España frena los grandes incendios en 2024: se quema un 41% menos que en los últimos 10 años
Los expertos creen que este descenso se debe principalmente a las lluvias abundantes que se dieron en buena parte del país durante la primavera.
El verano en España siempre está acompañado de escenas en las que cientos de miles de personas disfrutan de su tan ansiado periodo vacacional. Pero también es la época en la que se repiten imágenes nefastas como las de los servicios de extinción tratando de estabilizar incendios forestales. O, al menos, así había sido hasta ahora. Aún es pronto, pero parece que 2024 no será un año recordado por sus grandes incendios.
Según los datos del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITECO), en los seis primeros meses han tenido lugar seis grandes incendios forestales (son aquellos que superan las 500 hectáreas calcinadas). En términos absolutos, se trata del quinto peor dato de la década, igualado con 2021. Aquel año, sin embargo, el fuego había arrasado con 31.037 hectáreas, frente a las 21.730 de 2024.
Esta última cifra es muy similar a la que se registró en la primera mitad de 2015 (21.570). No fue debido a los grandes incendios —'sólo' se había dado uno—, sino al número de incendios de más de una hectárea (1.843). En este caso sí que existe una gran diferencia en comparación con 2024, pues provisionalmente se han producido 939; es decir, casi un 50% menos que hace nueve años.
Los números de los primeros seis meses de 2024 también son favorables si se comparan con la media de los últimos 10 años: se quema un 41% menos de hectáreas. Además, hay un menor volumen de incendios: 939 frente a 1.870.
Aunque la distancia es aún mayor con respecto a los dos años anteriores (en 2022, por ejemplo, se quemó un 68% más de hectáreas), los expertos consultados por EL ESPAÑOL prefieren mostrar cautela ante la posible 'victoria' frente a los grandes incendios en nuestro país.
"Es cierto que, en comparación con otros años, ha habido muchos menos incendios, pero contra el fuego nunca ganas", advierte José Ramón González Pan, portavoz del Colegio Oficial de Ingenieros Técnicos Forestales y Graduados en Ingeniería Forestal y del Medio Natural (COITF). "No hay nada que celebrar", conviene Víctor Resco de Dios, doctor por la Universidad de Wyoming y profesor de Ingeniería Forestal en la Universidad de Lleida.
Una meteorología favorable
Ambos apuntan a las abundantes precipitaciones que se sucedieron en primavera como el principal motivo por el que no se han quemado tantas hectáreas como en años anteriores. Al tener un periodo más húmedo, la vegetación también está más fresca y tarda más tiempo en arder; o puede que incluso no lo haya hecho en muchos casos.
"La primera mitad ha sido muy favorable", reconoce González Pan, "pero ahora viene el periodo más seco, que hace que la vegetación sea mucho más sensible, por lo que no está todo resuelto". Este ingeniero forestal recuerda que 2008 parecía que iba a tener una gran virulencia en cuanto a incendios forestales, pero finalmente "tuvimos la suerte" de que no fuera así. Por ello, no descarta que este año pueda producirse la situación opuesta.
Buena prueba de que "la estadística es muy caprichosa" se encuentra precisamente en lo acontecido en el primer mes de 2024: con 3.697 hectáreas, se trataba del cuarto peor inicio de los últimos 10 años; superando incluso a 2023, con 478. En apenas cinco meses, el escenario era justo el contrario. De hecho, a finales de marzo del año anterior ya habían ardido 18.000 hectáreas; una cifra que no se ha dado en éste hasta el pasado 30 de junio.
Para que la estadística se mantenga baja, González Pan confía en que se mantengan tormentas ocasionales con las que seguir humedeciendo la vegetación. Porque si se agostara, se producirían "incendios más significativos". También tendría una influencia negativa la llegada de vientos alisios. Estos no sólo favorecerían las emisiones de polvo, sino que también provocarían que "las hojas se secaran más rápido, conviertiéndose en un combustible fácil".
La zona más afectada
En este sentido, Resco de Dios llama la atención sobre la falta de gestión del combustible, con el consecuente riesgo de que se pueda estar gestando el próximo megaincendio: "Las causas estructurales —que no sólo se refieren a la acumulación de combustible en los montes, sino también al abandono rural y la falta de actividad forestal— siguen sin ser abordadas".
Lamenta que nos encontremos "a merced de los elementos": "No debería ser así. Porque en cuanto tengamos otra vez las condiciones meteorológicas propicias para el desarrollo de los grandes incendios, se repetirán estos episodios catastróficos". Este especialista en incendios forestales insiste en que "no hay nada que celebrar porque no le hemos ganado la partida a los incendios".
La situación no parece haber cambiado en cuanto a la distribución de los incendios forestales se refiere. Y es que en la primera mitad de 2024, el 68% de la superficia arbolada afectada se situaba en el noroeste peninsular. En estas zonas, el dispositivo contra incendios se activa incluso durante el invierno; a diferencia de lo que ocurre en el resto de España, donde se intensifica a partir del 1 de julio.
A pesar de este porcentaje, González Pan señala al litoral mediterráneo, "desde Almería hasta Castellón", como uno de los lugares más preocupantes por la escasez de lluvia que se ha registrado en los últimos meses. Un reciente informe del del Centro Común de Investigación (JRC, por sus siglas en inglés), de la Comisión Europea (CE), ya advirtió que en la cuenca del Mediterráneo se concentraron el 42,2% de las hectáreas quemadas en la UE a lo largo del pasado año.