Cuando el silencio no existe
El tinnitus y otras formas extrañas de ruidos en los oídos atormentan a una buena parte de la población, pero las causas y las soluciones aún están por llegar.
29 junio, 2016 02:10Noticias relacionadas
Por si no tuvieran bastante con batallar contra alienígenas hostiles de toda calaña, el capitán Kirk y el señor Spock tenían otro insidioso enemigo invisible: el tinnitus. En 1966 aún no existía nada remotamente parecido a los efectos digitales; lo que estallaba, estallaba de verdad. Durante el rodaje de Arena, el episodio que hacía el número 18 de la primera temporada de Star Trek, los actores William Shatner y Leonard Nimoy se situaron demasiado cerca de la fuente de una explosión mal calculada. El estruendo les dejó secuelas a ambos en forma de acúfenos permanentes: Shatner en el oído izquierdo, Nimoy en el derecho.
Hace unos años, Shatner reconoció que llegó a pensar en el suicidio por el sufrimiento que le ocasionaba el constante zumbido: "Había días en que no sabía cómo podría sobrevivir a la agonía", declaraba el actor en la página web de la Asociación Estadounidense de Tinnitus. Otros han sucumbido: en 1994, un estudio de un hospital británico documentó un total de 28 suicidios provocados por el tinnitus, a los que habría que sumar al menos otros cuatro casos más recientes. Tal vez el último hasta la fecha sea el de un capitán de barco de Gales, que el pasado diciembre se lanzó al vacío desde lo alto de una cantera porque no soportaba más el ruido en sus oídos.
El tinnitus es una indeseable compañía para un porcentaje de población que suele situarse entre el 10% y el 15%. Sin embargo, un nuevo análisis de prevalencia que ha cribado cientos de trabajos previos y que se publicará en julio en la revista Hearing Research amplía esta franja a entre un 5% y un 42%. La lista de personajes famosos afectados por esta tortura auditiva incluye a Michelangelo Buonarroti, Martín Lutero, Vincent van Gogh, Charles Darwin, Ludwig van Beethoven o Francisco de Goya.
Algunos de ellos lo padecían como efecto asociado a la sordera, un patrón muy frecuente. "Mis oídos silban y zumban continuamente, día y noche... esta condición es realmente espantosa", escribió Beethoven en 1801. En muchos casos, el tinnitus aparece como consecuencia de la exposición a volúmenes elevados de ruido, motivo por el cual un largo elenco de estrellas de la música lo padecen, sin preferencia de estilo: desde Schumann o Smetana a los dos fundadores de Metallica, Lars Ulrich y James Hetfield, pasando por Barbra Streisand o Liza Minnelli.
Un origen oscuro
Sin embargo, ahí no acaban las formas ni las causas de los acúfenos. Los expertos recalcan que el tinnitus no es una enfermedad, sino un síntoma, es decir, la descripción subjetiva de un estado. Pero bajo este paraguas no sólo se engloban grados de severidad muy dispares, desde quienes pueden convivir con ello hasta quienes no son capaces ni de conciliar el sueño, sino también manifestaciones muy diversas: el tinnitus puede sentirse en un oído o en los dos, o dentro de la cabeza; puede ser consecuencia de diferentes enfermedades, de un traumatismo, del uso de ciertos medicamentos tóxicos para el oído, o de nada de lo anterior; puede ser un pitido, un zumbido, un ronroneo, un siseo, un campanilleo o incluso asemejarse a voces o a música; puede ser constante o pulsante. Afecta más a los hombres y sobre todo a edades más avanzadas, pero no exclusivamente.
Lo único común a todos los casos es el malestar insufrible que aqueja a muchos de quienes lo padecen. Y que aún no hay una cura eficaz ni un tratamiento sintomático general; las terapias hoy disponibles son psicológicas, aunque en algunos casos es posible enmascarar el sonido fantasma con otros reales. En el fondo yace el problema de que el tinnitus aún es una condición de origen oscuro. Aunque según el jefe del Departamento de Radiología de la Universidad Estatal de Michigan (EEUU), Suresh Mukherji, esto está cambiando gracias al foco actual en el estudio de las bases neurales. "Las técnicas de neuroimagen han tenido un impacto sustancial en la gestión del tinnitus", dice Mukherji a EL ESPAÑOL. "Hoy, muchas de sus causas pueden diagnosticarse y tratarse con éxito".
