El dicho "Dios los cría y ellos se juntan" podría tener una base científica, según un trabajo publicado en la última edición de Nature Human Behaviour, que explica que es la genética, y no la voluntad, la que determina en gran parte la elección de una pareja que comparta atributos físicos y educativos con uno mismo.
En 1918, se publicó el primer estudio que evidenciaba que los humanos, como otros animales, tendían a menudo a un emparejamiento selectivo, el concepto que se define como la tendencia de un sujeto a emparejarse con otros individuos que se asemejan a él en algún aspecto.
Así, se trata de un concepto asimilado, que hace que muchas familias compartan rasgos tanto fenotípicos como educativos, que se mantienen a lo largo de generaciones. Sin embargo, hasta ahora no se sabía que motivaba este comportamiento electivo.
Uno podría pensar que tiende a atraerle, por ejemplo, gente con un nivel educativo similar porque se mueve en ambientes donde este tipo de personas son mayoría. Sin embargo, la nueva investigación demuestra que esto no es así, sino que ese tipo de pareja se busca activamente y, lo que es más curioso, los genes se van modulando según esas decisiones.
Para llegar a esta conclusión, el equipo del genetista Peter Visscher de la Universidad de Queensland (Australia) analizó una gran base de datos que incluía información sobre trazos genéticos y físicos de más de 30.000 parejas. Los autores se fijaron en las marcas particulares del genoma referidas a rasgos como la altura o el índice de masa corporal.
A partir de ahí, jugaron a las adivinanzas. Sin ver a los dueños de los genomas (sólo los datos) previeron cómo serian sus parejas basándose en el emparejamiento selectivo. Después, analizaron los genes de dichas parejas y comprobaron si habían acertado. Es decir, si los genes de un sujeto X definían que éste era alto o con determinado peso, se podría deducir que su pareja sería también alta y pesar una cifra similar.
La predicción resultó ser adecuada en muchos casos y el estudio se completó con el análisis de una base de datos genómica británica para ver si también se podía aplicar en la predicción del nivel educativo de una pareja. La respuesta fue positiva, aunque en menor medida que la altura. Los investigadores quieren ir más allá y estudiar ahora si también los genes determinan la atracción por determinados trazos psiquiátricos, como una personalidad neurótica.