El Observatorio Europeo Austral (ESO, por sus siglas en inglés) es un complejo de telescopios ubicado en el desierto de Atacama, Chile. En el último año han sido protagonistas por haber descubierto los exoplanetas Proxima b y el sistema TRAPPIST-1, hasta ahora los principales candidatos para poder albergar vida fuera de nuestro planeta. El director del ESO, el holandés Tim de Zeeuw, ha estado esta semana en Madrid para dar una conferencia en la Fundación BBVA, donde explicó los retos de encontrar un nuevo planeta donde poder vivir y los retos científicos que se presentan en el camino.
Hace poco la NASA ha publicado un nuevo estudio que advierte de que la atmósfera de estos planetas descubiertos podría perder demasiado oxígeno como para ser realmente habitable. ¿Se empiezan a resquebrajar las esperanzas o entra dentro de lo esperable?
Yo lo miraría por el lado positivo, después del descubrimiento de Proxima b el año pasado, en el que un telescopio de la ESO descubrió que la enana roja más cercana tiene un planeta rocoso en lo que podría ser una zona habitable con un planeta con
campos magnéticos y todo eso, entonces llegó el otro descubrimiento, el de los siete planetas del sistema TRAPPIST-1, siete planetas rocosos. Si varios de ellos están en una zona potencialmente habitable y tres de ellos pueden contener agua líquida, no prueba que vaya a ser una 'segunda Tierra' pero es una condición necesaria, dado que no sabemos cómo crear vida sin que haya agua líquida. Es normal que la gente busque qué más es necesario para poder vivir, en esta ocasión parece que no será tan sencillo como parece, pero así es como funciona la ciencia.
¿Es demasiado pronto aún?
Cada vez que descubrimos un nuevo planeta, nos acercamos al objetivo que perseguimos realmente. Es obvio, incluso dentro del Sistema Solar: Marte y Venus están dentro de la zona habitable y podían haber tenido agua líquida, pero no sabemos dónde puede haber ido.
Quizá usted se haya acostumbrado, pero es increíble que seamos capaces de conocer la composición de la atmósfera de un planeta que está a miles de millones de kilómetros. ¿Conserva aún ese sentido del asombro?
Sí. Al final, son medidas de precisión y, en la mayoría de los casos, funciona con lo que llamamos planetas en transición. Está la estrella, está el planeta que gira a su alrededor y que, por un momento, pasa frente a la estrella apagando su luz un poquito, el planeta bloquea parte de la luz. Entonces, si tomas un espectro con y sin el planeta delante de la estrella, las diferencias son muy pequeñas. Esa luz está pasando a través de la atmósfera del planeta y los elementos en esa atmósfera se delatan ellos mismos. El concepto no es complicado, pero medir esos elementos sí lo es porque la señal es muy pequeña. Es impresionante que logremos hacer esos cálculos, sí, y determinar si una atmósfera contiene ozono o metano.
Usted empezó investigando por qué algunas galaxias son elípticas y otras no. ¿La forma de una galaxia da pistas sobre lo que puede haber dentro?
Lo que intentábamos hacer, en general, en astronomía, era usar en otros sitios las leyes de la física que hemos probado y desarrollado en la Tierra. Aunque no podemos volar a estas galaxias, asumimos al menos que las mismas leyes rigen allí. Así vemos que la Vía Láctea tiene sus estrellas girando en un disco, que hay un centro definido por la gravedad de todos los cuerpos que orbitan. En otras partes se ven galaxias muy confusas, no en espiral pero con bellas estructuras simétricas, no siempre podemos estudiar la luz que viene de esas estrellas, a veces es muy difícil debido a sus estructuras, o porque todas las estrellas se mueven en un mismo campo gravitatorio, ¿cómo puede esa galaxia ser estable?
Si podemos saber tanto de un exoplaneta, aplicado a nuestra propia galaxia debe ser la leche, ¿no?
En nuestra galaxia y en otras cercanas no sólo podemos medir el movimiento, sino que, mirando las líneas espectrales, también podemos estudiar los colores o una composición precisa de las atmósferas estelares, no sólo la de los planetas, sino también la de los soles. ¿Hay muchos metales o no tanto? En la Vía Láctea podemos observar, por ejemplo, que hay un número de estrellas que están más o menos en la misma órbita con la misma composición química, y otras que trazan otra órbita y están compuestas de otra manera, y eso significa que tienen otros progenitores. Es muy emocionante, y si pienso en la época en que era un estudiante, la tecnología ha cambiado tanto que me parece casi ciencia-ficción.
Antes se nombraban los telescopios como tributo a astrónomos famosos, por ejemplo el Hubble, ahora ustedes llaman a los suyos Telescopio Muy Grande o Telescopio Extremadamente Grande. ¿Cómo funcionan estas modas?
Un cierto número de telescopios en EEUU acabó teniendo un nombre, generalmente después de que muriera alguien famoso que ayudó a construirlo, luego cambió cuando el Telescopio Espacial James Webb, nombrado en honor al administrador de la NASA. ESO no suele nombrar sus telescopios con nombres de personas, llamábamos a nuestro telescopio "el de 3,6 metros" o "el de nueva tecnología". Entonces llegó el Telescopio Muy Grande, que tiene espejos de 8,2 metros, y en realidad los cuatro telescopios de los que está compuesto tienen nombres del idioma mapuche, pero nadie los usa. A mí me gusta el nombre, porque es muy aburrido. El próximo va a ser el Telescopio Extremadamente Grande, en parte porque seguirá la misma tradición aburrida. [Risas]
Una vez alguien me hizo esa misma pregunta que usted me ha hecho, era Barbara, la hija de Albert Broccoli, quien era el director de la productora que hace las películas de James Bond. Esto fue en 2008, cuando vinieron a Berna a rodar Quantum of Solace y ella me dijo: "Tim, ¿por qué le ponéis estos nombres tan aburridos a los telescopios?" y yo dije "bueno, Barbara, me encantaría llamarlo Telescopio James Bond" y ella dijo "¡no, no, no!", porque sabía que si hacía eso, tendrían que pagar por ello. No lo sé, soy bastante neutro en ese aspecto y, es más, prefiero continuar con esta tradición nuestra tan poco excitante.