La jubilación puede ser el mejor regalo o la peor pesadilla de un trabajador, sea del área que sea.
Con ella reciben el justo descanso que merecen después de tantos años de alegrías y tristezas laborales, pero muchos se sienten vacíos por el drástico cambio que sufre su día a día, y no son capaces de abandonar completamente el que fue su oficio.
Pero en este caso lo hacen sin el estrés de antaño y por eso a menudo son capaces de resolver problemas que fueron incapaces de solucionar durante toda su vida laboral.
Éste precisamente es el caso de Thomas Royen, un estadístico alemán de 67 años que en 2014 consiguió dar solución a un problema que no sólo había sido imposible para él, sino que había traído de cabeza a cientos de matemáticos desde que fue enunciado, hace ya más de 60 años.
Su caso ha sido narrado recientemente en Quanta Magazine y lo más curioso es que todo ocurrió de una forma de lo más cotidiana: mientras Royen se lavaba los dientes.
Solucionar problemas en el baño
Muchos músicos afirman componer sus canciones en el baño, por tener una acústica idónea para ello.
Quizás también despierte la mente, pues fue precisamente allí donde Thomas Royen se encontraba lavándose los dientes cuando llegó a su mente la que parecía ser la solución a la conjetura de la Desigualdad de Correlación Gaussiana, un problema matemático fácilmente comprensible, pero tan difícil de explicar que había vuelto locos a un gran número de matemáticos en las últimas décadas.
Este problema afirma que si se superponen dos figuras, como un rectángulo y un círculo, y se lanzan dardos sobre ellas, la probabilidad de que éstos caigan sobre la unión de ambas será igual o superior a la probabilidad de que se clave en los extremos del rectángulo multiplicada por la de que lo haga en el círculo individualmente.
Es relativamente fácil de visualizar, pero explicar el motivo ha supuesto el tema de estudio de muchísimos matemáticos, que han terminado jubilándose sin llegar a obtener ninguna respuesta. Pero la jubilación no es el fin, como ha demostrado Royen, que vio muy clara la respuesta un día cualquiera, mientras se lavaba los dientes en su casa.
Inmediatamente escribió sus conclusiones en Microsoft Word, redactando un artículo que posteriormente enviaría tanto a la plataforma arXiv como a una serie de matemáticos de distintas universidades, que nada más recibirlo supieron que por fin el problema estaba resuelto.
Habían sido muchos años de investigación a través de complicadas fórmulas, que finalmente finalizaron cuando alguien, ya retirado de su profesión, decidió buscar la más simple de las explicaciones.
Y es que, en ciencia, muchas veces la solución a los problemas es tan sencilla que se esconde burlona delante de las narices de los investigadores; hasta que, un día, un torbellino de espuma y pasta de dientes les da la solución.