Quienes salen a la calle aterrados cuando el icono de la batería de su móvil sólo muestra una pila medio llena, podrían contar de aquí a unos años con la solución perfecta: conseguir una carga completa sentándose en un banco al sol o dando un simple paseo. Y esto sin tener que llevar encima una batería de repuesto ni ningún otro aparato incómodo; nuestra ropa se encargará de cosechar la electricidad necesaria para que el móvil nunca nos deje incomunicados.
Investigadores de China y Estados Unidos están desarrollando un tejido que pronto podría formar parte de nuestro fondo de armario, pero que no se limita simplemente a cubrirnos el cuerpo: sus fibras recolectan la energía solar y la que producimos con el movimiento. Según resume a EL ESPAÑOL el investigador Zhong Lin Wang, del Instituto Tecnológico de Georgia (EEUU) y el Centro Nacional de Nanociencia y Tecnología de Pekín (China), se trata de "un prototipo de un sistema de alimentación autocargable en un tejido que no sólo cosecha la energía solar de la luz ambiental, sino que también recoge la energía mecánica del movimiento humano, y que después la almacena en una célula para hacer funcionar aparatos electrónicos móviles".
El tejido consta de dos capas, una exterior que actúa como un panel solar gracias a un tinte sensible a la luz, y otra interna capaz de almacenar la energía recolectada. Ni siquiera es necesaria la luz directa del sol; según explican los investigadores en su estudio, publicado en la revista Science Advances, “los materiales y los tintes pueden optimizarse para una variedad de condiciones de iluminación, adecuándolos al uso al aire libre o en interiores”, lo que permite “generar energía eléctrica de forma eficiente con luz débil”.
Pero la ventaja del nuevo sistema es que funciona también incluso en completa oscuridad: el roce entre las fibras causado por el movimiento del cuerpo también produce electricidad, un fenómeno que experimentamos cuando se nos eriza el pelo al quitarnos un jersey de lana, o cuando caminamos sobre una alfombra y sentimos un calambre al tocar un pomo metálico. Lógicamente, la energía cosechada por el tejido es mayor cuanto más enérgico es el movimiento, por ejemplo al practicar algún deporte.
Tecnología para llevar
El trabajo de los investigadores se encuadra en el campo de la llamada tecnología ponible o vestible, que integra componentes electrónicos en la ropa o en los accesorios que llevamos para desempeñar distintas funciones: desde mostrar diseños luminosos cambiantes hasta medir el ritmo cardíaco y la respiración, como en el caso de una camiseta diseñada por la marca Ralph Lauren; e incluso transmitir estos parámetros clínicos por vía inalámbrica a nuestro médico, como hacen las prendas de la start-up española Nuubo. Estas aplicaciones pueden ser especialmente útiles para enfermos crónicos que necesiten una vigilancia permanente de su estado de salud.
Según Wang, estas nuevas tecnologías ponibles deben reunir características como la flexibilidad y el bajo peso para poder integrarse en las prendas de vestir, pero en muchos casos "sus aplicaciones están limitadas por la vida de las baterías". En algunos de estos tejidos inteligentes actualmente en desarrollo se emplean baterías convencionales como las de los teléfonos móviles, que pueden ir ocultas en un bolsillo de la ropa.
Sin embargo, el uso de baterías normales, por mucho que se reduzcan su tamaño y su peso, exige un cuidado especial de la prenda, incluyendo la necesidad de retirarlas antes del lavado. En el tejido diseñado por Wang y sus colaboradores, las fibras de la capa interna actúan como pilas, almacenando la electricidad gracias a un proceso químico y poniéndola a disposición de los aparatos que deseemos cargar, a los que pueden conectarse mediante cables integrados en la prenda.
Barato y fácil de fabricar
En sus experimentos, los investigadores fijaron unos parches de su sistema a una camiseta y comprobaron cómo recogía y almacenaba la energía cuando el usuario realizaba sus actividades normales, tanto en interiores como al aire libre. La electricidad generada por el tejido es suficiente para alimentar luces LED, relojes digitales o sensores fijados a la piel para medir la temperatura, la presión o ciertos parámetros de interés médico. Pero Wang asegura que el sistema es fácilmente escalable: "si el tamaño es razonablemente grande, la potencia disponible puede alcanzar unos pocos vatios, lo que podría servir para cargar teléfonos móviles y otros aparatos", tales como reproductores MP3 o smart watches.
Por el momento, el tejido aún se halla en la fase de prototipo, pero Wang asegura que sería fácil de fabricar a gran escala y que su coste no sería elevado. Los investigadores están trabajando para mejorar el diseño de modo que puedan fabricarse piezas de mayor tamaño. También les preocupa la durabilidad del tejido, ya que su estabilidad a largo plazo es crítica para asegurar que las prendas funcionen durante años sin tener que llevarlas a reparar; esta ropa no puede remendarse en casa con aguja, hilo y dedal. Y aunque los investigadores sometieron el tejido a 1.000 ciclos de doblado de las fibras sin que se produjeran roturas significativas, Wang reconoce que "la durabilidad es un problema que debe solucionarse".
Por último, los investigadores esperan lograr que el tejido sea también lavable, una exigencia básica para que la tecnología ponible se convierta algún día en un elemento cotidiano en nuestra colada. Y sin que tengamos que poner otra lavadora más para separar las prendas listas de las tontas.