"No sé qué se podría decir de un día en el que has visto cuatro hermosos puestas de sol". El piloto y astronauta John Glenn es una de esas pocas personas que a lo largo de su vida han visto cosas increíbles. Cosas que solo están al alcance de muy pocos. Fue el quinto hombre en salir al espacio y el primer estadounidense en orbitar la Tierra. Considerado héroe de guerra en la Segunda Guerra Mundial y en la guerra Corea, Glenn falleció el pasado jueves, a los 95 años de edad.
"Con el fallecimiento de John, nuestra nación ha perdido un icono y Michelle y yo hemos perdido a un amigo", aseguraba el presidente Barack Obama en un comunicado. "El último de los primeros astronautas de América nos ha dejado, pero impulsados por su ejemplo sabemos que nuestro futuro aquí en la Tierra nos obliga a seguir tratando de alcanzar los cielos", sentenció el mandatario estadounidense.
Sin duda, Glenn pertenece a una generación de otra época, a una en la que los pilotos se jugaban la vida en una carrera casi suicida por alcanzar las estrellas. Todo comenzó en 1959, cuando la NASA seleccionó a un grupo de 7 pilotos militares para convertirse en los primeros astronautas estadounidenses. El proyecto fue llamado programa Mercury y es considerado el primer programa espacial tripulado de los EEUU. De aquellos 7 hombres, conocidos como los siete de Mercury (Mercury Seven), John Glenn era el último que quedaba con vida.
Glenn y sus compañeros representaban la punta de lanza de EEUU en una batalla tecnológica que estaban perdiendo claramente ante la Unión Soviética. La superpotencia comunista ya había puesto en órbita el satélite Sputnik 1 en 1957 y en 1961 Glenn y sus compañeros observaron impotentes como Yuri Gagarin se hacía con un lugar exclusivo en la historia de la humanidad, al convertirse en el primer hombre en salir al espacio. La URSS ganaba.
La carrera espacial con la URSS
Aquello supuso un duro varapalo para los norteamericanos. "No creo que mucha gente recuerde cómo era la vida en aquellos días", recordaba Glenn en una entrevista en la revista Enquirer en 2002. "Existía ese miedo a que el comunismo se convirtiera en el nuevo futuro", aseguraba el astronauta y "todos nosotros, los astronautas, realmente creíamos que estábamos inmersos en una batalla de la democracia contra comunismo y que el ganador dominaría el mundo".
Pero la NASA siguió trabajando en el programa Mercury y poco tiempo después del hito de Gagarin, Alan Shepard y Gus Grissom, dos de los compañeros de Glenn, conseguirían llegar al espacio. Glenn admitiría años después, en su biografía, que se sintió muy decepcionado cuando se enteró de que no sería el primero. Sin embargo, siguió esperando su cita con la historia y ésta le llegó el 20 de febrero de 1962.
Aquel día todo un país estuvo pendiente del vuelo de este piloto militar a bordo de una nave bautizada con el nombre de Friendship 7. Fue un vuelo espacial corto. Sólo tres órbitas. Pero esas poco más de cinco horas convirtieron a Glenn en un héroe nacional. Se había convertido en el primer estadounidense en orbitar la Tierra.
El logro fue una inyección moral para todo el país y rápidamente Glenn se convirtió en un icono, algo que, paradójicamente, le obligó a abandonar la carrera espacial. La figura del astronauta se volvió tan popular que el entonces presidente John F. Kennedy le pidió que abandonara los viajes espaciales, pues no quería arriesgar la vida del nuevo héroe americano. Glenn terminaría accediendo y abandonó su carrera como astronauta en 1964, a los 43 años. Aún así, el astronauta intentó seguir vinculado a la NASA e incluso trató de encontrar un lugar en las misiones Apolo para ir a la Luna. No lo consiguió.
El salto a la política
Durante los siguientes años, Glenn empezó a dedicarse cada vez más a la política, hasta que en 1974 fue elegido senador por parte de las filas del Partido Demócrata. El astronauta mantuvo el cargo cerca de 25 años (entre 1974 y 1999), en los que representó a su estado natal, Ohio. Glenn incluso trató de convertirse en presidente y se presentó a las primarias del partido en 1984, aunque fue derrotado por Walter Mondale, que terminaría perdiendo las elecciones frente al republicano Ronald Reagan.
Pero la historia aún le guardaba otro hito a este ohionés inquieto. En 1998, a sus 77 años, y siendo todavía senador, se convirtió en el ser humano más viejo en salir al espacio y en el único en haberlo hecho en el primer y último programa espacial de la NASA: el Mercury y el Space Shuttle.
La decisión de enviar a Glenn al espacio levantó muchas críticas en la época, pero el astronauta estaba fuertemente respaldado por su imagen de héroe americano. Además, el piloto aún conservaba una buena condición física. Según recuerda el New York Times, en 2012, cuando ya tenía 90 años, Glenn se lamentaba ante un periodista por haber tenido que vender su avioneta. Lo había hecho justo el mes anterior porque él y su mujer estaban demasiado viejos para encaramarse la cabina de su bimotor, en el que viajaban todos los años.
Puede que John Glenn no encontrase "cura para el cumpleaños común", como había bromeado en alguna ocasión, pero nadie puede negar que llegó a la vejez sin dejar de ser astronauta y que fue una inspiración para muchos. Como el mismo dijo en una ocasión, "lo más importante que podemos hacer es inspirar a las nuevas generaciones y avanzar en la educación en ciencia, matemáticas y tecnología para que los jóvenes puedan llevarnos a la siguiente fase de los viajes espaciales".