Mientras ordenadores, tabletas, móviles y libros electrónicos van sustituyendo poco a poco a libros y periódicos de papel, muchos investigadores se preguntan si nos estamos dejando algo por el camino. A tenor de algunos estudios, la respuesta es que ante la pantalla perdemos parte de nuestra capacidad para comprender lo que leemos.
Una investigación realizada en Estados Unidos deja claro que los lectores de textos digitales interpretan peor la información. El trabajo incluye varios experimentos con los dos tipos de lectura en los que participaron más de 300 individuos.
Una de las pruebas consistía en leer descripciones de automóviles japoneses ficticios e indicar cuál de ellos era el de gama superior. El 66% de quienes habían leído la información en papel respondieron correctamente, mientras que solo el 43% de los lectores digitales acertó a pesar de que el texto era el mismo.
Otro ejercicio proponía leer un relato de ficción. En este caso, los participantes también mostraron una mejor comprensión global de la versión en papel. Sin embargo, a la hora de recordar detalles concretos, quienes lo habían leído en una pantalla puntuaron mejor. Es decir, que el lector digital no pierde la capacidad de retener datos, pero tiene más dificultades para entender el todo.
Recapitulando los datos, los investigadores Geoff Kaufman, de la Universidad de Carnegie Mellon y Mary Flanagan, del Dartmouth College, llegan a la conclusión de que los conceptos abstractos se comprenden mejor en papel.
Elena Jiménez, investigadora de la Universidad de Granada y presidenta de la Asociación Española de Comprensión Lectora, explica a EL ESPAÑOL que en realidad "el proceso de leer no se modifica por el hecho de que se desarrolle en papel o en un soporte digital". Sin embargo, la diferencia está en los factores que rodean la lectura, que ejercen una influencia directa sobre el lector que se asoma a la pantalla. "Tendemos a una mayor dispersión porque contamos con hiperenlaces y prestamos mayor atención a las imágenes que a las palabras, así que la clave está en que el proceso de lectura se ve interrumpido", apunta.
En definitiva, "la lectura se lleva a cabo de la misma manera, pero cambia la atención y la motivación", porque "el cerebro coge atajos". Tal y como comprueba a menudo con sus alumnos, la cultura digital está modificando la forma de leer, nuestra cabeza busca estímulos y cada vez resulta más complicado mantener la atención más allá de unos pocos segundos.
No todas las lecturas digitales son iguales
En cualquier caso, no todas las lecturas digitales son iguales. Los dispositivos en los que leemos libros electrónicos, llamados eReaders, nos permiten tener una experiencia muy similar a la lectura en papel. Nada tienen que ver con una web llena de reclamos, en la que nos asaltan los anuncios, nos distraen las imágenes y los vídeos y enlaces nos invitan a continuas interrupciones. Por lo tanto, es presumible que la comprensión lectora difiera mucho entre unos casos y otros.
Por eso, Elena Jiménez ha elaborado una clasificación de textos digitales que distingue, en primer lugar, entre estáticos y dinámicos. Los primeros son "planos, similares a los que se publican en papel", en los que solo cabe subrayar y tomar anotaciones y no existen hiperenlaces que remitan a información fuera del texto. En cambio, los textos dinámicos están enriquecidos con enlaces multimedia, son discontinuos e interactivos. Además, la relación entre el emisor y el receptor puede llegar a ser muy compleja, cabiendo la posibilidad de que el lector pueda editar el texto, como en las páginas wiki.
¿Hay motivo para preocuparse por las consecuencias de esta nueva cultura digital? Una investigación desarrollada en México con universitarios llegó a la conclusión de que no contaban con la habilidad de comprensión lectora suficiente para cursar el nivel de estudios en el que estaban matriculados. Al analizar los procesos cognitivos implicados en la comprensión de los textos, los autores comprobaron que los alumnos obtenían peores resultados en la mayoría de las variables si habían leído una información digital que si habían consultado un texto impreso. Por eso, reclaman establecer "nuevas estrategias de aprendizaje" para esta nueva época.
Escribir: también mejor en papel
Quizá los estudiantes quieran tomar nota sobre estas investigaciones para mejorar sus resultados académicos, pero deberían hacerlo en papel. Las aulas se llenan de ordenadores porque muchos jóvenes han cambiado la forma tradicional de coger apuntes, pero un estudio publicado en Psychological Science indica que el uso del portátil implica un procesamiento más superficial de la información.
Los investigadores de la Universidad de Princeton y de la Universidad de California compararon a estudiantes que tomaban notas a mano y a otros que usaban el ordenador y los segundos se mostraron mucho menos habilidosos a la hora de procesar conceptos complejos. Al parecer, quienes utilizaron el portátil tenían una mayor tendencia a transcribir textualmente las clases, mientras que los alumnos que escribieron a mano procesaban mejor la información y la reformulaban con sus propias palabras, lo cual resulta muy beneficioso para el aprendizaje.