Los aviones son el modo de transporte más seguro y dentro de esa afirmación se incluyen también los aviones de combate. Esto sigue siendo así a pesar de los dos accidentes que han tenido lugar en los últimos cinco días en España, que han acabado trágicamente con la vida de sus dos jóvenes ocupantes. El pasado 12 de octubre fallecía el capitán Borja Aybar, tras estrellarse el Eurofighter del Ala 14 que pilotaba en la base aérea de Los Llanos (Albacete), adonde regresaba después de participar en el desfile de la Fiesta Nacional. Tan sólo cinco días después, otro piloto militar, el teniente Fernando Pérez Serrano, ha fallecido este martes en la maniobra de despegue de su avión F-18 en la base aérea de Torrejón de Ardoz.
En ambos casos, transcurrieron unos minutos desde que se hizo público el accidente hasta que se desveló la muerte del piloto. La razón: los dos vehículos contaban con asientos de eyección que, en teoría, podrían haberles permitido salvar la vida. Es, de hecho, la principal finalidad de este componente esencial de un avión de combate. Y dista de ser nuevo, aunque la innovación en su desarrollo es constante, como se puede ver en la web de uno de los principales fabricantes, la empresa británica Martin-Baker.
El primer asiento eyectable lo utilizó el piloto de pruebas alemán Helmut Schenk, que pudo escapar de su aeronave el 13 de enero de 1942 después de que ésta se congelara y quedara inoperativa.
El sistema de eyección que utilizó ese primer asiento, manufacturado por la fábrica alemana Heinkel, fue gas comprimido pero, desde entonces, se han desarrollado otros muchos sistemas, como cargas explosivas montadas en dos tubos que, al activarse, producían una explosión controlada que impulsa gases con fuerza suficiente para elevar el asiento fuera de la cabina.
A simple vista, un asiento eyectable no se distingue de otro normal. Son los componentes que lo rodean los que lo diferencian y, sobre todo, el mecanismo de activación. Estos sillones están dotados de un cable que se sitúa encima de la cabeza o entre las piernas y que, al ser tirado por el ocupante, activa un mecanismo que expulsa el asiento junto con su ocupante de la cabina del avión a gran velocidad. Unas décimas de segundos después y cuando se encuentra a varios metros del avión, el asiento se separa de su ocupante y se despliega un paracaídas para que descienda lentamente.
Se trata de una maniobra no exenta de riesgos: el viento, la trayectoria de la cola del avión o la posición en la que tenga lugar la eyección pueden hacer incluso que el piloto no sobreviva a pesar de haber escapado del avión averiado.
Es, además, un procedimiento que no siempre puede emplearse. En el caso del accidente de Los Llanos se desconocen las causas por las que el piloto no se eyectó aunque parece que no consiguió elevar el avión como se ha de hacer justo antes del aterrizaje -después del descenso- y se precipitó al suelo. En la tragedia de este martes, según han explicado fuentes de defensa a EL ESPAÑOL, parece que el sistema de eyección de los F18 sólo funciona cuando la aeronave está a una cierta altura. Al haberse producido el accidente en el despegue, no dio tiempo a que se utilizara.