la gente y cómo se transporta, tener una red de transporte público en lugar de tanto coche y, en lo que se vaya pudiendo, movilizar la vivienda y la industria hacia zonas adyacentes pero con un riesgo muy inferior.
Esto no es una labor que se haga en un mes, o dos, o tres. Ahora hay que atender a las personas y recuperar la vida, pero de aquí a unos años ojalá que veamos un rediseño en armonía con la naturaleza.
Hay otras zonas en España que también corren este tipo de riesgos.
Es necesario hacer un mapa de riesgos climáticos mucho más realista. Aunque no todas las zonas tienen inundaciones, sabemos que hay millones de viviendas y personas en áreas vulnerables a este tipo de desastre.
No se trata solo de las lluvias y de las crecidas de los ríos, también del aumento del nivel del mar. No podemos saltarnos la Ley de Costas: la costa debe retroceder, los chiringuitos no pueden estar ahí porque eso implica también un paseo marítimo, una urbanización, un hotel y eso tiene mucho riesgo.
Tenemos que dejar que las dunas nos protejan del aumento del nivel del mar. Lo que no puede pasar es que, en lugar de desbordarse las dunas o las playas, lo hagan los paseos marítimos y las viviendas. Además, la velocidad de los vientos está aumentando en muchas zonas costeras.
En el interior, los riesgos son otros: las sequías (de las que volveremos a hablar en algunos meses), los incendios y la escasez de agua también son graves amenazas que debemos afrontar.
Me gustaría que acabáramos con un punto positivo. Las medidas que se tomen deben ser vistas como una forma de protegernos, de vivir mejor, más seguros y más sanos. No se trata de prohibir cosas, sino de mejorar nuestra calidad de vida. El transporte público, por ejemplo, nos obligará a reorganizar nuestras vidas de una forma más sostenible, lo que resultará en una vida más saludable y feliz.
¿Qué opina de la demanda presentada por una organización contra la Aemet por homicidio imprudente?
Me parece un disparate y una absoluta ridiculez que denuncien a la Aemet por hacer su trabajo, que lo ha hecho y muy bien, y ha merecido el reconocimiento internacional. La Aemet es una de las mejores agencias meteorológicas del mundo e hizo su trabajo perfectamente.
Si tuvo algún error fue quedarse corta con la cantidad de lluvia que iba a caer. Pero todo lo que predijo sucedió y, con esa información, ya se deberían haber tomado medidas de emergencia.
Que se esté atacando a la Aemet demuestra que el negacionismo en nuestro país es fuerte. No voy a decir que está creciendo porque no lo creo, lo que pasa es que los negacionistas gritan mucho y se vienen muy arriba, lo estamos viendo en sede parlamentaria, con figuras como Abascal o Vox, también con el pseudosindicato Manos Limpias… que son muy agresivos en sus posturas.
Espero que esta denuncia no prospere en sede judicial, haciendo perder el tiempo a los jueces con una estupidez.
Si hubiera que señalar un responsable de este desastre, ¿quién sería?
La responsabilidad se distribuye en varias escalas de tiempo. En primer lugar, el urbanismo irresponsable y salvaje ha magnificado el problema. La lluvia fue intensa, sí, pero el urbanismo en zonas inundables y la falta de infraestructuras seguras no se gestaron en un día sino que son el resultado de décadas de una gestión irresponsable.
En el medio y largo plazo, la responsabilidad recae en las consejerías de Urbanismo y en los equipos de gobierno de la Generalitat que no han estado a la altura.
En las escalas de tiempo más cortas, hemos visto cómo la Generalitat actual desarticuló la Unidad Valenciana de Emergencias a los pocos meses de entrar en el puesto pensando que no era relevante.
Vimos propuestas absolutamente lunáticas de aceptar desarrollos urbanísticos en zonas inundables cerca del día de autos, el 29 de octubre. En esa misma semana, esos mismos responsables políticos retrocedieron la línea de seguridad en el litoral, permitiendo la construcción de hoteles a solo 200 metros de la línea de mar, en lugar de los 500 metros establecidos por la Ley de Costas.
Esto es una tremenda irresponsabilidad que estaba ocurriendo prácticamente al mismo tiempo que se desarrollaba la DANA.
Y luego ya vimos toda la serie de desastres del propio día 29. A las 7:31 ya había que tomar medidas: a las 9:30 ya había organismos que, a título personal, empezaron tomar pequeñas decisiones aquí y allá, pero las grandes decisiones que tomaron los responsables de la Generalitat esperaron hasta las 18h y mandaron el mensaje a los móviles a las 20h, cuando ya estaba el agua inundando los bajos y arrastrando los coches.
Es evidente la responsabilidad: Mazón como cabeza visible, pero [también] todo un equipo que tomó las decisiones más equivocadas del mundo y que, si no supieron ver, hay que tener margen de comprensión, pero el no querer implica una intencionalidad que se dirimirá en sede judicial.
¿Cree que con la victoria de Donald Trump en EEUU, el negacionismo climático está ganando terreno?
Es claro que va a avivar el negacionismo climático, especialmente por sus propios intereses. Este tipo de negacionismo es egoísta, pues está motivado por la idea de que algunos sectores pueden seguir beneficiándose económicamente del statu quo, sin importarles las consecuencias del cambio climático. Sin embargo, aunque Trump y sus seguidores intenten ocultar la realidad, los efectos del cambio climático son cada vez más evidentes, con huracanes e incendios en los que nadie puede quedar al margen y, evidentemente, te acaban pillando.
Trump y su entorno están priorizando intereses a corto plazo, como la defensa de sus proyectos económicos, sin importarles el daño que esto pueda causar. Tenemos a los millonarios alimentando esto, como Elon Musk, que lo que quieren es amplificar sus grandes fortunas. Esto es una gran vergüenza para todos y todas, y hay mucho que podemos hacer, hablando así de claro, cortándoles las alas.
La cumbre del clima de la próxima semana va a estar muy marcada por Trump. No va a estar presente, porque estará Joe Biden, pero indudablemente muchos países van a dar un pasito atrás en sus políticas climáticas.