Entre estas posibles causas se encuentra una hipótesis hoy extendida: dado que los pacientes suelen padecer también pérdida auditiva, los acúfenos podrían deberse al esfuerzo de ciertas neuronas auditivas por compensar el defecto con un sobreesfuerzo que crea sonidos donde no los hay.
Para la jefa de la División de Otorrinolaringología y Cirugía de Cabeza y Cuello de la Universidad del Sur de Illinois (EEUU), Carol Bauer, esta explicación "es plausible y hay un creciente corpus de lieratura científica en humanos y animales que apoya la teoría", indica a EL ESPAÑOL. "¿Hemos explicado el tinnitus definitivamente? Yo diría que estamos cerca, pero se necesita más trabajo", dice Bauer. "Podemos buscar los lugares críticos del cerebro implicados e investigar los mecanismos, lo que permitirá desarrollar tratamientos con cirugía o fármacos, o intervenciones que contrarresten esa compensación".
Pero ni siquiera esta explicación es universalmente válida, dado que existen casos en los que el sonido realmente existe. En un cierto número de pacientes, el tinnitus se relaciona con ruidos producidos por el propio oído, las llamadas emisiones otoacústicas espontáneas. En estos casos, tradicionalmente se habla de tinnitus objetivo, ya que puede escucharse con un estetoscopio y grabarse.
Oír la radio sin radio
Existen situaciones aún más extrañas: hay personas que son capaces de oír la radio. No como los demás, con un aparato, sino directamente en sus oídos, aunque naturalmente no escuchan la emisión, sino sólo un ruido. En principio esto parecería imposible; las ondas sonoras son puramente mecánicas, moléculas del aire o del agua que se empujan unas a otras. En cambio, las ondas de radio son electromagnéticas; no necesitan un medio para propagarse, ya que viajan gracias a sus partículas asociadas, los fotones, y por eso pueden transmitirse en el vacío. En resumen, la radio es luz, y nuestros oídos no pueden escuchar la luz.
¿O sí? A comienzos de la década de 1960, experimentos dirigidos por el neurocientífico de la Universidad de Cornell (EEUU) Allan H. Frey revelaron que el oído humano responde a ciertas frecuencias de radio, sobre todo en el rango de las microondas. El llamado Efecto Frey ha sido bastante estudiado; según el modelo actual, las ondas electromagnéticas no actúan directamente sobre el oído, sino que crean ondas acústicas en los tejidos blandos de la cabeza que se transmiten a través del hueso hasta el sistema auditivo. Pero naturalmente, el Efecto Frey ha sido y es objeto de toda clase de teorías conspirativas sobre control mental.
Otro fenómeno auditivo en la frontera entre la ciencia y la seudociencia es lo que se conoce como the Hum, o el Zumbido. A finales de los 60 comenzó a informarse en Inglaterra de la existencia de un extraño runrún que sólo algunas personas podían escuchar, pero quienes lo hacían sufrían un continuo tormento. Lo que inicialmente era una curiosidad local empezó a documentarse en otros lugares. Hoy es global, según recoge en su sitio web el profesor de la Universidad de Columbia Británica (Canadá) Glen MacPherson, que estudia el fenómeno desde 2012, el año en que él mismo empezó a escucharlo.
Algunos lo describen como el ralentí de un motor diésel en la distancia, pero sin motor diésel. Aunque ciertos casos esporádicos han podido atribuirse a causas reales, como instalaciones industriales, en la mayoría de ellos no parece existir una explicación clara. Muchos aseguran oírlo más dentro de casa que fuera, sin que el corte total del suministro eléctrico lo aminore. La base de datos y el mapa global construidos por MacPherson recogen más de 10.000 testimonios en todo el mundo. No se trata de histeria colectiva, ya que en la inmensa mayoría de los casos no hay condicionamiento previo: alguien escucha un ruido que le atormenta y recurre a internet para buscar explicaciones, descubriendo que otros también lo padecen.
