- Bastoncillos recogidos anualmente en las playas europeas: 320.000 kgs
- Bastoncillos recogidos cada 100 metros de costa en Reino Unido: 27
- Consumo de bastoncillos en Reino Unido, el mayor de la UE: 1.300 millones
- Tiempo que necesita un bastoncillo para descomponerse: 300 años.
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El pasado mes de octubre una de las fotos finalistas del premio Wildlife Photographer of the Year daba la vuelta al mundo por el crudo mensaje que transmitía. En ella, un caballito de mar envolvía con su cola un bastoncillo para los oídos, como si de una pieza natural de su entorno se tratara.
El propio autor de la foto, Justin Hofman, aseguró en su cuenta de Instagram que desearía que una instantánea como esa no existiera, pero en su defecto, lo preferible sería hacérsela llegar al mayor número posible de personas, actuando como medio de concienciación sobre el problema de deshacernos de estos productos sin el debido cuidado.
Según la Marine Conservation Society (MCS), los bastoncillos para los oídos, compuestos por un palito estrecho de plástico con dos pequeñas piezas de algodón en los extremos, supone el 60% de la basura de origen humano que se libera a las aguas residuales. ¿Pero por qué tantos?
El origen de este problema proviene de la arraigada costumbre de muchas personas de tirarlos al inodoro después de utilizarlos. Al ser tan pequeños y estrechos, pasan fácilmente por los filtros utilizados por las depuradoras, de modo que terminan depositándose en los fondos marinos, con terribles consecuencias para los ecosistemas oceánicos.
Esto ha activado en los últimos años todas las alarmas de un gran número de entidades dedicadas a la conservación de los fondos marinos, que los califican como los 'asesinos' del mar. De momento algunas grandes empresas ya se han comprometido a utilizar materiales biodegradables y algunos países se han lanzado a la prohibición de la venta de bastoncillos de plástico. Sin embargo, aún queda mucho camino por recorrer y mucha población por concienciar.
Del baño al mar
La acción de introducir el bastoncillo en el oído, retirar el exceso de cera y lanzarlo después al inodoro es una rutinas frecuentes en los aseos de todo el mundo. El proceso apenas dura unos minutos, pero el palito de plástico tardará 300 años en degradarse totalmente. Mientras tanto, miles de animales marinos, como las tortugas y las aves, corren el peligro de ingerirlos por accidente, pudiendo morir intoxicados, ahogados o afectados por heridas internas.
Se trata de un problema muy antiguo, pero que ha aumentado notablemente en los últimos años. De hecho, en sus últimos informes sobre la limpieza de las playas escocesas, la MCS asegura haber recogido entre 2016 y 2017 el doble de bastoncillos que en los dos años anteriores.
Sin embargo, evitar el deshecho a través de las vías de agua no es suficiente. Varios países se han lanzado ya al desarrollo de nuevas directrices para la eliminación paulatina de estos productos del mercado. A principios de 2018, la secretaria de Medio Ambiente de Escocia, Roseanna Cunningham, hacía pública la propuesta de una ley para prohibir totalmente la utilización de estos productos de plástico.
Previamente, el gobierno de Francia había lanzado una ley similar que debería ponerse en marcha en 2018, aunque en este caso los fabricantes de bastoncillos consiguieron posponerla hasta 2020, cuando ya sí que será ineludible.
En cuanto a España, la Ley de Cambio Climático aprobada por el Congreso establece que varios productos plásticos de uso cotidiano, como platos, cubiertos y bastoncillos, a partir de 2018 deben componerse al menos en un 50% de materiales biodegradables, como la fécula de patata. Más tarde, en 2020, este porcentaje se elevará hasta el 60%, pudiendo hacerse todavía más elevado en un futuro.
Un peligro inútil
Pero si hay algo preocupante en lo que a bastoncillos para los oídos se refiere es que ni siquiera son un producto necesario. De hecho, el más frecuente de sus usos, puede ser muy perjudicial para la salud auditiva. Los otorrinos llevan años alertando a la población sobre los peligros del uso de bastoncillos para limpiar los oídos, pero aun así muchas personas siguen sin hacerles caso.
Según un informe redactado en 2017 por la Academia Americana de Otorrinolaringología, el cerumen es una sustancia muy necesaria para la salud auditiva, ya que previene la entrada de agentes patógenos en los oídos, a la vez que los mantiene hidratados. Además, suele eliminarse de forma natural a través de procesos como el movimiento de las mandíbulas o el crecimiento de nuevas células de la piel.
Sin embargo, muchas personas no pueden evitar sentir repulsión ante su aspecto pegajoso y desagradable y recurren a utilizar bastoncillos que, no sólo no lo eliminan correctamente, sino que pueden empujarlo hacia dentro, causando tapones y problemas auditivos. Incluso se han dado casos de personas que han llegado a desplazar los huesecillos del oído de esta forma.
Tal es la magnitud del problema que, según se publicaba en The Independent en 2016, más de la mitad de los pacientes que acuden a las consultas de los otorrinos con problemas de audición aseguran limpiar sus oídos con ayuda de bastoncillos.
Alternativas:
En caso de no poder evitar la limpieza del oído se debe recurrir a los sprays comercializados para ello. Afortunadamente, muchas marcas incluyen ya en los paquetes de bastoncillos que bajo ningún concepto se debe introducir en el canal auditivo.
En lo que a problemas medioambientales se refiere, la presión ciudadana es vital. Por eso, son muchas las campañas que se han diseñado a lo largo del mundo para luchar contra los efectos perniciosos de los vertidos de bastoncillos.
En España el ayuntamiento de Alpedrete, en Madrid, dedicó el mes de marzo a los bastoncillos de los oídos, dentro del marco de una serie de campañas mensuales dedicadas a dar a conocer objetos de uso cotidiano potencialmente perjudiciales para el medio ambiente.
Pero sin duda una de las campañas más destacadas ha sido la desarrollada por la Organización City to Sea; que, bajo el eslogan Switch the Stick ha dado a conocer la posibilidad de utilizar otros materiales menos perjudiciales para el medio ambiente, como el cartón o el bambú.
Gracias a este tipo de iniciativas, grandes empresas como Johnson&Johnson han comenzado ya a desarrollar estas alternativas, dejando a un lado los bastoncillos convencionales.