El Zumbido ha recibido poca atención por parte de los científicos, y por razones evidentes: basta decir que apareció en un episodio de la serie Expediente X. El geofísico de la Universidad de Oklahoma (EEUU) David Deming le dedicó en 2004 tal vez el estudio más extenso hasta la fecha; pero con sus tesis negacionistas del cambio climático, su defensa a ultranza de la posesión de armas y sus declaraciones de tinte homófobo, Deming no es para muchos una fuente ejemplar. Además, su estudio se publicó en la revista Journal of Scientific Exploration, que pasa por ser un medio abierto a las seudociencias.
Todavía un Expediente X
Deming especulaba que el Zumbido podría deberse a una variante del Efecto Frey provocada por ondas de radio de muy baja frecuencia, en el extremo opuesto a las microondas. Es decir, que sería un fenómeno externo, pero no acústico, sino electromagnético. Algunos discrepan y aseguran haberlo grabado, como el profesor de la Universidad de Auckland (Nueva Zelanda) Tom Moir. Pero MacPherson no lo cree: "No estoy en absoluto convencido de que se haya grabado", señala a EL ESPAÑOL. "Hay por ahí muchas grabaciones de ruidos industriales, y también algunos fraudes". El experto se muestra escéptico respecto a las grabaciones de Moir: "Ha contestado con evasivas a las preguntas sobre los detalles técnicos y otras cuestiones".
Una segunda hipótesis es la sostenida por Bernard Hutchins, ingeniero eléctrico de la Universidad de Cornell. Hutchins ha participado en proyectos como el estudio de las comunicaciones a larga distancia entre los elefantes mediante infrasonidos de muy baja frecuencia. Comenzó a interesarse en el Zumbido porque él mismo también lo escucha, y sus propios experimentos confirman la idea de Deming de que no es un sonido real: "Si lo fuera, en el sentido de vibraciones físicas de las moléculas de aire golpeando el tímpano, etcétera, podríamos mostrar y grabar la onda de presión; yo no he podido", apunta a EL ESPAÑOL. El ingeniero concluye: "No es acústico". Pero tampoco cree que exista una causa externa: en su caso, puede interrumpir el Zumbido momentáneamente durante medio segundo o un segundo con un gruñido o un movimiento de cabeza. "Probablemente es interno", sentencia. "Creo que es similar al tinnitus en el sentido de que ambos están generados internamente; ambos son quizá defectos del sistema auditivo".
A estas dos hipótesis, MacPherson añade otra: infrasonidos, ya sean generados por lo que llama "la gran acumulación de actividad humana", o bien de origen natural. Un caso similar a este último sería lo que durante años se llamó el Bloop, un sonido real de muy baja frecuencia que la Administración Oceánica y Atmosférica de EEUU (NOAA) detectó bajo el mar en 1997 y para el que se aportaron explicaciones de lo más exótico, hasta que en 2012 la NOAA concluyó que se trataba de ruidos creados por la fractura de enormes icebergs antárticos.
Con el fin de llegar de una vez por todas al fondo de la causa del Zumbido, MacPherson ha empezado a poner en práctica un experimento sugerido por Deming que esclarecerá si es de origen acústico o electromagnético: construir tres cajas similares, una con aislante para ondas de radio, otra con aislante acústico y una tercera de control. Por el momento ya ha construido la primera, una especie de ataúd de acero que bloquea las ondas de radio de muy baja frecuencia. MacPherson admite que el experimento tiene sus limitaciones: por ejemplo, la posibilidad del efecto placebo es innegable.
La primera prueba de la caja, realizada por MacPherson el pasado abril, no fue concluyente. El motivo es que en ese momento el Zumbido era poco intenso para él. El experto confirma que espera reanudar su investigación próximamente. Por el momento se encuentra en proceso de mudar su domicilio a un "lugar remoto en el bosque", después de que sus apariciones públicas relativas al Zumbido le hayan sometido en su pueblo de residencia a lo que define como "un intenso escrutinio local". "Una vez me haya establecido, pondré en marcha la siguiente fase del experimento de la caja de Deming". Tal vez el misterio del Zumbido tenga los días contados.